“Les
aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ven ustedes y no lo
vieron, y oír lo que oyen y no lo oyeron.”…
I° lectura: Is
55, 10-11; Salmo: 64; II° lectura: Rom 8,
18-23; Evangelio: Mt 13, 1-23
La Iglesia católica, una y
santa, fundada por Jesucristo,
nuestro maestro y Señor, nos da la posibilidad de encontrar en ella la fuente
de paz, de amor, de esperanza que todos necesitamos en este momento, ante la
presencia de un flagelo que día a día azota la humanidad. Actualmente son muchos los
caminos equivocados que se presentan y la actitud inerte de muchos cristianos,
dejan sin fertilidad la tierra buena que Dios nos ha concedido desde siempre. La palabra de Dios es semilla que llena,
que da plenitud y no deja vacío el corazón del hombre, ya que la semilla que
cae en tierra buena, da fruto. Con esto podemos estar seguros que seremos
liberados por la gracia de Dios.
EL CRISTIANO: TIERRA BUENA
Hay
dos cosas que se desprenden,
entre otras, de la liturgia de la Palabra de este domingo. En primer
lugar, quien siembra y en segundo lugar, la
siembra y los frutos que se producen. Quien siembra, sin duda, es Dios. Él
coloca en nuestra vida y en nuestro itinerario cotidiano, la posibilidad de
encontrar el verdadero camino. Un camino que puede ser difícil de recorrer o
que puede ser más accesible. Dios nos indica una vía llena de expectativas, una
vía no de escape, sino de esperanza y confianza. De esto se recoge, con toda
certeza buen fruto, ya que Dios nos da la fuerza para que dicha semilla caiga
en buena tierra. Es necesario
reflexionar sobre lo que hemos hecho o estamos haciendo: ¿qué hemos
sembrado?, ¿qué estamos recogiendo?, ¿cómo es nuestra cosecha? Difícilmente se
puede recoger paz cuando se siembra y existe guerra. No nos vayamos tan lejos,
miremos alrededor de nuestra vida.
Se dice que “se recoge lo
que se siembra”
(refrán popular) y ello indica que debemos tener muy en cuenta que estamos
llamados a hacer el bien, aunque nos cueste en algunas oportunidades, aunque
nuestra condición social, cultural o política, nos indiquen lo contrario: no
dejemos de hacer el bien y sembrar por todas partes y en todos los corazones,
el mensaje de Jesús.
Estamos llamados a ser mensajeros de paz, de misericordia
y de conciencia recta ante la situación que se vive en el mundo entero, una
situación que llama nuestra atención y pide cuidarnos, ayudarnos y ser
conscientes de lo que realmente está sucediendo. Estamos llamados a unirnos en
oración y en solidaridad, en gestos concretos de caridad y de toma de
conciencia ante la necesidad de nuestros hermanos más necesitados y a
reflexionar constante y seriamente como testigos y misioneros en medio del
Pueblo de Dios.
Los
Obispos de Venezuela nos exhortan a reconocer
y vivir la presencia de Dios en este itinerario de fe y esperanza, de manera
tal que podamos estar convencidos de que su amor nunca nos abandonará: “La Palabra de Dios nos proporciona la luz
de la fe, con la que podemos caminar seguros y con la mirada en el futuro;
pues, nuestra esperanza no descansa en realizaciones o conquistas puramente
humanas, sino, única y exclusivamente, en Dios y su Palabra. El momento actual
nos exige a acrecentar nuestra capacidad de creer, muchas veces, golpeada y
frustrada por la ausencia de soluciones concretas. Allí, donde parece no haber
solución, las sorpresas de Dios pueden aparecer de la forma y en el tiempo
menos pensados. Los cristianos estamos llamados a reconstruir y reedificar la
realidad venezolana, impregnándola de oración y de fuerza transformadora del
Evangelio, pero también de acción. Implica, en modo particular, renovar nuestra
opción preferencial por los pobres e invitar a sumarse a todos los sectores
sociales.” (Exhortación
Pastoral de la CXIV Asamblea de la Conferencia Episcopal Venezolana: “Tu Dios está contigo, no te dejará ni te
abandonará”, 10 de julio de 2020).
DE LA MANO CON MARÍA
Nuestra
Madre María nos lleva de la mano, nos conduce hacia la paz, la armonía y el
amor. Ella nos ayuda a
entender y practicar el hecho de ser partícipes de la siembra verdadera: la que
Jesús nos enseña y en la que debemos dar frutos de sinceridad, humildad y plena
conciencia de la ayuda que debemos proporcionarnos los unos a los otros.
Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida,
presente
en el Santísimo Sacramento del Altar, te pedimos por el mundo entero,
por
nuestro país Venezuela a ti consagrado hace 121 años.
Estamos en tus manos y en
ellas tenemos la confianza de
recibir
la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin
miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía,
de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros,
quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro
de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los
más débiles, los pobres y excluidos. Confiamos
en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor
de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en
esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así
sea.
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
#YoSoyDevotoDelSantoCristo
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis
de San Cristóbal