Domingo 15 de junio de 2008
¡Orar y evangelizar!
“Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis.»
I° lectura: Ex 19, 2-6a; Salmo 99; II° lectura: Rm 5, 6-11; Evangelio: Mt 9,36-10,8
Las palabras del Señor en este domingo nos llenan el corazón de una gran esperanza: recibiremos gratis lo que demos gratis. Cada domingo se dedica para dar gracias a Dios por lo que tenemos, sabiendo que su infinita misericordia va más allá de lo podamos pensar. Es necesario tener en cuenta, la necesidad de la evangelización y lo que ello comporta entrar de lleno en la línea de pensamiento y espiritualidad que la iglesia nos presenta. El señor nos pide algo concreto: orar al dueño de la mies para que mande operarios a su mies y, así nuestro pueblo, no se sienta como oveja sin pastor (Evangelio). Para ello debemos escuchar a Dios y guardar su alianza (I° lectura), ya que somos su pueblo “ovejas de su rebaño” (Salmo) y hemos sido salvados y redimidos por el amor misericordioso de Jesús.
“Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis.»
I° lectura: Ex 19, 2-6a; Salmo 99; II° lectura: Rm 5, 6-11; Evangelio: Mt 9,36-10,8
Las palabras del Señor en este domingo nos llenan el corazón de una gran esperanza: recibiremos gratis lo que demos gratis. Cada domingo se dedica para dar gracias a Dios por lo que tenemos, sabiendo que su infinita misericordia va más allá de lo podamos pensar. Es necesario tener en cuenta, la necesidad de la evangelización y lo que ello comporta entrar de lleno en la línea de pensamiento y espiritualidad que la iglesia nos presenta. El señor nos pide algo concreto: orar al dueño de la mies para que mande operarios a su mies y, así nuestro pueblo, no se sienta como oveja sin pastor (Evangelio). Para ello debemos escuchar a Dios y guardar su alianza (I° lectura), ya que somos su pueblo “ovejas de su rebaño” (Salmo) y hemos sido salvados y redimidos por el amor misericordioso de Jesús.
Somos evangelizadores
Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a predicar el evangelio, es decir, ser evangelizadores, llevando el mensaje de Jesús a todos sin excepción. Evangelizar es cumplir la voluntad de Dios en el ambiente donde nos encontremos, viviendo la justicia y la caridad hacia el prójimo. Se piensa que son suficientes los misioneros y sacerdotes presentes en el mundo: nunca seremos suficientes, siempre serán necesarios más. Aún así, hay algunos aspectos fundamentales que nos ayudan a ser agentes multiplicadores de la evangelización: la oración, la conversión y la convicción. Cada uno de ellos, conforman la verdadera evangelización por lo que es necesario cultivarlos a cada momento. La oración nos une a Dios y nos proporciona una unión íntima con Él. La conversión nos mueve a mirar con determinación y sinceridad el rostro de Dios para así ayudar con sinceridad y testimonio al prójimo, La convicción nos ayuda a caminar firmes en la fe y en la certeza que el testimonio que se vive, es el amor mismo de Dios manifestado en la vida del hombre. Trabajar en la mies es colocar nuestro empeño en todo lo que hacemos; es reconocer en Jesús la vía que debemos seguir; es cultivar cada día nuestra vocación a la que todos estamos llamados: ser evangelizadores, llevando el mensaje a todos los hombres y mujeres, sin exclusión.
María Santísima, maestra de la evangelización
Nuestra Madre del cielo, María Santísima, es maestra de la evangelización. Ella no es un personaje más en la vida de Jesús. Ella es protagonista y nos enseña el camino que debemos seguir y en nombre de quien debemos anunciar y proclamar el evangelio. María nos invita a caminar juntos en la convicción del mensaje que nos da Jesús, proclamando sin miedo la palabra de justicia, de amor y de paz.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a predicar el evangelio, es decir, ser evangelizadores, llevando el mensaje de Jesús a todos sin excepción. Evangelizar es cumplir la voluntad de Dios en el ambiente donde nos encontremos, viviendo la justicia y la caridad hacia el prójimo. Se piensa que son suficientes los misioneros y sacerdotes presentes en el mundo: nunca seremos suficientes, siempre serán necesarios más. Aún así, hay algunos aspectos fundamentales que nos ayudan a ser agentes multiplicadores de la evangelización: la oración, la conversión y la convicción. Cada uno de ellos, conforman la verdadera evangelización por lo que es necesario cultivarlos a cada momento. La oración nos une a Dios y nos proporciona una unión íntima con Él. La conversión nos mueve a mirar con determinación y sinceridad el rostro de Dios para así ayudar con sinceridad y testimonio al prójimo, La convicción nos ayuda a caminar firmes en la fe y en la certeza que el testimonio que se vive, es el amor mismo de Dios manifestado en la vida del hombre. Trabajar en la mies es colocar nuestro empeño en todo lo que hacemos; es reconocer en Jesús la vía que debemos seguir; es cultivar cada día nuestra vocación a la que todos estamos llamados: ser evangelizadores, llevando el mensaje a todos los hombres y mujeres, sin exclusión.
María Santísima, maestra de la evangelización
Nuestra Madre del cielo, María Santísima, es maestra de la evangelización. Ella no es un personaje más en la vida de Jesús. Ella es protagonista y nos enseña el camino que debemos seguir y en nombre de quien debemos anunciar y proclamar el evangelio. María nos invita a caminar juntos en la convicción del mensaje que nos da Jesús, proclamando sin miedo la palabra de justicia, de amor y de paz.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com