“Hay diferentes dones, pero el
Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay
diferentes actividades, pero Dios, que hace en todo en todos, es el mismo. En
cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común”. I Cor 12, 4
Iº lectura: Is 62, 1-5; Salmo: 95; IIº
lectura: I Cor 12, 4-11; Evangelio: Jn 2, 1-11
La liturgia de la palabra de hoy, nos
enseña el camino que debemos seguir. Hacer lo que
nos dice Jesús es transmitir el mensaje de Dios. Arrepentirnos y convertirnos, son signos de que “en cada uno
se manifiesta el Espíritu para el bien común” y por tanto, es nuestro deber
seguir caminando en nombre de Dios, aquí y ahora, en cada instante y en cada
lugar.
SOMOS UNO EN EL ESPÍRITU DE DIOS…
Jesús en el Evangelio nos ayuda a
crear una frase que podemos utilizar sin mayores problemas: nos falta algo. Jesús, María y sus
discípulos participan de una Boda y faltó el vino, algo material que era
necesario para la fiesta. La Virgen se da cuenta y lo dice a Jesús. Él no se
molesta por recibir la petición de María pues ve que ella confía en Él. Podemos
decir que siempre que nos falta algo ahí está Jesús y a Él llegamos a través de
María.
Cuando nos falta la capacidad de
ser personas de misericordia y de paz, ahí está Jesús. Cuando buscamos la
manera de dañar a los demás a causa del pecado, Jesús está allí para sanar las heridas y así dar
el gusto que se necesita para vivir mejor. Cuando falta algo en la sociedad, en
la Iglesia, en nuestra vida, ahí está Jesús pues en Él encontramos lo que nos
falta, el gusto de la vida, el camino que debemos recorrer para llenar el vacío
de tantas cosas de las que carecemos. Jesús convierte el agua en vino en unas
tinajas que estaban vacías y de las cuales saca lo mejor. Somos esas
tinajas vacías, que muchas veces nos quedamos sin participar en lo que Dios nos
llama a vivir: amarnos los unos a los otros reconociendo los dones y carismas
que tiene el prójimo y nosotros mismos.
El mensaje de Cristo implica, ante todo, una respuesta, ya que se nos invita a convertirnos, desear mejorar en todo y ser verdaderos seguidores del maestro del amor. En segundo lugar, la conversión que nos hace cambiar de vida, nos lleva a creer más en el Evangelio y a entender, en tercer lugar que somos los responsables de transmitir esa palabra. Es una buena noticia que tenemos en nuestras manos para extenderla con convicción, con fe y esperanza.
La vida cristiana está radicada en el amor a Dios y
la fe que tenemos en Él. La situación actual que vivimos en Venezuela y en el
mundo, nos ofrece la oportunidad de ser discípulos del Maestro del amor y de la reconciliación y, por
ende, predicar en voz alta lo que desea el Señor de todos nosotros. ¿Será
posible seguir los pasos de Cristo en medio de la necedad y la indiferencia que
tantas veces se presenta? La conversión del agua en vino, es signo de nuestra
conversión, para no perder nunca de vista el significado del mejor vino en
nuestra vida.
Ser testigos de los dones del Espíritu, de los
carismas que cada uno tiene y de la importancia del buen vino en medio de las
dificultades. Es posible seguir a Jesucristo, haciendo lo que Él nos dice,
siguiendo sus enseñanzas y sobre todo, confiando en la intercesión de María
Santísima nuestra madre, quien está siempre atenta a las necesidades que todos
tenemos…
MARÍA NOS LLAMA A SEGUIR A SU HIJO…
Acerquémonos a Jesús a través de María nuestra
madre del cielo. Ella nos guía por sendas de paz y de bondad y nos llama a
seguir a su hijo: “hagan lo que Él les diga”. Dispongámonos a
seguir a Jesús, seamos sinceros con Dios y con nosotros mismos, dejemos el
miedo y esforcémonos cada día por seguir el camino que nos lleva a la paz.
Aunque muchos digan luchar por la paz y busquen otros fines, continuemos con
nuestro ideal: en el nombre de Dios, como sus discípulos y sus testigos, nos
unimos a Él, en espíritu y verdad, con adhesión total y sin exclusión alguna…
José Lucio
León Duque
joselucio70@gmail.com