Se
nos invita a reflexionar sobre la virtud de la obediencia en
el músico católico. Después de este encuentro y preparándonos para la
Eucaristía, reflexionemos en este momento desde dos perspectivas: la obediencia
como concepto, ¿qué es la obediencia?
y algunos tips prácticos meditativos
sobre nuestro rol de aquello con lo que nos hacemos llamar: músicos católicos.
→ ¿QUÉ ES LA OBEDIENCIA? Obedecer significa hacer la voluntad
del que manda. Es
un valor fundamental no sólo de la familia, célula base de la sociedad, sino de
la sociedad misma que se vale de leyes para conseguir la convivencia armónica
de sus miembros. En algunos grupos se exige una estricta obediencia para
conseguir con mayor efectividad sus fines; por ejemplo, en el ejército o en las
instituciones de servicio que se organizan con su mismo esquema de mando:
policía, bomberos, grupos de rescate y demás.
→ Las empresas humanas tienen también un escalafón de
autoridad al que se someten los subalternos. En el plano religioso, las
congregaciones, que tienen como carisma la vida fraterna, se comprometen, con
voto, a obedecer al superior en cuya voluntad quieren descubrir la voluntad de
Dios. La Iglesia Católica se funda también en la obediencia a Cristo y a su
Vicario en la tierra: el Papa, quien con los obispos dirige la Iglesia.
Vicario significa el que hace las veces de. Por eso, cuando los católicos obedecemos,
sabemos que es a Cristo a quien obedecemos.
EL QUE OBEDECE NO SE EQUIVOCA
→ Es difícil mandar con rectitud. Tan fácil que
es confundir la voluntad que responde a nuestros intereses con la voluntad del
pueblo que nos elige o la del mismo Dios a quien representamos. Cuando la autoridad gobierna a su
capricho, se convierte en un dictador y la única forma de hacerse obedecer es
por la violencia y el terror. Cuando el que manda lesiona
el derecho, cesa la obligación de obedecer.
→ Dicen que el que obedece no se equivoca, pero no es tan
fácil. El que
obedece conserva su libertad y su capacidad de juzgar. Si obedece una ley
injusta, él mismo es injusto sin ninguna excusa. Y esto
vale también para los sometidos a obediencia militar.
El
principio es: debemos obedecer primero a
nuestra conciencia. Y un principio más alto todavía es: debemos obedecer antes
a Dios que a los hombres.
EL QUE MANDA
→ En ese libro inmortal de Antoine de Saint Exuspery, El
Principito, se nos narra un episodio en el que el pequeño príncipe
llega a un planeta en el que gobierna un sabio rey que presume que todos lo
obedecen. El Principito le pide que le mande al sol que se ponga, porque a él
le encantan los crepúsculos. Entonces el rey ordena al sol que se ponga ¡a las
7.40 p.m.! El Principito protesta y le dice al rey que así no tiene ninguna
gracia ya que es la hora en que el sol se pone. El rey contesta que la
autoridad sólo debe mandar lo que los súbditos pueden obedecer.
EL QUE OBEDECE
→ Obedecer nace del convencimiento de que el que manda lo
hace por nuestro bien o por el bien común. Entonces la
obediencia es completa porque lo haremos inmediatamente y tal como nos lo
mandaron. Cuando obedecemos así, nuestra libertad queda intacta, no es
lesionada. En cambio, cuando obedecemos por miedo perdemos nuestra libertad y
caemos en el sometimiento, en la servidumbre y en la esclavitud.
→ Por eso se insiste en que los papás deben educar a sus
hijos más en el buen uso de la libertad que en la obediencia ciega. Esto no quiere decir que no debamos
obedecer cuando no estemos de acuerdo, porque entonces la familia caería en el
caos. Pero sí tenemos derecho a pedir explicaciones que hagan razonable lo que
se nos manda.
CRISTO, MODELO DE OBEDIENCIA
“... (Cristo) y se
humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz” (Flp 2, 8)
“En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre todos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán
constituidos justos.”. (Rom 5, 19)
¿QUÉ CARACTERÍSTICAS
TIENE?
1. SERVICIAL 2. TRANSPARENTE 3. SINCERA 4. CONVENCIDA 5. PROFUNDA |
En el músico católico → |
1. DEVOTA 2. PIADOSA 3. ESPIRITUAL 4. FRATERNA 5. SOLIDARIA 6. Y muchas más... |
AHORA BIEN, ¿CÓMO ENCAJA
AQUÍ EL MÚSICO CATÓLICO?
→ Reflexionemos esto de acuerdo a lo visto anteriormente, aplicándolo a lo
que diariamente estamos llamados a vivir. Tengamos en cuenta que para poder
ejercer nuestro servicio es necesario no subestimar lo que hacemos y para lo
que estamos llamados. Se habla mucho de nuestro rol, las expectativas son
numerosas ante la falta de unidad y de hablar, como se suele decir, “un mismo idioma”.
→ Se habla de nuestro
papel, de la baja autoestima. Los hermanos separados llenan estadios, locales,
etc. Ellos no tienen liturgia, se
dedican -con todo respeto- a vivir del canto y usan la música como el centro de
lo que hacen. Ante eso ¿qué hacemos? Pensamos que no podemos hacer más
de lo que ya hacemos y creemos que lo que podemos hacer es tocar la Misa como
si fuese un premio de “consolación”.
→ Nosotros no debemos
ni podemos sentirnos mal ni subestimar los dones que tenemos. El centro de la
vida cristiana es la Eucaristía, esa es nuestra razón de ser de cada uno de
nosotros. Si queremos encontrarnos con Dios, no es necesario ir a buscar un
cantante, o ir a un concierto, o buscar el autógrafo de alguien o desvivirnos
por quien es artista o se hace llamar
así.
→ Para encontrarnos con
Dios debemos participar en LA EUCARISTÍA,
es allí donde nos encontramos con Él pues es el centro de nuestra vida. La
música católica y nosotros como músicos católicos NO ESTAMOS EN EL CENTRO, ESTAMOS A UN LADO, A UN COSTADO, PUES AL
CENTRO ESTA JESÚS.
→ Ante estos pocos tips, podemos y tenemos el deber moral de decir: ¿Quiénes son
los que se destacan en este tema? ¿Quiénes son los principales actores, los
protagonistas? Los que cada domingo,
en cada Eucaristía, realizan servicio
parroquial; los que tocan la Santa Misa y con convicción,
transparencia, pasión y amor a Dios, viven de verdad lo que significa tocar una Misa. LO MÁS GRANDE PARA UN MÚSICO CATOLICO ES TOCAR
LA SANTA MISA Y HACERLO POR AMOR A DIOS Y CON LOS DONES QUE ÉL MISMO NOS
REGALA.
Recordemos siempre:
►
No es lo que creemos saber, o realmente sabemos, es saber transmitir el
mensaje del Evangelio.
►
Si somos encargados del Coro, debemos ser humildes y no creer que “sabemos todo”.
►
Hay variedad de carismas, de dones. El centro de todo es Dios, su Palabra…no
hay que poner por encima de los demás lo que creemos.
►
Podemos confundirnos, creer que somos santos y ya, pero nuestra mirada debe
fijarse en Jesús y por Él ser testigos
el Evangelio.
►
Reconocer nuestros
límites así como nuestras capacidades que nos son donadas por Dios. Somos
administradores fieles de lo que se nos dio. Por ello debemos celebrar
reconociendo que todo lo que somos viene de Dios.
►
No convirtamos la Iglesia en “piezas de museo”, debemos saber y aprender OBEDECER y con ello darnos cuenta que
somos de Dios y que estamos llamados a servir como buenos cristianos y, por
ende, buenos músicos.
CANTAR BIEN ES BUSCAR LA SANTIFICACIÓN.