José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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viernes, 13 de abril de 2012

II Domingo de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia, 15 de abril de 2012

Creer para ver…

Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»


Iº lectura: Hch 4,32-35; Salmo: 117; IIº lectura: IJn 5,1-6; Evangelio: Juan 20,19-31

El segundo domingo de Pascua coloca en evidencia la importancia de la fe para la vida espiritual de todos y cada uno de los que nos llamamos discípulos del Resucitado. En este domingo se nos invita a vivir la fe, promover la paz y dejarnos guiar por el espíritu, ya que a través de ello, es que crecemos como discípulos de Jesús de Nazaret, a quien damos a conocer con la palabra y el testimonio. Es el domingo de la Divina Misericordia.

La paz, fuerza de quien cree…

El papa bueno, el beato Juan XXIII, decía: “La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios”. En la liturgia de hoy, se nos ofrecen algunos puntos fundamentales que no pueden ser ajenos a ninguno de nosotros. En primer lugar, debemos -como los apóstoles- dar testimonio de la resurrección con valor y con decisión, sabiendo que es el camino para llevar a los demás a Dios. La unión y el sentimiento común es lo que nos va a caracterizar como seguidores y discípulos de Jesús. En segundo lugar, tenemos como bandera de la vida nuestra fe, con la cual logramos vencer las dudas, las incertidumbres, las situaciones difíciles. Con la fe podemos ayudar a los demás a sentir la presencia de Dios y a cultivar cada vez más la esperanza de caminar en su amor y su misericordia. En tercer lugar, debemos ser pioneros en promover la paz, y junto a ella, guiados por el Espíritu Santo, transmitir el mensaje del Evangelio de la verdad, un mensaje lleno de fe y justicia, un mensaje que llegue a todos los hombres y mujeres, un mensaje que sea la fuerza que nos impulse a caminar sin vacilar, convencidos de quien estamos predicando: a Jesús resucitado, vivo en medio de su pueblo, presente en cada corazón. En cuarto lugar, estamos llamados a construir comunidades de fe, donde se vida la fraternidad, donde el sentir sea común y se nos identifique por el amor; ahí tenemos el itinerario que debemos recorrer…


María Santísima, testimonio de paz y de fe…

Junto a María Santísima, nuestra Madre del Cielo, caminamos hacia la luz que Dios nos ofrece. Es un camino de paz, de amor, de esperanza. Junto a ella, madre de Jesús de la misericordia, estamos seguros que nuestros pasos serán firmes y que nuestro testimonio será verdadero. Así sea.


Damos la bienvenida a S. E. R. Cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica, quien viene a nuestra diócesis para participar en los actos conmemorativos de los 50 años de la Universidad Católica del Táchira y para compartir con esta diócesis que, fiel al Magisterio y al Santo Padre, camina en Espíritu y Verdad.

P. José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

lunes, 9 de abril de 2012

Domingo de Resurrección, 8 de abril de 2012

Jesús: paz y gozo de nuestra vida

“Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios”…

I° lectura: Hch 10, 34.37-43, Salmo: 117, II° lectura: Col 3,1-4; Evangelio: Jn 20,1-9

El domingo de Ramos aclamábamos la entrada de Jesús a Jerusalén y, con ello, a nuestras vidas. Era la aclamación de un pueblo que admiraba al maestro, al profeta, al Hijo de David…hoy se presenta Jesús en la plenitud de su presencia. El itinerario que hemos recorrido nos ha traído a este día, al día de la resurrección, día de amor y de paz. Jesús nos da testimonio de vida y de amor, ya que “pasó haciendo el bien” y nos enseña a estar unidos a Dios y ser testigos de su obra (I° lectura). Es por ello que se estamos llamados a darle gracias por su amor y su misericordia, porque es bueno con cada uno de nosotros (Salmo); solo así podremos buscar “los bienes de arriba”, los de allá donde está Cristo y a lo que debemos aspirar (II° lectura).

“Eterna es su misericordia”

El día de la resurrección es un día de fiesta, de alegría y no de una alegría pasajera, es la alegría de los hijos de Dios que sentimos la presencia de Jesús resucitado, vivo en medio de nosotros todos los días, a cada momento. El día de la resurrección es una puerta que se abre a la esperanza, al deseo de vivir como verdaderos hijos de Dios. El gozo que proporciona ver y sentir a Jesús vivo, es un gozo que no acaba. Ese gozo nos regala algunos elementos fundamentales: en primer lugar, la resurrección no hace olvidar la pasión, sino que, junto a ella, forma el camino que nos lleva a la salvación; es vivir el sufrimiento de la pasión y el gozo de la resurrección, única vía que nos conduce a Dios. En segundo lugar, la resurrección comporta dejar de lado el miedo y dar vía libre al anuncio del evangelio, sin temores, sin exclusión, sin discriminación, ya que el evangelio es vida, es unión, es luz, es esperanza. En tercer lugar, la resurrección es el camino que todos los cristianos debemos conocer y recorrer. Jesús, Dios y hombre verdadero, siervo sufriente, maestro victorioso, hermano y compañero de viaje en la vida de todos, nos da testimonio de cómo caminar en su presencia y cómo llevar su amor a todos. En este día celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, es el triunfo de Jesús, nuestro maestro y Señor, sobre la maldad y el pecado. Hoy podemos llevar una bandera en alto: la bandera de la paz, de la luz, de la vida; hoy es tiempo de llevar la esperanza a tantos que viven sumergidos en la muerte, en la destrucción, en el mal, alejados de Dios. Hoy es tiempo de proclamar que Jesús está vivo, que su mensaje es actual, su misericordia infinita y su presencia real; seamos testigos de su amor y no nos dejemos amedrentar por ideologías vanas ni por quienes no desean vivir el mensaje del evangelio.

María Santísima, madre del resucitado

En este día el ejemplo de María es claro y preciso: debemos tener esperanza y confianza en Jesús. Ella siempre vivió en la paciencia ante el dolor, en el silencio ante los gritos de las multitudes y las injurias, en el amor ante todos aquellos que hemos sido confiados a su maternal protección. Ser testigos de la resurrección implica caminar junto a María y unirse a la misión a la que todos estamos llamados a realizar y a vivir como discípulos y misioneros…Así sea.

¡Felices Pascuas de Resurrección! Dios les bendiga a todos…

P. José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...