Fidelidad en lo poco
“Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos, sobrellévense mutuamente con amor; esfuércense en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.”
“Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos, sobrellévense mutuamente con amor; esfuércense en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.”
Iº lectura: II Rey
4, 42-44; Salmo: 144; IIº lectura: 4, 1-6; Evangelio: Jn
6,1-15
Nos
relata el Evangelio de hoy que muchas personas fueron donde estaba Jesús.
Mientras Él hablaba, ninguno pensó al cansancio ni que pudiesen faltar víveres
para saciar su hambre y su sed. Fueron atrapados por las palabras de Jesús, por
su presencia; sus corazones se llenaron de Él, olvidándose prácticamente del
hambre y de la lejanía de sus casas. Con todo esto, Jesús se compadeció de la
gente y comprende que deben ser saciados del alimento espiritual y material. El
mismo sentimiento de compasión lo tuvo Eliseo (Iº lectura) y San Pablo (IIº
lectura), lo confirma, recordándonos que debemos tener sentimientos de humildad
y amabilidad, ya que somos hijos de Dios y formamos parte de la Iglesia, una,
santa, católica y apostólica.
“Recojan los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.”
La vida
del hombre, la de todos y cada uno de nosotros, se forma de pequeños detalles y
ellos orientan, en la medida en que cumplamos la voluntad de Dios, nuestro
corazón hacia Él. Los pasos que damos en nuestra vida nos ayudan a caminar por
la vía de la fe, de la esperanza y de la caridad. Dios nos pide respondamos
positivamente a su llamada y todo ello se manifiesta en lo que vivimos cada
día, en la familia, en el trabajo, en las comunidades a las que pertenecemos.
Los pequeños detalles no mueven la vanidad y hacen que en la vida se aprecien
los valores que mueven los corazones y las almas. Muchas personas no aplauden
los gestos de quien en la vida cotidiana realiza actos de caridad y
generosidad, pues en muchos casos, ven en ellos superficialidad y simplicidad.
De esto nos da ejemplo Jesús al momento de pedirnos que no desperdiciemos nada
de aquello que se nos da, ya que lo que proviene de Él, no le sobra sino le
pertenece y desea que nosotros, sus discípulos sigamos sus pasos y participemos
de ello. Ayudemos a quienes lo necesitan y no dejemos de dar con generosidad y
sin recelo, para así poder aprender a ser verdaderos testigos del Evangelio de
la verdad.
María, Madre de la sencillez y la humildad
Nuestra
Madre del Cielo, María Santísima, nos ayudará a valorizar los detalles que
puedan parecer insignificantes. Cada día podemos dar los pasos necesarios para
llegar a Dios y en Él tendremos la certeza que recogeremos, no aquello que nos
sobra, sino aquello que espiritualmente nos pertenece y que podremos compartir
con aquellos que necesitan. Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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