José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 10 de septiembre de 2011



Solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto
La Bella Señora
“María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”

Iº lectura: Eclo 24,3-4.8-12.19; Salmo: Jdt 13, 23-25; IIº lectura: Gal 4, 4-7; Evangelio: Lc 2, 15-19

Con gran fervor y devoción, el pueblo venezolano se postra una vez más a los pies de nuestra madre de Coromoto. Hace 359 años en Venezuela se apareció a los indígenas en Portuguesa una “Bella señora”, que trajo y sigue extendiendo la paz en nuestra patria y en los corazones de todos y cada uno de nosotros. La historia nos cuenta cómo nuestra madre del cielo se aparece envuelta en belleza y luz, plena de amor y de paz en medio de su pueblo que hoy, sigue honrando su presencia maternal y amorosa a todos aquellos que se sienten y son sus hijos.

La Virgen María, orgullo de nuestro pueblo
La paz en nuestra vida nos viene por María. La Virgen es seguridad y garantía, ya que a través de ella, llegamos a Dios. Ella acoge en su corazón a todos sin distinción, ella une en su vida a tantos y tantos hijos dispersos que están en constante búsqueda del verdadero camino, ella nos abraza a todos. María Santísima, la Bella Señora, la madre de la Coromoto, la madre de quien viene todo amor y comprensión, nos cuida, nos protege y nos invita también a ser constantes, fieles y sobre todo, a comportarnos como buenos hijos. Ella “guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. Ese gesto es muestra que, en medio de su silencio, existe un gran corazón y por ello fue conveniente que desde lo alto, el buen Dios se fijara en este ser tan especial y puro, tan maravilloso y sencillo, tan inmenso y humilde. María es verdadero modelo de humildad y comprensión, en ella se conjugan todas las prerrogativas necesarias para convertirse, como lo hizo, en ejemplo para todas las generaciones. Es evidente que la sencillez de María engrandece su imagen, su figura y su vida entera, enaltece lo que en una persona debiera ser algo normal: el amor de Dios presente en la vida cotidiana. María nos bendice y nos acompaña. ¡Bendita entre las mujeres! ¡Bendita y dichosa porque estás con nosotros!, ¡Bendita porque nos llevas en tu corazón!



Acerquémonos a ella...

Acudamos a ella con humildad y con convicción, pidiéndole con fe por nuestra patria, por nuestro estado, por nuestra diócesis y llevemos el más grande regalo que un hijo puede dar a su madre: fidelidad, obediencia y amor. Nos unimos al júbilo que se vive en nuestra patria, en el corazón de todos y cada uno de nosotros que invoca con amor la protección de nuestra madre del cielo, bajo la advocación de Coromoto. Así sea.

LECTURA RECOMENDADA SOBRE HALLAZGOS EN LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE COROMOTO: http://www.zenit.org/article-32331?l=spanish

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...