“¡ALÉGRATE!”: UN MENSAJE PARA TODOS
“Celebremos con alegría el nacimiento del
Niño Dios. No olvidemos a quienes menos tienen y demostremos que somos hijos de
Dios, por tanto, sus hermanos: acerquémonos a ellos para compartir lo que
tenemos y hacerles sentir la fuerza amorosa de nuestra
solidaridad.” Mons. Mario del Valle Moronta, Obispo de San
Cristóbal.
Iº lectura: 2Sam 7,1-5.8-11,16; Salmo: 89; IIº lectura: Rom 16, 25-27; Evangelio: Lc 1,26-38
El camino que nos lleva a la Navidad es un itinerario de paz, alegría y esperanza. La alegría y la paz son temas propicios que encaminan al hombre de hoy a vivir con sencillez y este aspecto es primordial en la liturgia de este día. En ella, Dios muestra el deseo de vivir en el corazón del hombre y ser parte del amor que se debe practicar en el prójimo y en cada uno de nosotros.
TIEMPO DE PAZ Y JUSTICIA
Dios nos pide caminar en
su presencia, ser verdaderos discípulos, testigos y misioneros de su palabra. Él
desea habitar en el corazón del hombre y que todos seamos constructores del
templo de nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestra sociedad. Ser
constructores significa caminar por sendas de paz y justicia, que permitan
descubrir cada día más el insondable amor de Dios que nos da la fuerza en la preparación
del corazón de hombre para su llegada. Es por ello que proclamamos el Evangelio
de la verdad, el Evangelio de la vida, el mensaje de Jesús, Hijo de Dios hecho
hombre, presente por siempre en nuestra vida.
Se nos invita a
prepararnos bien para que esta Navidad sea un momento oportuno para llenarnos
de Dios, escuchar su Palabra y ayudar de verdad a quien lo necesita. No podemos
ser indiferentes ante el sufrimiento del prójimo, debemos tomar conciencia que
es necesario acercarnos más entre nosotros, tener gestos de solidaridad y dar
testimonio de la vocación a la que hemos sido llamados: ser discípulos de
la paz, la reconciliación y defensa de la vida.
Con esto debemos, en
primer lugar, ser templos del Espíritu Santo; luego, vivir
según la voluntad de Dios y en tercer lugar, reconocer en el amor
de Dios el modo de cumplir su voluntad para creer, vivir y anunciar el
Evangelio. Nos uniremos a Dios como discípulos de Jesús si creemos cada vez en
su presencia en medio de todos, sin exclusión, sabiendo que todos somos parte
de Él y de la Iglesia. En este tiempo de Adviento que hemos vivido, y en el de
Navidad que se avecina, estamos llamados a unirnos con convicción al plan
salvífico de Dios para con su pueblo: un plan de amor, paz y justicia.
SENCILLOS Y HUMILDES CON
MARÍA
Dios nos anuncia el
mensaje de paz presente en su Hijo a través del poder del Altísimo y en
el “fiat” -hágase- de María Santísima. Ella nos da el ejemplo
para cumplir con humildad y sencillez la voluntad de Dios, que no es otra cosa
sino vivir de corazón su amor hacia Él, el prójimo y nosotros mismos. María,
nuestra madre nos guía a Jesús, ella nos da la posibilidad de estar junto a Él,
junto a la Sagrada Familia, junto al amor de Dios hecho hombre. Así
sea.
José Lucio León Duque
josleucio70@gmail.com