“Está claro que Dios no
hace distinciones; acepta al que lo teme y práctica la justicia, sea de la
nación que sea.”
Iº lectura: Is 42, 1-4.6-7; Salmo: 28; IIº
lectura: Hch 10, 34-38; Evangelio: Lc
3, 15-16.21-22
La Navidad ha sido el
centro de las celebraciones en este último período. Hoy se arriba a esta fiesta
-el Bautismo del Señor- con la esperanza de conjugar no solo ideas sino
aspectos concretos que traen consigo la salvación en el nacimiento de Jesús.
Así como en la liturgia de los días anteriores se nos ha presentado la luz que
guía nuestra vida hacia Jesús, igualmente hoy los signos del agua y
del espíritu son de vital importancia en la misión del Hijo de
Dios. El canto del siervo de Yahvé nos muestra que Dios se complace en quien
llama pues confía plenamente en él (primera lectura). Esto es garantía
del anuncio de la Buena Nueva que así como se hizo en Belén, se hace sin
distinción a todos y cada uno de nosotros, aceptándonos en el amor que viene
solo de Dios (segunda lectura).
LLAMADOS A COMPARTIR LA
MISIÓN
En el episodio del
Bautismo de Jesús encontramos la llamada a ser discípulos misioneros y testigos
del Evangelio ya que Dios mismo nos muestra la complacencia hacia Jesús. El
agua que purifica, el espíritu que guía y la voz de Dios
presente a cada momento en la vida del hombre, son signos de la misión que
debemos cumplir: anunciar la Palabra de Dios, sin temor y convencidos que Él se
complace en la extensión de su reino y en la propagación del mensaje de
salvación.
El Bautismo de Jesús nos
muestra la siempre novedosa acción de Dios en el corazón del hombre, es la
acción de quien ama y de quien encuentra en su hijo el gozo y la alegría de
poder mostrar al mundo su complacencia. Este día es un momento para reflexionar
sobre puntos esenciales de la propia vida: nuestra relación con Jesús, la
cercanía con Dios, la alegría que nos produce sabernos sus hijos. Es un día
para hacer presente nuestro bautismo y de este modo el amor de Dios en
nosotros. Compartamos esta misión y seamos portavoces del amor de Padre que se
complace viendo a su hijo invitándonos a escucharlo y seguirlo. No perdamos
esta oportunidad.
MARÍA, FIEL DISCÍPULA DE
DIOS
Ella es fiel discípula
de quien nos ama y es testigo de esa complacencia en la que se nos muestra el
camino para llegar a Dios. Sigamos su ejemplo y seamos misioneros propagadores
del mensaje de vida que, en espíritu y verdad, todos estamos convocados a
extender a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a fin de llegar a la
justicia y a la paz que todos y cada uno de nosotros necesitamos y anhelamos.
Así sea.
“Nosotros, con el
Bautismo, somos sumergidos en aquella fuente inagotable de vida que es la
muerte de Jesús, el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a
este amor, podemos vivir una vida nueva, no más a la merced del mal, del pecado
y de la muerte, sino en la comunión con Dios y con los hermanos”. S. S. Francisco, 8 de enero de 2014, catequesis
sobre los Sacramentos.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com