SABER
CORREGIR, SABER ACEPTAR
"Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos"
"Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos"
Primera lectura: Ez 33,7-9; Salmo: 94; Segunda lectura: Rm 13, 8-10; Evangelio: Mt 18, 15-20
El Señor nos invita en este domingo, a ayudar a corregir a quien no está en el camino correcto. Nos propone ser centinelas, cuidadosos hombres y mujeres que buscan de la mejor manera ser fieles a la palabra del Señor, a su mensaje (1° lectura). Solo si escuchamos la voz de Dios, acercándonos a Él, adorándolo y siendo dóciles a su voluntad, podremos caminar en la vía de la paz (Salmo). En este camino de paz, encontramos que todo se resume en el amor a Dios, al prójimo y a sí mismo, con ello es que cumplimos a plenitud toda la ley, todo aquello que estamos llamados a cumplir (2° lectura).
CORREGIR ES AYUDAR, NO MALTRATAR…
El Evangelio de hoy es una
enseñanza fundamental en el caminar cotidiano del cristiano. Cada vez que cumplimos la voluntad de Dios,
estamos dando pasos importantes en el itinerario personal de la salvación. El
Señor nos pide tener caridad al momento de corregir. Hacerlo de tal modo, que
quien recibe la corrección sienta la misericordia que proporciona el infinito
amor de Dios. Corregir es sinónimo de rectificar, enmendar, advertir,
amonestar; es por ello que se nos pide tener misericordia al momento de
llevarla a cabo.
Lamentablemente,
muchos asumen actitudes tan incoherentes, que piensan que para reprender, es
necesario usar la violencia como uno de los medios más eficaces para que
alguien rectifique los errores. Cotidianamente vemos cómo muchas personas se
encargan de propagar con las propias obras, el maltrato, la indisciplina, la
falta de amor de los cuales sufren tantos corazones y tantas personas son
víctimas. Quien ama, sabe corregir, sabe ayudar a quien se equivoca, sabe guiar
con caridad, sabe ayudar al prójimo a canalizar su vida por las vías del bien.
La
liturgia de este domingo nos enseña a practicar la "corrección fraterna", la cual es parte fundamental del
plan de vida de todo cristiano. Dicha corrección nos ayuda a encontrar el amor
que viene de Dios a través de la aceptación de nuestra condición de seres
humanos. Actualmente podemos poner por obra el hecho mismo de ser cristianos
como una de las opciones más hermosas y que conllevan sinceramente a
configurarse con Cristo.
Tal vez en la vida se nos ha presentado alguien a
quien hemos debido corregir o seguramente nos han corregido, ¿nos hemos
comportado como verdaderos discípulos de Cristo? ¿Hemos sabido corregir? ¿Hemos
sabido aceptar? Junto a nuestros hermanos, miremos al cielo y pidamos al buen
Dios siga derramando sus bendiciones sobre todos y cada uno de nosotros, para saber
reconocer lo que hacemos.
PIDAMOS COMO HERMANOS A TRAVÉS DE MARÍA SANTÍSIMA
De la mano con María, todos y
cada uno de nosotros podemos pedir a Dios ser fieles, disponibles y sinceros
con Él y con nosotros mismos. Muchas
personas desean de nosotros el testimonio y la ayuda necesarios para poder
encontrar la paz, la armonía y la solidaridad. Así sea.
José
Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com