José Lucio León Duque

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viernes, 22 de mayo de 2015

Mons. Mario del Valle Moronta en ocasión de la Beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero, 23 de mayo de 2015

Mons. Oscar Arnulfo Romero
ROMERO

Hermoso regalo para la Iglesia en América Latina en vísperas de Pentecostés: la beatificación del Obispo mártir de El Salvador, Mons. OSCAR ARNULFO ROMERO. En efecto, este sábado 23 de mayo es beatificado en San Salvador el Obispo del pueblo, sencillo, austero y de profunda fe, quien fue capaz de entregar su vida por la gente a la que le brindó un especialísimo servicio, siempre en nombre del Señor. Mons. Romero entra en la gloria de los altares y ya se le puede dar culto público.

Sobre Mons. Romero se tejieron múltiples leyendas y opiniones encontradas. Se le acusó de “comunista”, sencillamente porque estuvo siempre al lado de los pobres y de su pueblo. No sólo para reivindicar los derechos humanos de quienes eran maltratados y oprimidos, sino porque fue el testigo fiel capaz de enseñar el evangelio, celebró los misterios de la fe y, sobre todo, hizo realidad en su trabajo pastoral la caridad de Cristo. Incluso no faltó quien hizo creer que era manipulado y que sus homilías y enseñanzas ni siquiera eran preparadas por él, sino por un grupo de sacerdotes y laicos ideologizados. Pero la realidad ha sido otra cuando se ha ido estudiando y conociendo tanto sus escritos, como su vida de testimonio sacerdotal.

Lo que sucede es que quienes piensan con criterios del mundo o se dejan llevar por la tentación de convertirse en “opresores y dominadores” cuando alguien se les enfrenta con la verdad del Evangelio, llegan a acusarlo como “desestabilizador”, “comunista” y contrario al orden establecido. Pero la vida de Romero ha demostrado lo contrario: fidelidad a la Palabra de Dios, sentido de comunión con la misión de la Iglesia y caridad sin límites hacia todos, sin discriminación, todo vivido y experimentado desde el encuentro perenne con Cristo. Romero fue un hombre de oración y de vida sobrenatural. Así lo expresó en todo momento. La propaganda contraria a él pretendió hacerlo ver como un enemigo de la sociedad y un violento, cuando en el fondo era un amante de la paz y de la no violencia.

Sintió la muerte de sus hermanos sacerdotes, desde el asesinato del P. Rutilio Grande, y se identificó con la entrega generosa de ellos. Compartió en todo el dolor y el sufrimiento de tantísimos hermanos perseguidos y desaparecidos, y prefirió asumir la incomprensión incluso de muchos de sus hermanos antes que claudicar y ser indiferente. Su opción por los pobres la supo realizar como expresión de su fe en Cristo, el Dios humanado y salvador de todos.

Mons. Enrique Angelelli
Damos gracias a Dios por la beatificación de Mons. Romero. Gracias a Francisco, el Papa de la Nueva Evangelización, por este regalo de Pentecostés para nuestras comunidades. Hace poco recibíamos la noticia de apertura de otro proceso de beatificación de otro Obispo mártir, asesinado en Argentina por la fuerza brutal de quienes se consideraban los dueños del pueblo: Enrique Angelelli. Romero ilumina el camino desde el cielo con su testimonio de vida; Angelelli nos ha enseñado que se debe tener un oído puesto en Dios y el otro en el pueblo.

Al decir en este domingo de Pentecostés “feliz fiesta de la Iglesia, feliz día del Espíritu Santo”, lo podemos hacer también desde la alegría por la beatificación de Mons. Romero. Que él interceda por todos nosotros ante Dios a fin de conseguirnos la gracia de conseguir “el gusto espiritual de sentirnos pueblo”, como nos lo ha enseñado el Papa Francisco.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

jueves, 21 de mayo de 2015

Solemnidad de Pentecostés, 24 de mayo de 2015


Solemnidad de Pentecostés
¡GUIADOS POR EL ESPÍRITU!
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.” (Secuencia de Pentecostés)

Iº lectura: Hch 2,1-11; Salmo: 104; IIº lectura: 1Cor 12, 3b-7. 12-13; Evangelio: Jn 20, 19-23

“Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.” (Oración al Espíritu Santo). Una luz que irradia en medio de un mundo ofuscado por el materialismo y la falta de esperanza, pero a la vez, una luz que se expande en cada corazón para que cada uno de nosotros seamos testigos perennes del amor de Dios, manifestados en la resurrección de Jesús y en la presencia continua del Espíritu Santo en nuestras vidas. En este domingo se manifiesta la esperanza, la paz y el amor que necesitamos todos y que crece cada vez más por la adhesión a la Iglesia que cada uno experimenta y profesa.

“TODOS QUEDARON LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO”

La venida del Espíritu Santo, manifestada en nuestras vidas, es la prueba cierta que la promesa de Jesús se cumple y se hace verdad. Así como los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar el día de Pentecostés, se nos pide hoy, unirnos como hijos de Dios, hermanos de Jesús y testigos del Espíritu en torno a la Mesa Eucarística, para manifestar a todos la alegría que ello nos proporciona. El Espíritu que da vida a nuestras almas, es la fuerza que nos ayuda a caminar en medio de las dificultades, es la constancia que nos impulsa a ser verdaderos discípulos, es la paz que nuestros corazones necesita. Pentecostés da inicio a un camino de fe y esperanza; es el comienzo de la actividad apostólica de la Iglesia, es el itinerario donde podemos llevar el mensaje de salvación a todos.

El Espíritu Santo, fuego y brisa, amor y esperanza, luz y guía, nos da la posibilidad de ser amantes de la oración, fieles discípulos de la Evangelización y sembradores de la paz. Pidamos de corazón al Espíritu Santo que entre en nuestras vidas. Pidamos por aquellos que en su corazón sienten el vacío del amor y la misericordia; de aquellos que por la injusticia deben callar y ser testigos silentes de una pobreza sin retorno; de aquellos que claman al cielo y a los hombres, la misericordia que es menester para fortalecer su propia vida; de aquellos cuyas vidas se encuentran al borde del abismo deseando no caer…ven Espíritu Santo, ayúdanos a ser portadores de la certeza que sólo el Evangelio da a quienes firmemente creemos en él.

Cada uno de nosotros está llamado a proclamar cada día, la petición que nos lleve a sentir la presencia del Espíritu: “ven, Espíritu Santo... ven, Padre de los pobres; ven, dador de los dones; ven, luz de los corazones. En el esfuerzo, descanso; refugio en las horas de fuego; consuelo en el llanto.”

MARÍA SANTÍSIMA, NOS GUÍA EN TODO MOMENTO

En el camino de la luz, de la paz y la esperanza nos acompaña de la mano María nuestra madre. Ella nos motiva y nos guía por el camino justo y hace de todos y cada uno de nosotros, verdaderos testigos de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia, en cada uno de nosotros. María está ahí, junto a nosotros, junto a sus hijos. Ello es garantía del amor y la inhabitación de Dios en nuestras vidas. “Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu... en compañía de María, la Madre de Jesús...Acudían diariamente al Templo con mucho entusiasmo”. (Hech. 1, 12-14 y 2, 46). Así sea.
José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com


IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...