“Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te
querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y
alcanzarás el favor de Dios.”
Iº
lectura: Eclo 3,
17-18.20.28-29; Salmo: 67; IIº lectura: Hb 12,
18-19.22-24; Evangelio: Lc 14, 1.7-14
La
humildad se expresa con actitudes coherentes y palabras con sentido; es una de
las acciones más sublimes, ya que forma parte del amor. Ni los títulos, ni el
manejo desordenado del dinero, ni una determinada posición social, podrán ser
garantes de humildad; esto nos lleva a reflexionar sobre lo que en la liturgia
de este domingo se nos presenta: meditar y saber escuchar.
TRAS
LOS PASOS DE LA HUMILDAD
Cuando
nos acercamos a Dios a través de la oración y de la celebración litúrgica,
formamos parte del Cuerpo Místico de Cristo, dando una respuesta positiva al
deseo de adherirnos cada vez más a la vida divina. Se buscan los primeros
lugares, se muestra avidez por figurar en algo y/o ante alguien; se quiere ser
el centro de atención mostrando la falsa humildad que se lleva arraigada en el
alma.
Nos acercamos a Dios porque Él primero nos ha
llamado y si permanecemos en Él es porque hallamos el lugar que nos corresponde: el único que debemos buscar y que podemos
encontrar: su corazón. Si damos signos de sencillez, seremos
agradables a los ojos de Dios; si mostramos señales evidentes de egoísmo,
seremos simples servidores de los planes inertes que presenta el demonio a
quienes buscan a Dios. Es fácil, entretenido y barato, juzgar y hablar de los
demás, cual si fuésemos jueces sin derecho.
Vivir la humildad es saber meditar y escuchar; es conjugar sentimientos de bondad y admiración
por lo que hacen los demás; es dejar brillar las opacas imágenes de hombres y
mujeres que cubren sus rostros por vergüenza o por sentir exclusión; es dar
oportunidad que todos y cada uno de nosotros podamos ser luz en el camino de
quienes viven en la oscuridad.
El
maestro nos muestra la vía que debemos recorrer: humillarnos para ser
engrandecidos y ello es garantía de la cercanía con Dios para ser ejemplo de su
mensaje de amor, libertad y paz. Démosle el verdadero
significado a la humildad, siendo partícipes en la construcción de un mundo en
el cual dejen de ser comunes las falsas prácticas de humildad;
donde se dé al hombre la dignidad que merece y se vean soluciones a los diferentes
problemas sociales, culturales y religiosos.
No
aspiremos a los primeros puestos, sino con humildad y valentía, convencidos de
la presencia de Dios en nuestra vida, seamos transparentes, allí donde estamos,
en la vida cotidiana, para su gloria y el bien de los demás.
MARÍA
EJEMPLO DE HUMILDAD
Ella nos da ejemplo de humildad verdadera y
caminando junto a ella podemos obtener óptimos resultados. Seamos buenos hijos, confiemos plenamente en su
amor maternal, busquemos ser testigos de la paz, lealtad y justicia, sabiendo
conservar en nuestros corazones la grandeza de Dios, su amor inefable y el
deseo de ser mejores cada día, solo así podemos ayudar a construir la Iglesia
de la que todos somos parte sin exclusión ni distinción.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com