“Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen y recen por
los que los persiguen y calumnian. Así serán hijos de su Padre que está en el
cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e
injustos.”
Iª lectura: Lev 19,
1-2.17-18; Salmo: 102; IIª lectura: 1Cor 3,
16-23; Evangelio: Mt 5, 38-48
Jesucristo,
enseña a sus discípulos y a nosotros, el mandamiento del amor, la nueva ley del
Evangelio que sustituye para siempre la ley pagana del hombre viejo: “amarás a
tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Nuestro espíritu tiembla escuchando las
palabras de este nuevo mandamiento. A veces nuestras actitudes tienden a
despreciar o rechazar a quienes nos agreden o nos hacen daño. Este es el
resultado del alejamiento de Dios, de su luz, de su amor, de su palabra.
ACERCARNOS
AL AMOR DE DIOS
El amor
o caridad se presenta como un sentimiento insólito, que abre un nuevo horizonte
ante lo que muchos muestran como opción de vida. La superficialidad y el
materialismo han lacerado las facetas que el amor nos regala y han hecho que
las actitudes de algunos se caractericen por la falta de sinceridad y
honestidad.
El hombre, imagen y semejanza de Dios, es
liberado de sus pecados gracias a la acción redentora de Jesús y es renovado
por la acción del Espíritu Santo. Desde el momento en que Dios nos ama en este
modo, nos hace participes de él y nosotros podemos perdonar a quien se presenta
como “enemigo” colocándolo en manos del que todo lo puede.
La vida
cotidiana es el escenario en el cual podemos hacer realidad lo que Jesús nos
enseña. Es allí donde es posible abrir nuestro corazón y hacer surgir la
esperanza ante el daño evidente que se presenta a causa de la carencia de quien
se aleja de Dios. Las distinciones las hacemos nosotros, las divisiones las
creamos cuando no aceptamos con tolerancia la posibilidad de hacer las cosas
mejor.
Jesús
nos invita hoy y cada día a ser perfectos como el Padre celestial y lo
lograremos si abrimos nuestro corazón y actuamos con sinceridad ante las
dificultades que se puedan presentar. La vía a seguir es Jesús e imitándolo a
Él, hombre nuevo, modelo para cada uno de nosotros, encontramos la verdadera
razón para vivir bien el Evangelio de la verdad.
MARIA,
MODELO DE VIDA
“Hagan lo que Él les diga”
resuena en nuestras vidas cada vez que pensamos en cómo cumplir la voluntad de
Dios. Sigamos los pasos de nuestra madre del cielo y encontraremos el modo para
que, desde la sencillez y la reflexión, podamos ser portavoces del mensaje que
Jesús, hoy y siempre, nos regala sin excepción. Así sea.
José Lucio León
Duque