MULTIPLICAR, NO DIVIDIR
“…estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni
principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad,
ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios...”
I° lectura: 1Is 55, 1-3; Salmo: 144; II° lectura: Rm 8, 35.37-39; Evangelio: Mt 14, 13-21
Caminar juntos, vivir en comunión, estar unidos, participar en fraternidad… todas estas frases, forman parte del lenguaje normal de un cristiano y es lo que debe hacernos sentir seguros que Jesús camina con nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Dios? Nada ni nadie.
Estamos unidos a Él en
la medida que seamos verdaderos discípulos y seguidores no sólo de las
palabras, sino de los hechos, las acciones, las obras que en el nombre de Él,
se realizan. Hoy día se nos indican patrones o paradigmas a seguir. Son modelos
que, en algunos casos, no responden a las verdaderas necesidades del hombre de
hoy; en otros casos, son simplemente, aquellos detalles que cada corazón
necesita para vivir en unidad y junto a Jesús. ¡Cuán rica y fructífera es la
liturgia de la palabra de hoy! ¡Cuántas enseñanzas nos deja!
JUNTO A JESÚS…
Se nos regala un
episodio muy significativo del Evangelio: la multiplicación de los panes y los
peces. Al respecto, hay algunos detalles que debemos tener en cuenta. Veamos.
En primer lugar, debemos aprender a escuchar a Dios.
Solo así podremos encontrar paz y tranquilidad, y nuestro corazón estará lleno
de su amor y su espíritu.
En segundo lugar, se nos pide estar junto a Jesús, no
apartarnos de Él, no permitir que ideologías, pensamientos absurdos, acciones
injustas, malas influencias y demás desordenes presentes en el mundo, nos
alejen del más grande tesoro que es el amor de Jesús.
En tercer lugar, ante nuestros ojos Jesús
multiplica gracias y dones, es decir, nos regala a cada momento la posibilidad
de encontrar la oportunidad para hacer el bien y no aparentar hacerlo o
vivirlo.
En cuarto lugar, se nos invita nuevamente a
cultivar el hecho de ser discípulos. El evangelio nos indica algo fundamental
al respecto, como partícipes del banquete de Jesús: no hay que dejar que
nuestros hermanos se vayan sin ser atendidos; sintamos compasión y misericordia
hacia quien necesita de ello.
En este sentido, el detalle de Jesús de no dejar ir
a la gente con hambre, denota un sentimiento de amor hacia los demás. El
maestro no nos deja sin alimento, hace de nosotros fieles deseosos de tomar el
alimento de la palabra y aquel material. La Eucaristía , prefigurada
en este episodio, es el centro de nuestra vida y nos permite ver en Jesús el
maestro de los detalles de amor hacia Dios y nuestros hermanos más necesitados.
Seamos testigos de la
multiplicación de los dones y gracias que Dios hace cada día en el mundo,
dejando de lado cualquier indicio de división y odio, extendiendo como
verdaderos discípulos en medio de la sociedad, el evangelio de la verdad y de
la paz.
Nuestra Madre del
Cielo, nos enseña a transmitir a los demás con sencillez y certeza, la
insondable grandeza del Señor para con sus hijos. Ella es testigo fiel de lo
que debemos hacer para convertirnos cada día más en discípulos de su hijo con
el fin de llevar a todas partes su mensaje y su amor y así, caminar siempre
junto a Él.
Demostremos nuestra sincera piedad y acción de cristianos en la devoción al Santo Cristo de
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com