“Tú demuestras tu fuerza
a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo
conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran
indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres”
I° lectura: Sab
12,13.16-19; Salmo 85; II° lectura: Rm 8,
26-27; Evangelio: Mt 13, 24-43
Ser cristianos no es que sea difícil, lo
difícil es darnos cuenta que debemos practicar la justicia y la bondad como
elementos fundamentales para vivir como sinceros y verdaderos discípulos de
Jesús. En este día Dios quiere darnos a conocer su poder y su amor, un poder
total y un amor infinito (I° lectura); Él es el único Dios, el único ante quien
debemos doblar nuestra rodilla (Salmo) y por ello, debemos pedir, aunque no
sepamos hacerlo del todo, la intercesión del Espíritu, que intercederá por
nosotros ya que Él sabe cuáles son nuestras necesidades.
LO BUENO Y LO QUE NO ES
BUENO
El Evangelio de este domingo nos da una vez más
muestra del camino que debemos recorrer. Seguramente nos hemos
sentido identificados con tantas de las situaciones que el Evangelio nos deja
ver, pero en esta ocasión, se presenta la figura de la cizaña, es decir, el
emblema de las malas influencias, de lo que no es bueno, creciendo junto a
aquello que sí lo es, y por tanto, merece nuestra atención. En el lenguaje del
hombre de la calle, del hombre de hoy, encontramos expresiones tales como: “no
meter cizaña” o también “no ser cizañero”. Esto lo dice seguramente
alguna persona que no ha escuchado el Evangelio, pero sabe de alguna fuente,
que eso significa que se debe caminar por la senda del bien.
Se nos invita a seguir a Jesús con sincero corazón. No
puede ser su discípulo quien calumnia, quien envidia, quien por obtener
beneficios daña la fama del prójimo, quien comete injusticias desde el lugar o
cargo que tiene, quien comete fraude, quien pasa por encima de los demás con
tal de permanecer arriba, en lo alto. Eso no caracteriza un discípulo y por
ende, no forma parte de lo que nosotros estamos llamados a ser.
El testimonio de vida debe ser claro y preciso:
aunque exista la cizaña, debemos seguir nuestro camino. Aunque Satanás se
interponga en la vía, debemos combatirlo con la oración y la mortificación,
llevando el Evangelio a todas partes, a todos los hombres y mujeres de nuestra
sociedad, dejando de lado prejuicios y ciertos usos sociales que no llevan sino
al alejamiento del mensaje de Jesús.
Seamos solícitos en la expansión del Evangelio,
teniendo en cuenta a los pobres y excluidos de la sociedad, los cuales son
prioridad para nosotros los cristianos, a diferencia de aquellos que los usan
para otros fines muy lejanos del amor de Dios; de ahí la pregunta
inicial: ¿de qué parte estamos?
MARÍA, LA MADRE DE TODOS
María Santísima nos
enseña a caminar de la mano con Jesús y a transmitir el evangelio a todos.
Seamos verdaderos discípulos y no tengamos miedo a los que, burlándose del
mismo Dios, dañan la dignidad de los hombres, olvidando que todos somos imagen
y semejanza de Él. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com