José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
En Sintonía con Jesús Radio

Radio en vivo

sábado, 19 de diciembre de 2020

IVº Domingo de Adviento, 20 de diciembre de 2020

 

“¡ALÉGRATE!”: UN MENSAJE PARA TODOS
“…porque para Dios nada hay imposible. María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”

Iº lectura: 2Sam 7,1-5.8-11,16; Salmo: 89; IIº lectura: Rom 16, 25-27; Evangelio: Lc 1,26-38

El camino que nos lleva a la Navidad es un itinerario de paz, alegría y esperanza. La alegría y la paz son temas propicios que encaminan al hombre de hoy a vivir con sencillez y este aspecto es primordial en la liturgia de este día. En ella, Dios muestra el deseo de vivir en el corazón del hombre y ser parte del amor que se debe practicar en el prójimo y en cada uno de nosotros.
 
TIEMPO DE PAZ Y JUSTICIA
 
Dios nos pide caminar en su presencia, ser verdaderos discípulos, testigos y misioneros de su palabra. Él desea habitar en el corazón del hombre y que todos seamos constructores del templo de nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestra sociedad. Ser constructores significa caminar por sendas de paz y justicia, que permitan descubrir cada día más el insondable amor de Dios que nos da la fuerza en la preparación del corazón de hombre para su llegada. Es por ello que proclamamos el Evangelio de la verdad, el Evangelio de la vida, el mensaje de Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, presente por siempre en nuestra vida.
 
Se nos invita a prepararnos bien para que esta Navidad sea un momento oportuno para llenarnos de Dios, escuchar su Palabra y ayudar de verdad a quien lo necesita. No podemos ser indiferentes ante el sufrimiento del prójimo, debemos tomar conciencia que es necesario acercarnos más entre nosotros, tener gestos de solidaridad y dar testimonio  de la vocación a la que hemos sido llamados: ser discípulos de la paz, la reconciliación y defensa de la vida.
 
Con esto debemos, en primer lugar, ser templos del Espíritu Santo; luego, vivir según la voluntad de Dios y en tercer lugar, reconocer en el amor de Dios el modo de cumplir su voluntad para creer, vivir y anunciar el Evangelio. Nos uniremos a Dios como discípulos de Jesús si creemos cada vez en su presencia en medio de todos, sin exclusión, sabiendo que todos somos parte de Él y de la Iglesia. En este tiempo de Adviento que hemos vivido, y en el de Navidad que se avecina, estamos llamados a unirnos con convicción al plan salvífico de Dios para con su pueblo: un plan de amor, paz y justicia.
 
SENCILLOS Y HUMILDES CON MARÍA
 
Dios nos anuncia el mensaje de paz presente en su Hijo a través del poder del Altísimo y en el “fiat” -hágase- de María Santísima. Ella nos da el ejemplo para cumplir con humildad y sencillez la voluntad de Dios, que no es otra cosa sino vivir de corazón su amor hacia Él, el prójimo y nosotros mismos. María, nuestra madre nos guía a Jesús, ella nos da la posibilidad de estar junto a Él, junto a la Sagrada Familia, junto al amor de Dios hecho hombre. Así sea.
 
Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, Santo Cristo del Rostro Sereno,
te pedimos por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado.
Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de
recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.
Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.
 
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
 
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal
 

III° Domingo de Adviento, 13 de diciembre de 2020

"VOZ QUE GRITA EN EL DESIERTO”

“Vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues esto es que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús.” 
(1Tes 5,16-18)

Iº lectura: Is 61, 1-2.10-11; Salmo: Lc 1, 46-48, 49-50, 53-54; IIº lectura: 1Tes 5, 16-24; Evangelio: Jn 1, 6-8.19-28

Alegría, regocijo y gran expectativa nos produce la venida del SeñorEl tercer domingo de Adviento, nos muestra de manera especial la espera del nacimiento de Jesús. El profeta Isaías deja ver la imagen fructífera de la alegría que inunda los corazones, del Espíritu de Dios que lleva al elegido a anunciar la Buena Nueva, la salvación y la ayuda a quien necesita de ellas.
 
Esto nos lleva a florecer en medio del pueblo, en medio de las adversidades como testigos de justicia y de paz. Se hace hincapié en la oración, la alegría y el hecho que debemos hacer el bien, ratificándose así el inmenso amor de Jesús para los suyos, resaltando la grandeza de Juan el Bautista -el precursor- quien nos indica así lo que cada uno debe practicar: reconocer en el Hijo de Dios al Mesías que viene a salvarnos.
 
JUAN EL BAUTISTA: TESTIGO DE LA LUZ
 
El itinerario del Adviento nos presenta a Juan el Bautista como ejemplo de lo que la liturgia nos ofrece: regocijo, alegría, fortaleza, fidelidad, justicia, paciencia. Juan es quien anuncia y denuncia, es quien sin miedo habla de Dios como guía de nuestra vida; es aquel que prepara no solo a los de su tiempo, sino también a nosotros en la vida cotidiana, con el fin de perfeccionar nuestra adhesión a Dios y al mensaje del Evangelio.
 
La actitud de Juan es lo que permite al fiel cristiano ser testigo de la presencia de Jesús; lo que hace ver las cosas desde otros puntos de vista, es decir, nos muestra la verdadera vía para encontrar la felicidad. Juan predica en el desierto y justo allí florecen las esperanzas. Es en el desierto donde germina el deseo de encontrar a Dios y seguir sus pasos. ¡Cuánto desierto encontramos en nuestra vida! ¡Cuántos momentos de tristeza, de dolor, de angustia! ¡Cuánta impotencia ante la injusticia que reina en ciertas situaciones que parecen no tener vía de salida! Ante todo esto se asoma una luz que nos ilumina desde lo más profundo de nuestro ser: la llegada de Jesús. Ante la duda de muchos y el asombro de otros, ¡Él es quien debe venir!, Él es quien nos salva, quien nos ilumina, quien nos da la fuerza para cultivar aún más el regocijo de su venida, la alegría de su presencia y la fidelidad a su mensaje.
 
La presencia de Jesús, reflejada en el pesebre, en cantos y en celebraciones, se hace vida, se hace realidad perenne si nuestro corazón se dispone a abrir sus puertas y aceptarlo sin condiciones. Juan el Bautista nos da muchas enseñanzas y entre ellas nos recuerda que debemos tener valentía para ayudar a preparar la vía del Señor y sencillez para que quien escucha pueda entender que Dios es vida, alegría y armonía. Quien está lejos de la palabra del Señor, quien no vive en Dios sino que usa y abusa de la vida misma en desprestigio del hombre, se acerca más a la experiencia del mal y por ende, al pecado. Juan es el mayor entre los nacidos de mujer, es quien nos motiva y nos da ánimo para ser testigos, en espíritu y verdad, de lo que nos anuncia el Evangelio.
 
MARÍA: EJEMPLO DE HUMILDAD Y FE
 
El itinerario del Adviento nos regala la esperanza que todos debemos vivir. El ejemplo de nuestra Madre del cielo nos motiva a colocar nuestras vidas en la presencia de Dios. A pocos días de la celebración de la Navidad, hagamos nuestros propósitos espirituales con el fin de decir junto a María: “yo soy la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 38). Así sea.
 
Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, Santo Cristo del Rostro Sereno,
te pedimos por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado.
Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de
recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.
Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.
 
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
 
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal
 

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...