“Él respondió: Habla, que tu siervo te escucha.”
Iº lectura: 1Sam 3, 3b-10. 19; Salmo: 39; IIº lectura: 1Cor 6,13c-15a.17-20; Evangelio: Jn 1, 35-42
La liturgia de hoy junto a lo que se está viviendo en la actualidad es una muestra tangible del escenario de la vida en el cual todos tenemos nuestra participación. La llamada de Dios a Samuel y la invitación de Jesús, la disponibilidad de quien desea cumplir la voluntad de Dios, ofreciendo su vida, cuerpo y alma, todo su ser, como Templo del Espíritu Santo, son signos evidentes que debemos vivir como verdaderos cristianos.
“¿Dónde vives?”
La pregunta de los discípulos a Jesús es clara y la respuesta lo es igualmente. El maestro nos invita a ver dónde vive, a participar de su amor, de su misericordia, de lo que realmente es ser parte de su vida. La situación del hombre de hoy se ve afectada por la cantidad de mensajes, que llegan de muchos frentes y que, en algunos casos, no ayudan a crecer. Estamos, casi sin darnos cuenta en ciertos momentos, alejándonos de la invitación de Jesús que nos manifiesta el deseo de vivir junto a Él, con Él y por Él. Muchas almas se pueden acercar al Señor si el Evangelio es vivido, creído y anunciado con convicción. La invitación de hoy, esa llamada que viene de Dios y que a Él nos lleva, es un itinerario de vida y de esperanza que cada uno de nosotros debemos recorrer. No perdamos de vista lo que desde siempre se nos ha enseñado a través de la Palabra de Dios: ir y predicar a todos el Evangelio, el mensaje de la Buena Nueva de la verdad que nos ayuda a renovarnos cada vez más. Esta misión a la que estamos llamados, nos debe llevar a ser valientes y defensores de la Fe, de la Iglesia. Quien es cristiano, quien es católico, debe seguir el ejemplo de Jesucristo, su mensaje, su palabra, su vida misma. Es fundamental saber que pertenecemos a la Iglesia y es por ello que debemos vivir como miembros de ella, siendo testigos y haciendo lo que un fiel discípulo debe: seguir a Jesucristo y llevar su mensaje a todos: ¡Él vive en nuestro corazón!
María, ejemplo de escucha y disponibilidad
Desde la anunciación, la disponibilidad de Nuestra Madre del cielo es total hacia Dios y hacia la misión a la cual es llamada. Ella asume con convicción, la vida y los corazones de toda la humanidad, que necesita realmente del amor de Dios para poder vivir en Él y así extender su reino de paz y justicia. Sintámonos participes aunque las gracias, las condecoraciones, los premios y otras cosas materiales, no lleguen. El premio lo obtenemos cada día, ya que el amor de Dios se derrama en cada corazón y en cada uno de ellos se extiende a todos los que lo necesitan.
Oremos por nuestra diócesis, que este año celebrará sus 90 años. Que San Sebastián, ejemplo de santidad y de camino hacia Dios, interceda por nosotros para ser testigos, en espíritu y verdad, del Evangelio de la verdad. Así sea.
Iº lectura: 1Sam 3, 3b-10. 19; Salmo: 39; IIº lectura: 1Cor 6,13c-15a.17-20; Evangelio: Jn 1, 35-42
La liturgia de hoy junto a lo que se está viviendo en la actualidad es una muestra tangible del escenario de la vida en el cual todos tenemos nuestra participación. La llamada de Dios a Samuel y la invitación de Jesús, la disponibilidad de quien desea cumplir la voluntad de Dios, ofreciendo su vida, cuerpo y alma, todo su ser, como Templo del Espíritu Santo, son signos evidentes que debemos vivir como verdaderos cristianos.
“¿Dónde vives?”
La pregunta de los discípulos a Jesús es clara y la respuesta lo es igualmente. El maestro nos invita a ver dónde vive, a participar de su amor, de su misericordia, de lo que realmente es ser parte de su vida. La situación del hombre de hoy se ve afectada por la cantidad de mensajes, que llegan de muchos frentes y que, en algunos casos, no ayudan a crecer. Estamos, casi sin darnos cuenta en ciertos momentos, alejándonos de la invitación de Jesús que nos manifiesta el deseo de vivir junto a Él, con Él y por Él. Muchas almas se pueden acercar al Señor si el Evangelio es vivido, creído y anunciado con convicción. La invitación de hoy, esa llamada que viene de Dios y que a Él nos lleva, es un itinerario de vida y de esperanza que cada uno de nosotros debemos recorrer. No perdamos de vista lo que desde siempre se nos ha enseñado a través de la Palabra de Dios: ir y predicar a todos el Evangelio, el mensaje de la Buena Nueva de la verdad que nos ayuda a renovarnos cada vez más. Esta misión a la que estamos llamados, nos debe llevar a ser valientes y defensores de la Fe, de la Iglesia. Quien es cristiano, quien es católico, debe seguir el ejemplo de Jesucristo, su mensaje, su palabra, su vida misma. Es fundamental saber que pertenecemos a la Iglesia y es por ello que debemos vivir como miembros de ella, siendo testigos y haciendo lo que un fiel discípulo debe: seguir a Jesucristo y llevar su mensaje a todos: ¡Él vive en nuestro corazón!
María, ejemplo de escucha y disponibilidad
Desde la anunciación, la disponibilidad de Nuestra Madre del cielo es total hacia Dios y hacia la misión a la cual es llamada. Ella asume con convicción, la vida y los corazones de toda la humanidad, que necesita realmente del amor de Dios para poder vivir en Él y así extender su reino de paz y justicia. Sintámonos participes aunque las gracias, las condecoraciones, los premios y otras cosas materiales, no lleguen. El premio lo obtenemos cada día, ya que el amor de Dios se derrama en cada corazón y en cada uno de ellos se extiende a todos los que lo necesitan.
Oremos por nuestra diócesis, que este año celebrará sus 90 años. Que San Sebastián, ejemplo de santidad y de camino hacia Dios, interceda por nosotros para ser testigos, en espíritu y verdad, del Evangelio de la verdad. Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
joselucio70@gmail.com