“El que vive según Cristo es una criatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo.”
Iº lectura: Jb 8, 1. 8-11; Salmo: 106; IIº lectura: II Cor 5, 14-17; Evangelio: 4, 35-41
Confiar en el amor, la bondad y la sabiduría de Dios, es fundamental para poder caminar en su nombre y hacer crecer la esperanza que viene de Él. Eso nos hace sentir de verdad que vivir en Cristo es lo que nos convierte en criaturas nuevas y de allí, tenemos la fuerza necesaria para seguir adelante en nuestro itinerario personal y eclesial. Jesús nos pregunta: “¿por qué tenían tanto miedo?”, y esa misma pregunta nos la hace hoy, nos la plantea para que cada uno de nosotros seamos capaces de reconocer que en muchas ocasiones nos hemos alejado de Él y hemos dejado apagar la confianza que debemos tener.
“¿Por qué tenían tanto miedo?”…
Ante la tormenta que se les presentó a los discípulos, se impone la presencia misma de Jesús que hace que todo aquello que denota confusión llegue a calmarse y a lograr tranquilidad. “¡Cállate, enmudece!” -dice Jesús-. Manda a callar la tormenta y así mismo nos muestra lo que debemos hacer cuando las tormentas que aquejan la vida se presentan sin dejar espacio a una posible solución. La liturgia de cada domingo es tranquilidad, es paz, es armonía. Cada uno de nosotros debe buscar en Jesús, aquello que hace crecer y vivir como testigos del Evangelio en medio de un mundo lleno de tormentas y vicisitudes. Los discípulos se admiran ante el poder de Jesús: “¿Quién es este a quien hasta el viento y el mar obedecen?”. ¡Es Jesús!, es el Salvador, es quien nos regala el don de la vida y del amor, es quien se hace hombre para redimirnos, es quien murió y resucitó para darle sentido pleno a nuestra vida, es el maestro, el Rey de reyes, el Señor de señores, es al amigo que nunca falla, el hijo de Dios vivo, el principio y el fin…ese es Jesús, quien manda a callar la tormenta con poder y acaricia los niños con ternura; el que enseña con autoridad y sana a los enfermos con amor total; el amigo de todos, el que se acerca a cada uno de nosotros y no juzga sino usa misericordia…ese es Jesús; es quien nos invita a no tener miedo, sino a ser valientes, fuertes en la fe, fieles discípulos capaces de extender el Evangelio a todos los lugares, a todas las personas sin excepción…
La madre de la luz
María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como se debe. Confiemos en que ella siempre nos acompaña y nos muestra la vía que nos lleva a Jesús. Que nadie sienta que en su vida falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo la unión y el amor que todos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo. Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
“¿Por qué tenían tanto miedo?”…
Ante la tormenta que se les presentó a los discípulos, se impone la presencia misma de Jesús que hace que todo aquello que denota confusión llegue a calmarse y a lograr tranquilidad. “¡Cállate, enmudece!” -dice Jesús-. Manda a callar la tormenta y así mismo nos muestra lo que debemos hacer cuando las tormentas que aquejan la vida se presentan sin dejar espacio a una posible solución. La liturgia de cada domingo es tranquilidad, es paz, es armonía. Cada uno de nosotros debe buscar en Jesús, aquello que hace crecer y vivir como testigos del Evangelio en medio de un mundo lleno de tormentas y vicisitudes. Los discípulos se admiran ante el poder de Jesús: “¿Quién es este a quien hasta el viento y el mar obedecen?”. ¡Es Jesús!, es el Salvador, es quien nos regala el don de la vida y del amor, es quien se hace hombre para redimirnos, es quien murió y resucitó para darle sentido pleno a nuestra vida, es el maestro, el Rey de reyes, el Señor de señores, es al amigo que nunca falla, el hijo de Dios vivo, el principio y el fin…ese es Jesús, quien manda a callar la tormenta con poder y acaricia los niños con ternura; el que enseña con autoridad y sana a los enfermos con amor total; el amigo de todos, el que se acerca a cada uno de nosotros y no juzga sino usa misericordia…ese es Jesús; es quien nos invita a no tener miedo, sino a ser valientes, fuertes en la fe, fieles discípulos capaces de extender el Evangelio a todos los lugares, a todas las personas sin excepción…
La madre de la luz
María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como se debe. Confiemos en que ella siempre nos acompaña y nos muestra la vía que nos lleva a Jesús. Que nadie sienta que en su vida falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo la unión y el amor que todos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo. Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com