José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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domingo, 12 de julio de 2020

XVº Domingo del Tiempo Ordinario, 12 de julio de 2020


SEMBRAR EL BIEN
“Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ven ustedes y no lo vieron, y oír lo que oyen y no lo oyeron.”…

I° lectura: Is 55, 10-11; Salmo: 64; II° lectura: Rom 8, 18-23; Evangelio: Mt 13, 1-23

La Iglesia católica, una y santa, fundada por Jesucristo, nuestro maestro y Señor, nos da la posibilidad de encontrar en ella la fuente de paz, de amor, de esperanza que todos necesitamos en este momento, ante la presencia de un flagelo que día a día azota la humanidad. Actualmente son muchos los caminos equivocados que se presentan y la actitud inerte de muchos cristianos, dejan sin fertilidad la tierra buena que Dios nos ha concedido desde siempre. La palabra de Dios es semilla que llena, que da plenitud y no deja vacío el corazón del hombre, ya que la semilla que cae en tierra buena, da fruto. Con esto podemos estar seguros que seremos liberados por la gracia de Dios.

EL CRISTIANO: TIERRA BUENA

Hay dos cosas que se desprenden, entre otras, de la liturgia de la Palabra de este domingo. En primer lugarquien siembra y en segundo lugarla siembra y los frutos que se producen. Quien siembra, sin duda, es Dios. Él coloca en nuestra vida y en nuestro itinerario cotidiano, la posibilidad de encontrar el verdadero camino. Un camino que puede ser difícil de recorrer o que puede ser más accesible. Dios nos indica una vía llena de expectativas, una vía no de escape, sino de esperanza y confianza. De esto se recoge, con toda certeza buen fruto, ya que Dios nos da la fuerza para que dicha semilla caiga en buena tierra. Es necesario reflexionar sobre lo que hemos hecho o estamos haciendo: ¿qué hemos sembrado?, ¿qué estamos recogiendo?, ¿cómo es nuestra cosecha? Difícilmente se puede recoger paz cuando se siembra y existe guerra. No nos vayamos tan lejos, miremos alrededor de nuestra vida.

Se dice que “se recoge lo que se siembra (refrán popular) y ello indica que debemos tener muy en cuenta que estamos llamados a hacer el bien, aunque nos cueste en algunas oportunidades, aunque nuestra condición social, cultural o política, nos indiquen lo contrario: no dejemos de hacer el bien y sembrar por todas partes y en todos los corazones, el mensaje de Jesús. 

Estamos llamados a ser mensajeros de paz, de misericordia y de conciencia recta ante la situación que se vive en el mundo entero, una situación que llama nuestra atención y pide cuidarnos, ayudarnos y ser conscientes de lo que realmente está sucediendo. Estamos llamados a unirnos en oración y en solidaridad, en gestos concretos de caridad y de toma de conciencia ante la necesidad de nuestros hermanos más necesitados y a reflexionar constante y seriamente como testigos y misioneros en medio del Pueblo de Dios.

Los Obispos de Venezuela nos exhortan a reconocer y vivir la presencia de Dios en este itinerario de fe y esperanza, de manera tal que podamos estar convencidos de que su amor nunca nos abandonará: “La Palabra de Dios nos proporciona la luz de la fe, con la que podemos caminar seguros y con la mirada en el futuro; pues, nuestra esperanza no descansa en realizaciones o conquistas puramente humanas, sino, única y exclusivamente, en Dios y su Palabra. El momento actual nos exige a acrecentar nuestra capacidad de creer, muchas veces, golpeada y frustrada por la ausencia de soluciones concretas. Allí, donde parece no haber solución, las sorpresas de Dios pueden aparecer de la forma y en el tiempo menos pensados. Los cristianos estamos llamados a reconstruir y reedificar la realidad venezolana, impregnándola de oración y de fuerza transformadora del Evangelio, pero también de acción. Implica, en modo particular, renovar nuestra opción preferencial por los pobres e invitar a sumarse a todos los sectores sociales.” (Exhortación Pastoral de la CXIV Asamblea de la Conferencia Episcopal Venezolana: “Tu Dios está contigo, no te dejará ni te abandonará”, 10 de julio de 2020).

DE LA MANO CON MARÍA

Nuestra Madre María nos lleva de la mano, nos conduce hacia la paz, la armonía y el amor. Ella nos ayuda a entender y practicar el hecho de ser partícipes de la siembra verdadera: la que Jesús nos enseña y en la que debemos dar frutos de sinceridad, humildad y plena conciencia de la ayuda que debemos proporcionarnos los unos a los otros.

Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida,
presente en el Santísimo Sacramento del Altar, te pedimos por el mundo entero,
por nuestro país Venezuela a ti consagrado hace 121 años.

Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de
recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos. Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.

#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
#YoSoyDevotoDelSantoCristo

José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...