José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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viernes, 26 de agosto de 2016

XXII° Domingo del Tiempo Ordinario, 28 de agosto de 2016

LA HUMILDAD, SIGNO DE UNIÓN CON DIOS
“Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios.”

Iº lectura: Eclo 3, 17-18.20.28-29; Salmo: 67; IIº lectura: Hb 12, 18-19.22-24; Evangelio: Lc 14, 1.7-14

La humildad se expresa con actitudes coherentes y palabras con sentido; es una de las acciones más sublimes, ya que forma parte del amor. Ni los títulos, ni el manejo desordenado del dinero, ni una determinada posición social, podrán ser garantes de humildad; esto nos lleva a reflexionar sobre lo que en la liturgia de este domingo se nos presenta: meditar y saber escuchar.

TRAS LOS PASOS DE LA HUMILDAD

Cuando nos acercamos a Dios a través de la oración y de la celebración litúrgica, formamos parte del Cuerpo Místico de Cristo, dando una respuesta positiva al deseo de adherirnos cada vez más a la vida divina. Se buscan los primeros lugares, se muestra avidez por figurar en algo y/o ante alguien; se quiere ser el centro de atención mostrando la falsa humildad que se lleva arraigada en el alma.

Nos acercamos a Dios porque Él primero nos ha llamado y si permanecemos en Él es porque hallamos el lugar que nos corresponde: el único que debemos buscar y que podemos encontrar: su corazón. Si damos signos de sencillez, seremos agradables a los ojos de Dios; si mostramos señales evidentes de egoísmo, seremos simples servidores de los planes inertes que presenta el demonio a quienes buscan a Dios. Es fácil, entretenido y barato, juzgar y hablar de los demás, cual si fuésemos jueces sin derecho.

Vivir la humildad es saber meditar y escuchar; es conjugar sentimientos de bondad y admiración por lo que hacen los demás; es dejar brillar las opacas imágenes de hombres y mujeres que cubren sus rostros por vergüenza o por sentir exclusión; es dar oportunidad que todos y cada uno de nosotros podamos ser luz en el camino de quienes viven en la oscuridad.

El maestro nos muestra la vía que debemos recorrer: humillarnos para ser engrandecidos y ello es garantía de la cercanía con Dios para ser ejemplo de su mensaje de amor, libertad y paz. Démosle el verdadero significado a la humildad, siendo partícipes en la construcción de un mundo en el cual dejen de ser comunes las falsas prácticas de humildad; donde se dé al hombre la dignidad que merece y se vean soluciones a los diferentes problemas sociales, culturales y religiosos.

No aspiremos a los primeros puestos, sino con humildad y valentía, convencidos de la presencia de Dios en nuestra vida, seamos transparentes, allí donde estamos, en la vida cotidiana, para su gloria y el bien de los demás.

MARÍA EJEMPLO DE HUMILDAD

Ella nos da ejemplo de humildad verdadera y caminando junto a ella podemos obtener óptimos resultados. Seamos buenos hijos, confiemos plenamente en su amor maternal, busquemos ser testigos de la paz, lealtad y justicia, sabiendo conservar en nuestros corazones la grandeza de Dios, su amor inefable y el deseo de ser mejores cada día, solo así podemos ayudar a construir la Iglesia de la que todos somos parte sin exclusión ni distinción.

José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com


IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...