“Yo, el Señor, fiel a mi
designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano”
I° lectura: Is 42,1-4.6-7; Salmo: 28,1a.2.3ac-4.3b.9b-10; I° lectura: Hch
10,34-38; Evangelio: Mc 1,7-11
La Navidad ha
sido el centro de las celebraciones en este último período.
Hoy se arriba a esta fiesta -el Bautismo del Señor- con la esperanza de
conjugar no solo ideas sino aspectos concretos que traen consigo la salvación
en el nacimiento de Jesús. Así como en la liturgia de los días anteriores se
nos ha presentado la luz que guía nuestra vida hacia Jesús, igualmente hoy los
signos del agua y del espíritu son de vital importancia en la
misión del Hijo de Dios.
El
canto del siervo de Yahvé nos muestra
que Dios se complace en quien llama pues confía plenamente en él. Esto es
garantía del anuncio de la Buena Nueva que así como se hizo en Belén, se hace
sin distinción a todos y cada uno de nosotros, aceptándonos en el amor que
viene solo de Dios. El anuncio de la salvación donde el centro es la palabra de
Dios hecha carne se hace presente en Juan quien señala al Cordero de Dios y
acepta bautizar a Jesús, aún manifestando que es indigno de tan alto honor. El
evangelio de hoy muestra la unión de la Palabra de Dios a través de la historia
y la manifestación plena de su complacencia ante la mirada del mundo.
LLAMADOS
A COMPARTIR LA MISIÓN
En el episodio
del Bautismo de Jesús encontramos la
llamada a ser discípulos misioneros y testigos del Evangelio, ya que Dios mismo
nos indica la complacencia hacia Jesús. El agua que purifica, el espíritu que
guía y la voz de Dios presente
a cada momento en la vida del hombre, son signos de la misión que debemos
cumplir: anunciar la Palabra de Dios, sin temor y convencidos que Él se
complace en la extensión de su reino y en la propagación del mensaje de
salvación.
El Bautismo de
Jesús nos muestra la siempre novedosa acción
de Dios en el corazón del hombre, es la acción de quien ama y de quien
encuentra en su hijo el gozo y la alegría de poder mostrar al mundo su
complacencia. Este día es un momento para reflexionar sobre puntos esenciales
de la propia vida: nuestra relación con Jesús, la cercanía con Dios, la alegría
que nos produce sabernos sus hijos. Es un día para hacer presente nuestro
bautismo y de este modo el amor de Dios en nosotros.
Compartamos esta
misión y seamos portavoces del amor del Padre
que se complace viendo a su hijo invitándonos a escucharlo y seguirlo. No
perdamos esta oportunidad de ser testigos de lo que Dios nos da, siendo
cercanos con aquellos que sufren, quienes han perdido la esperanza, quienes no
encuentran solución a los diferentes problemas que están presentes cada vez
más, quienes no escuchan a Dios aún sabiendo que Él se complace en aquellos que
le siguen de palabra y obra.
MARÍA,
FIEL DISCÍPULA DE DIOS
En María y con
María podemos llegar a Jesús. Ella es fiel
discípula de quien nos ama y testigo de esa complacencia en la que se nos
muestra el camino para llegar a Dios. Sigamos su ejemplo y seamos misioneros
propagadores del mensaje de vida que, en espíritu y verdad, todos estamos
convocados a extender a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a fin de
llegar a la justicia y a la paz que todos y cada uno de nosotros necesitamos y
anhelamos. Así sea.
José Lucio
León Duque
joselucio70@gmail.com