Estamos en las manos de Dios
“Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos”.
Junto con la Solemnidad de Todos los Santos, encontramos la Conmemoración de los Fieles Difuntos y ello es un itinerario que nos enseña algunos aspectos que el cristiano debe tener en cuenta. En medio de la alegría que proporciona el hecho y la realidad de ser santos, bienaventurados, dichosos, se encuentra la esperanza en medio del dolor. Cuantas personas visitan los cementerios; cuántos elogios, flores, homenajes, etc, a quienes ya no están físicamente entre nosotros, pero que se mantienen en el recuerdo de sus familiares y amigos.
“El que no ama permanece en la muerte”
Uno de los puntos principales es el camino del amor. La liturgia de la Palabra que se nos presenta hoy deja entrever algunos aspectos fundamentales. En primer lugar, los justos están en las manos de Dios y no serán alcanzados por ningún tormento. Esto nos indica la infinita misericordia que el Padre Eterno tiene y cómo es su deseo, el hecho de estar en Él. En segundo lugar tenemos la esperanza de ver la bondad del Señor, de estar junto a Él y participar de Él para obtener la salvación. En tercer lugar, debemos luchar con ahínco, con dedicación, con compromiso, para así encontrar un equilibrio en el juicio que Dios nos hará. Hacer algo por los demás será tomado en cuenta para nuestra calificación final. No nos asombremos de la decisión que nos comuniquen, no nos sintamos mal ni seamos indiferentes ante lo que nos diga Dios. Fijémonos en algo, la salvación nos viene gracias a las buenas obras que junto a la fe, todos y cada uno de nosotros realicemos a lo largo de nuestra vida. ¿Cuándo hemos visto a Dios en los demás? ¿Cuándo nos hemos colocado al nivel de tantos hermanos nuestros para ver en ellos a Dios? ¿Cuándo nos hemos colocado en la situación de tantos hermanos nuestros, los cuales han necesitado y necesitan de una ayuda, de una colaboración, de un consejo…? Si alejamos a Dios de la vida cotidiana y no lo acercamos a la vida con nuestro prójimo, estamos separándonos de la recompensa que nos tiene preparada el Señor y por tanto, la muerte, nuestra muerte, no será ya un encuentro pleno con Dios, sino un desvío de nuestra alma a la oscuridad eterna. Recordemos siempre que “conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos”.
María, nos guía hacia la salvación
En la vía que nos conduce a Jesús y por ende, a la salvación, encontramos la presencia de nuestra madre del cielo María Santísima. Ella, sierva del Señor, nos da la posibilidad de caminar con Él hacia la verdadera salvación. Ser discípulos fieles nos da la confianza para hacer bien las cosas y dar así testimonio de vida, de esta manera seremos parte de los bienaventurados, habiendo pasado, cuando Dios lo quiera, por el dolor de la muerte que en definitiva, es camino hacia la felicidad, la vida eterna. Así sea.
"En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. (Beata Teresa de Calcuta)
“Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos”.
Junto con la Solemnidad de Todos los Santos, encontramos la Conmemoración de los Fieles Difuntos y ello es un itinerario que nos enseña algunos aspectos que el cristiano debe tener en cuenta. En medio de la alegría que proporciona el hecho y la realidad de ser santos, bienaventurados, dichosos, se encuentra la esperanza en medio del dolor. Cuantas personas visitan los cementerios; cuántos elogios, flores, homenajes, etc, a quienes ya no están físicamente entre nosotros, pero que se mantienen en el recuerdo de sus familiares y amigos.
“El que no ama permanece en la muerte”
Uno de los puntos principales es el camino del amor. La liturgia de la Palabra que se nos presenta hoy deja entrever algunos aspectos fundamentales. En primer lugar, los justos están en las manos de Dios y no serán alcanzados por ningún tormento. Esto nos indica la infinita misericordia que el Padre Eterno tiene y cómo es su deseo, el hecho de estar en Él. En segundo lugar tenemos la esperanza de ver la bondad del Señor, de estar junto a Él y participar de Él para obtener la salvación. En tercer lugar, debemos luchar con ahínco, con dedicación, con compromiso, para así encontrar un equilibrio en el juicio que Dios nos hará. Hacer algo por los demás será tomado en cuenta para nuestra calificación final. No nos asombremos de la decisión que nos comuniquen, no nos sintamos mal ni seamos indiferentes ante lo que nos diga Dios. Fijémonos en algo, la salvación nos viene gracias a las buenas obras que junto a la fe, todos y cada uno de nosotros realicemos a lo largo de nuestra vida. ¿Cuándo hemos visto a Dios en los demás? ¿Cuándo nos hemos colocado al nivel de tantos hermanos nuestros para ver en ellos a Dios? ¿Cuándo nos hemos colocado en la situación de tantos hermanos nuestros, los cuales han necesitado y necesitan de una ayuda, de una colaboración, de un consejo…? Si alejamos a Dios de la vida cotidiana y no lo acercamos a la vida con nuestro prójimo, estamos separándonos de la recompensa que nos tiene preparada el Señor y por tanto, la muerte, nuestra muerte, no será ya un encuentro pleno con Dios, sino un desvío de nuestra alma a la oscuridad eterna. Recordemos siempre que “conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos”.
María, nos guía hacia la salvación
En la vía que nos conduce a Jesús y por ende, a la salvación, encontramos la presencia de nuestra madre del cielo María Santísima. Ella, sierva del Señor, nos da la posibilidad de caminar con Él hacia la verdadera salvación. Ser discípulos fieles nos da la confianza para hacer bien las cosas y dar así testimonio de vida, de esta manera seremos parte de los bienaventurados, habiendo pasado, cuando Dios lo quiera, por el dolor de la muerte que en definitiva, es camino hacia la felicidad, la vida eterna. Así sea.
"En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. (Beata Teresa de Calcuta)
Davanti al mistero della morte, Dio ci mostra con un amore così grande, la possibilità di essere salvati secondo le opere e le buone cose che facciamo ogni giorno. La Beata Teresa di Calcuta ci ricorda una cosa assai importante: "Nel momento della morte, non saremo giudicati per il lavoro che abbiamo fatto, ma per la quantità d'amore che abbiamo messo nel nostro lavoro". In questo giorno, in cui ci si ricorda il fatto che dobbiamo vivere bene, secondo la volontà di Dio per raggiungere la salvezza, siamo altretanto inivitati a pregare per i morti. Chiediamo col cuore a Maria Santissima, nostra madre. Essa ci guida, ci accompagna, ci protegge, ci fa camminare per le vie dell'amore, della pace e del Vangelo della verità. Così sia.
P. José Lucio León Duque
P. José Lucio León Duque