"Busquen al Señor mientras lo
pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su
camino, y el criminal, sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá
piedad"
I° lectura: Is 55,6-9; Salmo: 144; II° lectura: Fil 1, 20-24. 27;
Evangelio: Mt 20, 1-16
Seguir el camino de la verdad, es seguir la vida en Jesús: es ser sus discípulos, es colocar en práctica el infinito amor misericordioso de Dios en medio de su pueblo, es vivir la justicia. La liturgia de
En la primera lectura, el Señor nos invita a ser fieles, a reconocer que muchas
veces no pensamos en nombre de Dios, no seguimos sus caminos y, por tanto, nos
alejamos del mensaje de la verdad. Es por ello que se hace necesario dejar las
malas acciones y buscar a Dios, el justo, el misericordioso y el bondadoso -tal como nos lo dice el Salmo-.
En la segunda lectura el itinerario se hace más claro y preciso para el
cristiano: debemos configurarnos con Cristo y ojalá pudiésemos decir como San
Pablo "para mi, la muerte es una
ganancia", eso nos lleva a ser verdaderos dispensadores de la Palabra del Evangelio.
DIOS, EL JUSTO, NOS LLAMA…
El Evangelio de hoy, es clave para dar una lectura precisa de lo que Dios desea de nosotros. Ante todo nos llama, nos busca y nos ofrece trabajar para Él, para su viña. Luego nos ofrece una recompensa, igual y justa para todos. Él paga a los trabajadores un salario justo y equilibrado, ya que así fue lo acordado con cada uno de quienes fueron buscados y encontrados para trabajar. Al final de la jornada, cada quien recibe una paga y ante la mirada atónita y sorpresiva de los primeros contratados, el patrón habla con autoridad: "Amigo, no te hago ninguna injusticia… ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?".
El cristiano de hoy, muchas veces no
se conforma con lo que Dios da, ya que falta la fe y la confianza en la Palabra del Señor dejando
apagar esa luz y no cultivándola como se debe. Con esto no se pretende
minimizar la actitud del hombre sino se desea despertar y estimular el deseo de
amar a Dios y confiar más en Él. Jesús nos busca, nos llama, quiere hacernos
sus discípulos y para ello debemos trabajar con Él, junto a Él.
"Jesús salió al encuentro de personas en situaciones muy diversas: hombre
y mujeres, pobres y ricos, judíos y extranjeros…, invitándolos a todos su
seguimiento. Hoy sigue invitando a encontrar en Él el amor del Padre. Por esto
mismo el discípulo misionero ha de ser un hombre o una mujer que hace visible
el amor misericordioso del Padre, especialmente a los pobres y pecadores."
(Documento de Aparecida, n° 147).
Estamos llamados a ser justos, a
participar del amor de Dios presente en el mundo, a ser tolerantes, aceptar el
prójimo, buscar la paz y practicar la justicia; estos elementos no pueden
perderse en el ocaso de la historia, sino deben florecer en el corazón de
aquellos que siguen el Evangelio de la verdad.
MARÍA, MADRE DEL DIOS JUSTO
En el Magníficat, la
Santísima Virgen María, proclama la grandeza de Dios presente
en la humildad de su corazón y en la vida de tantas personas que practican la
sencillez y la entrega total a Dios. Sigamos su ejemplo y seamos fieles
colaboradores y discípulos de Jesús, quien nos busca y nos llama a vivir la
justicia en medio del pueblo. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com