Escuchar es el camino…
“Él respondió: Habla, que tu siervo te escucha.”
El tiempo avanza y el pueblo sigue clamando justicia y amor. Sigue deseando un alivio a los problemas que cada día se presentan y las soluciones, en algunos casos, siguen sin llegar. La liturgia de hoy junto a lo que se está viviendo en la actualidad es una muestra tangible del escenario de la vida en el cual todos tenemos nuestra participación. La llamada de Dios a Samuel, la disponibilidad de quien desea cumplir la voluntad de Dios, ofreciendo su vida, cuerpo y alma, todo su ser, como Templo del Espíritu Santo, son signos evidentes que debemos vivir como verdaderos cristianos.
“¿Dónde vives?”
La pregunta de los discípulos a Jesús es clara y la respuesta lo es igualmente. El maestro nos invita a ver dónde vive, a participar de su amor, de su misericordia, de lo que realmente es ser parte de su vida. Últimamente la situación del país y del mundo se ven afectadas por la cantidad de mensajes, que llegan de muchos frentes y que, en algunos casos, no ayudan a crecer. Estamos, casi sin darnos cuenta en ciertos momentos, alejándonos de la invitación de Jesús que nos manifiesta el deseo de vivir junto a Él, con Él y por Él. Muchas almas se pueden acercar al Señor si el Evangelio es vivido, creído y anunciado con convicción. En el marco del Concilio Plenario, de la Misión Continental, del Sínodo Diocesano y de lo que la Iglesia, a través de los siglos nos ha enseñado, es que nos debemos mover y vivir. La invitación de hoy, esa llamada que viene de Dios y que a Él nos lleva, es un itinerario de vida y de esperanza que cada uno de nosotros debemos recorrer. No perdamos de vista lo que desde siempre se nos ha enseñado a través de la Palabra de Dios: ir y predicar a todos el Evangelio, el mensaje de la Buena Nueva de la verdad que nos ayuda a renovarnos cada vez más. Esta misión a la que estamos llamados, nos debe llevar a ser valientes y defensores de la Fe, de la Iglesia. Quien es cristiano, quien es católico, debe seguir el ejemplo de Jesucristo, su mensaje, su palabra, su vida misma. Es fundamental saber que pertenecemos a la Iglesia y es por ello que debemos vivir como miembros de ella, dando testimonio y haciendo lo que un fiel discípulo debe: seguir a Jesucristo y llevar su mensaje a todos.
María, ejemplo de escucha y disponibilidad
Desde la anunciación, la disponibilidad de Nuestra Madre del cielo es total hacia Dios y hacia la misión a la cual es llamada. Ella asume con convicción, la vida y los corazones de toda la humanidad, que necesita realmente del amor de Dios para poder vivir en Él y así extender su reino de paz y justicia. Sintámonos participes aunque las gracias, las condecoraciones, los premios y otras cosas materiales, no lleguen. El premio lo obtenemos cada día, ya que el amor de Dios se derrama en cada corazón y en cada uno de ellos se extiende a todos los que lo necesitan.
Oremos por la Misión Diocesana, que a partir del 20 de enero se inicia en nuestra diócesis. Que San Sebastián, ejemplo de santidad y de camino hacia Dios, interceda por nosotros para ser testigos, en espíritu y verdad, del Evangelio de la verdad.
SCHEMA RIASSUNTIVO
“Él respondió: Habla, que tu siervo te escucha.”
El tiempo avanza y el pueblo sigue clamando justicia y amor. Sigue deseando un alivio a los problemas que cada día se presentan y las soluciones, en algunos casos, siguen sin llegar. La liturgia de hoy junto a lo que se está viviendo en la actualidad es una muestra tangible del escenario de la vida en el cual todos tenemos nuestra participación. La llamada de Dios a Samuel, la disponibilidad de quien desea cumplir la voluntad de Dios, ofreciendo su vida, cuerpo y alma, todo su ser, como Templo del Espíritu Santo, son signos evidentes que debemos vivir como verdaderos cristianos.
“¿Dónde vives?”
La pregunta de los discípulos a Jesús es clara y la respuesta lo es igualmente. El maestro nos invita a ver dónde vive, a participar de su amor, de su misericordia, de lo que realmente es ser parte de su vida. Últimamente la situación del país y del mundo se ven afectadas por la cantidad de mensajes, que llegan de muchos frentes y que, en algunos casos, no ayudan a crecer. Estamos, casi sin darnos cuenta en ciertos momentos, alejándonos de la invitación de Jesús que nos manifiesta el deseo de vivir junto a Él, con Él y por Él. Muchas almas se pueden acercar al Señor si el Evangelio es vivido, creído y anunciado con convicción. En el marco del Concilio Plenario, de la Misión Continental, del Sínodo Diocesano y de lo que la Iglesia, a través de los siglos nos ha enseñado, es que nos debemos mover y vivir. La invitación de hoy, esa llamada que viene de Dios y que a Él nos lleva, es un itinerario de vida y de esperanza que cada uno de nosotros debemos recorrer. No perdamos de vista lo que desde siempre se nos ha enseñado a través de la Palabra de Dios: ir y predicar a todos el Evangelio, el mensaje de la Buena Nueva de la verdad que nos ayuda a renovarnos cada vez más. Esta misión a la que estamos llamados, nos debe llevar a ser valientes y defensores de la Fe, de la Iglesia. Quien es cristiano, quien es católico, debe seguir el ejemplo de Jesucristo, su mensaje, su palabra, su vida misma. Es fundamental saber que pertenecemos a la Iglesia y es por ello que debemos vivir como miembros de ella, dando testimonio y haciendo lo que un fiel discípulo debe: seguir a Jesucristo y llevar su mensaje a todos.
María, ejemplo de escucha y disponibilidad
Desde la anunciación, la disponibilidad de Nuestra Madre del cielo es total hacia Dios y hacia la misión a la cual es llamada. Ella asume con convicción, la vida y los corazones de toda la humanidad, que necesita realmente del amor de Dios para poder vivir en Él y así extender su reino de paz y justicia. Sintámonos participes aunque las gracias, las condecoraciones, los premios y otras cosas materiales, no lleguen. El premio lo obtenemos cada día, ya que el amor de Dios se derrama en cada corazón y en cada uno de ellos se extiende a todos los que lo necesitan.
Oremos por la Misión Diocesana, que a partir del 20 de enero se inicia en nuestra diócesis. Que San Sebastián, ejemplo de santidad y de camino hacia Dios, interceda por nosotros para ser testigos, en espíritu y verdad, del Evangelio de la verdad.
SCHEMA RIASSUNTIVO
I segni della vocazione
1. La vocazione nella Sacra Scrittura.
a) La prima lettura presenta la chiamata del primo profeta. La sua chiamata diventa, dunque, una sorta di "prototipo" di ogni chiamata.
b) Questa immagine del libro del Siracide non è priva di una certa ambivalenza, alquanto rischiosa:
b) Questa immagine del libro del Siracide non è priva di una certa ambivalenza, alquanto rischiosa:
I) Dio: è Dio che chiama. Egli lascia udire la sua voce. Egli è il solo che può dare la vocazione particolare a ciascuno di noi: chi al sacerdozio o alla vita religiosa, chi al matrimonio.
II) Il chiamato: Samuele. Un uomo concreto. Un nome concreto. Una storia concreta. Gli apostoli, chiamati personalmente da Cristo.
III) Accompagnatore spirituale: Un uomo dotato di esperienza, che vive una vita secondo Dio. Crede in Lui, nella possibilità della sua chiamata. Nel caso degli apostoli, il loro discernimento fu guidato direttamente da Cristo, per quanto accompagnato anche da altri apostoli.
III) Accompagnatore spirituale: Un uomo dotato di esperienza, che vive una vita secondo Dio. Crede in Lui, nella possibilità della sua chiamata. Nel caso degli apostoli, il loro discernimento fu guidato direttamente da Cristo, per quanto accompagnato anche da altri apostoli.
2. Identikit di una vocazione, oggi.
a) Persona sana. Chi oggi e chiamato alla vita consacrata o sacerdotale, dev'essere una persona sana. La salute del corpo e dell'anima è segno che possibilmente la persona possa essere chiamata da Dio.
I) Salute del corpo: Basta che abbia una salute sufficiente per portare avanti le responsabilità del ministero. Non si richiedono grandi "doti atletiche". La cronica mancanza di salute, una deformazione congenita grave, possono essere indizi del fatto che non si ha la vocazione.
II) Salute di spirito. Sia mentale che spirituale. La persona chiamata deve avere una psiche sana.
b) Chiamata di Dio. Senza questa chiamata, la presenza di salute fisica e mentale in una persona non bastano. È possibile incontrare persone sane e molto intelligenti che non avvertono la benché minima inclinazione al sacerdozio o alla vita consacrata.
I) Dio chiama chi vuole. È il più grande mistero della vocazione. «Chiamò quelli che volle», non i più intelligenti e santi.
II) Dio continua a chiamare. Occorre confidare e gettare le reti, invitando i giovani a vivere l'esperienza vocazionale.
c) Generosità. Senza generosità, non c'è risposta positiva alla chiamata. Ancora oggi Dio continua a chiamare. Ma è nella mancanza di generosità dei giovani che talora si trova la ragione della mancanza di consacrati e sacerdoti.
I) La generosità. È una disposizione dell'anima ad accogliere con forza di volontà e gioia quel che Dio ha preparato per ciascuno di noi.
II) Prontezza. La prontezza manifesta la gioia nella risposta. Nel caso degli apostoli, essa si manifesta quando lasciano le reti e si mettono a seguire Cristo. Nel caso di Samuele, essa si manifesta quando si alza per tre volte per accogliere la chiamata del Signore.
Lecturas del día: I Sam 3,3b-10. 19; Sal 39; I Cor 6, 13c-15a.17-20; Jn 1,35-42
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
I) Salute del corpo: Basta che abbia una salute sufficiente per portare avanti le responsabilità del ministero. Non si richiedono grandi "doti atletiche". La cronica mancanza di salute, una deformazione congenita grave, possono essere indizi del fatto che non si ha la vocazione.
II) Salute di spirito. Sia mentale che spirituale. La persona chiamata deve avere una psiche sana.
b) Chiamata di Dio. Senza questa chiamata, la presenza di salute fisica e mentale in una persona non bastano. È possibile incontrare persone sane e molto intelligenti che non avvertono la benché minima inclinazione al sacerdozio o alla vita consacrata.
I) Dio chiama chi vuole. È il più grande mistero della vocazione. «Chiamò quelli che volle», non i più intelligenti e santi.
II) Dio continua a chiamare. Occorre confidare e gettare le reti, invitando i giovani a vivere l'esperienza vocazionale.
c) Generosità. Senza generosità, non c'è risposta positiva alla chiamata. Ancora oggi Dio continua a chiamare. Ma è nella mancanza di generosità dei giovani che talora si trova la ragione della mancanza di consacrati e sacerdoti.
I) La generosità. È una disposizione dell'anima ad accogliere con forza di volontà e gioia quel che Dio ha preparato per ciascuno di noi.
II) Prontezza. La prontezza manifesta la gioia nella risposta. Nel caso degli apostoli, essa si manifesta quando lasciano le reti e si mettono a seguire Cristo. Nel caso di Samuele, essa si manifesta quando si alza per tre volte per accogliere la chiamata del Signore.
Lecturas del día: I Sam 3,3b-10. 19; Sal 39; I Cor 6, 13c-15a.17-20; Jn 1,35-42
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com