SEGUIR AL BUEN PASTOR
“Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las
mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi
vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil;
también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo
rebaño, un solo Pastor.” (Jn 10, 14-16)
Iº lectura: Hch 4,8-12; Salmo: 117; IIº lectura:
1Jn 3,1-2; Evangelio: Jn 10,11-18
Contemplamos en este período los misterios Pascuales, y junto a ellos, celebramos a Cristo: Buen Pastor. En el Evangelio de San Juan, Él usa esta imagen refiriéndose a Él mismo ya que es la puerta por la cual todos estamos invitados a pasar. Él es el Buen Pastor que conduce a sus ovejas por senderos tranquilos hacia los mejores pastos. Los que no permiten esto son ladrones y matan las ovejas sin ninguna compasión.
COMPORTARNOS COMO PASTORES
En este domingo, como cada domingo
de Pascua, se nos habla del impacto que la presencia de Cristo, resucitado de
la muerte, tiene en cada uno de nosotros. Los católicos hacemos vida en esta experiencia con la
cual se promueven, se aprenden y se viven las características sencillas de la
vida cristiana: la oración y la Eucaristía, la instrucción en la fe y las
posesiones en común. Cada uno de nosotros debemos configurarnos al Buen Pastor,
siguiendo sus enseñanzas, su ejemplo y su presencia en medio de nuestros
corazones.
Siguiendo lo
que nos dicen las lecturas, vemos cómo se refleja lo que se hace en muchos
momentos de la vida: algunos juzgan si se vive en nombre de Jesús y si se
predica el Evangelio de la verdad. Más allá de esto, es necesario, junto con
San Juan, encontrar en Dios el sentido de nuestra vida cristiana, ya que somos
hijos de Dios y debemos luchar siempre por mostrarnos como tal.
El Buen
Pastor es quien guía, conoce, ama y da la vida por sus ovejas. La llamada que
se nos hace a seguir este camino, es un compromiso que tenemos como tarea y
como parte fundamental de nuestra vida. Esto implica ser discípulo y misionero
de Jesús quien nos invita a configurarnos con Él y conocer cada día más lo que
comporta ser un Pastor a su imagen, lo cual nos dará la garantía de caminar en
la verdad, en la paz y en la fraternidad que cada uno de nosotros debe vivir de
verdad. Si el reflejo de nuestra vida es
lo que vivimos en nombre de Dios, seremos testigos de la verdad, extendiendo el
Evangelio a todos los fieles sin excepción.
“Escuchar y acoger la
llamada del Señor no es una cuestión privada o intimista que pueda confundirse
con la emoción del momento; es un compromiso concreto, real y total, que afecta
a toda nuestra existencia y la pone al servicio de la construcción del Reino de
Dios en la tierra. Por eso, la vocación cristiana, radicada en la contemplación
del corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor
de la liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres. El discípulo de
Jesús tiene el corazón abierto a su horizonte sin límites, y su intimidad con
el Señor nunca es una fuga de la vida y del mundo, sino que, al contrario,
«esencialmente se configura como comunión misionera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 23).” (Mensaje del Santo Padre Francisco para la 52 Jornada Mundial de Oración
por las Vocaciones
- 26 de abril de 2015)
MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR
La vida y el
ministerio de María, es único e irrepetible, ya que es modelo de cada vocación
cristiana. María debe contar en la vida cotidiana de todos y cada uno de
nosotros, pues ella nos invita a seguir su ejemplo: “hagan lo que Él les
diga” (Jn 2,5); se nos invita, por tanto, a pedir su intercesión por todos
los pastores de nuestra Iglesia, por todos y cada uno de aquellos que viven en
Dios y a través de Él, se esfuerzan por ser verdaderos discípulos del
resucitado. Así sea.
OREMOS AL
BUEN PASTOR POR EL II° CONGRESO VOCACIONAL DIOCESANO DE LA
DIÓCESIS DE SAN CRISTÓBAL, QUE SE REALIZARÁDEL 30 DE
ABRIL AL 3 DE MAYO DE 2015 EN NUESTRO SEMINARIO DIOCESANO SANTO TOMÁS DE AQUINO
DE PALMIRA.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com