"!Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz…”
La liturgia de la palabra de este día, desea introducirnos en el misterio del Mesías, el hijo de Dios en toda su grandeza y particularmente centrado en el anuncio de la muerte y la resurrección. El episodio de los magos, en contraposición de la actitud de Herodes, se centra en la pregunta: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?”.
Se proponen ambas partes encontrar al hijo de Dios, pero con intenciones opuestas. Los magos porque desean ofrecer sus dones a la realeza divina, los otros porque temen ser usurpados en el poder. Los magos son modelo de obediencia perfecta a Dios quien les guía con su luz.
Él les ha hablado al corazón a través de la luz de una estrella que les ha acompañado a lo largo de su viaje. Al acercarse y encontrarlo sienten una gran alegría, así como encontraremos tiempo después en los apóstoles por la resurrección de Jesús. Es el gozo que premia la fe y la obediencia de los magos y de tantos que, como ellos, confían en la luz que proporciona el amor y la paz que viene de Dios. También hoy se tiene miedo de Jesús, de su realeza, de su presencia en medio del mundo.
Su presencia es símbolo de seguridad y confianza, es fortaleza en las dificultades, es vida en medio del desierto que se presenta cada vez que olvidamos a aquellos que necesitan nuestro apoyo y ayuda. Buscar a Jesús, es buscar el camino justo, la luz que guía nuestras vidas, el compromiso que debemos asumir como sinceros seguidores de esa luz que Dios nos coloca, para encontrar con determinación a Jesús en cada uno de nosotros.
El episodio de los magos se concluye con una anotación práctica: ellos son advertidos que no regresen donde Herodes sino que regresen por otra parte. Dios cuida el niño Jesús, cuida a los magos, nos cuida a todos, nos da los medios para enfrentar las vicisitudes que se nos presenten con el fin de salir victoriosos y seguir caminando por itinerarios que nos lleven a la conversión, a un cambio profundo que solo quien encuentra a Cristo puede experimentar.
Con María Santísima, Madre de Dios, caminamos en la esperanza…
María Santísima, madre de Dios y madre nuestra nos acompaña en este itinerario de esperanza. En este nuevo año que comienza, junto a los proyectos que la Iglesia diocesana nos presenta y en los cuales debemos participar plenamente, sin dudas y con confianza total en aquel que nos da su fuerza y su amor, debemos tener en cuenta la oración que cada día debemos elevar a Dios por la Iglesia, el Santo Padre, los obispos, nuestro obispo, los sacerdotes, religiosos y religiosas y todo el pueblo santo de Dios. Que Él nos bendiga a todos, a cada una de las familias y a cada corazón, que este año sea de esperanza plena en Dios que nos guía y en María que nos cubre con su manto de amor maternal. Así sea.
P. José Lucio León Duque
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