ACOGER A JESÚS
“La sabiduría
que viene de arriba, ante todo es pura, y, además, es amante de la paz,
comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera.” (St 3,17)
I° lectura: Sab 2, 12.17-20; Salmo: 53; II° lectura: Stg 3,16-4,3; Evangelio: Mc 9, 30-37
La situación actual que vive la
humanidad en la cual se sumergen los sentimientos y experiencias del hombre,
nos sirve para entender la liturgia de este domingo. El itinerario que nos lleva a Dios es su palabra, su vida, su acción
entre nosotros, su presencia constante en nuestros corazones, su infinita
misericordia. Las lecturas de esta jornada nos presentan el modo cómo
debemos actuar, vivir y ser discípulos del Señor.
EL MÁS
IMPORTANTE: DIOS
La vía que nos conduce a Dios se manifiesta en lo cotidiano, en la praxis
de la vida, en lo que realmente se refiere a lo propio del cristiano. El Evangelio de hoy nos da unas pautas importantes y fundamentales que nos
llevan a entender la misión a la que se nos llama. Se nos muestra ante
todo la importancia de escuchar la voz de Dios que nos invita a
trabajar por Él y quien espera a su vez, una respuesta positiva por parte de
sus hijos. En un segundo momento se nos presenta la actitud de
los discípulos quienes discutían sobre quién sería el primero. Todo esto nos
encamina a un tercer punto: entender que nuestra misión de
cristianos va dirigida a ser testigos del Evangelio, a seguir la voz del
Maestro y a convertirse en servidor. Es necesario descubrir el sentido
verdadero de la fraternidad, reflejada totalmente en la vida cotidiana y en el
amor al prójimo.
Jesús es tajante ante la actitud
de quienes no quieren seguir el mensaje del Evangelio: “El que acoge a un niño como éste en
mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que
me ha enviado” (Mc 9,39). Nuestra misión es más que una apariencia, más que un si o un no, más que un
primer puesto, más que una vida compleja a causa de los obstáculos que nosotros
mismos colocamos. La misión es penetrar el corazón del hombre de hoy, llenar
las lagunas que existen, enseñar y proclamar la Palabra de Dios, atrayendo a
todos hacia Él.
Es por ello que debemos acoger
a Jesús, el hombre nuevo, el que es justo y misericordioso…siguiendo
su ejemplo, teniendo sus mismos sentimientos, quitaremos de raíz el odio, el
egoísmo, la mentira, la calumnia, el pecado, y podremos luchar por una Iglesia
y una sociedad justa en la que exista unidad y solidaridad en el nombre de
Dios.
MARÍA
SANTÍSIMA, CAMINO HACIA JESÚS
Nuestra Madre del cielo es protagonista fundamental en la edificación
de la Iglesia. Ella es quien nos lleva de la mano a Jesús
para que, junto a toda la Iglesia, podamos ser testigos de la acción
misericordiosa de Dios. Que sea ella la luz que guía nuestro caminar y nos
conduzca siempre por las vías de la paz, la justicia y la solidaridad. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com