ÉL ES QUIEN NOS SALVA, ¡ES EL REY!
“Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado
al reino del Hijo de su amor, por
cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él
es imagen del Dios invisible, primogénito
de toda criatura; porque en él
fueron creadas todas las cosas: celestes
y terrestres, visibles e invisibles.”
Iº lectura: Samuel 5,1-3; Salmo: 121; IIº lectura: Colosenses 1,12-20; Evangelio: Lucas 23,35-43
Celebramos
con gozo y alegría la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Es un día de fiesta, en el cual estamos
convencidos de la presencia de Jesús en nosotros y de su plena y total
soberanía. Es el día para reconocer, con humildad y sencillez, la grandeza y la
omnipotencia de Dios que se hace hombre para acercarnos más a Él y hacernos así
partícipes de su vida misma.
Jesús
es el Rey de reyes, el señor de señores, es quien otorga la más grande
recompensa, el amor y la misericordia, hacia quien vive con docilidad y
disponibilidad la ayuda al prójimo, reflejo del rostro de Dios en la vida
cotidiana.
AYUDAR SIN EXCLUSIÓN
Ante
todo, estamos llamados a
obrar bien, a ayudar al prójimo y en él a ver con amor el rostro de Jesucristo.
Obrar bien es parte del testimonio que debe dar el cristiano, quien es
discípulo de Jesús, quien sabe que en el prójimo está presente Dios y su
infinito amor. Luego es importante tener en cuenta que el
juicio de Dios, es un juicio de misericordia y de amor. Él nos llama a la
santidad y nos invita a seguirlo hasta la Cruz; su infinita misericordia juzgará
y dará la recompensa que cada uno merece.
Celebrar
la Solemnidad de Cristo Rey nos debe hacer
reflexionar sobre la necesidad que tenemos de reconocer en Jesús la razón de
nuestra vida, a quien debemos imitar y junto con quien debemos caminar.
Acerquémonos a Jesús Eucaristía, a Jesús presente en el prójimo y a Jesús vivo
en el corazón de todos y cada uno de nosotros.
A lo
largo de la historia tenemos el testimonio de muchos cristianos quienes han
dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas y, por ello, en nombre de
Dios, de la Iglesia de Cristo que vive en nosotros y con el deseo de ayudar
cada vez más al prójimo, se pide a todos los cristianos que nuestro lema de
vida sea: ¡Viva Cristo Rey!
MARÍA SANTÍSIMA, MADRE DEL REY HUMILDE Y SENCILLO
María,
Nuestra Madre, nos enseña la humildad que todo cristiano debe seguir y
vivir. Ella es la madre del
Rey, la madre del Salvador del hombre, la madre de Dios. Su humildad y
sencillez nos permite contemplar un corazón puro y un alma materna que está por
encima de cualquier otra cosa. Ella nos da ejemplo de cómo vivir en Dios y a
partir de su amor, ser prójimo con el prójimo y verdaderos testigos del
evangelio.
Nuestra
Misión es clara, es precisa:
caminar juntos en Espíritu y Verdad hacia la Paz y Reconciliación para
proclamar la verdad, la justicia y la paz en la tarea de evangelización y así
poder escuchar: ¡Vengan benditos de mi Padre! Así sea.
José
Lucio León Duque