“La palabra del Señor es sincera, y
todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su
misericordia llena la tierra”.
Iª lectura: Gen 12, 1-4 a; Salmo: 32; IIª
lectura: 2Tim 1, 8b-10; Evangelio: Mt 17,
1-9
El Segundo domingo de Cuaresma se llena de luz y se refleja en el corazón
del hombre cuando resplandece la esperanza en aquellos que se sientes abatidos
por el pecado y la falta de amor hacia el prójimo. Es necesario bendecir,
donar los sentimientos buenos que el Señor gratuitamente nos da. Su palabra es
sincera, leal, justa y recta, llamado al cual todos debemos dirigir nuestra
mirada. La evangelización se refleja en las palabras de Pablo quien nos invita
a tomar parte en el trabajo del evangelio, pues con la ayuda del Señor
obtendremos la gracia de su salvación.
CON JESÚS
ESTAMOS BIEN
Una de las
páginas más hermosas del evangelio es esta: la
Transfiguración de Jesús en presencia de Pedro, Santiago y Juan. Sin duda,
muchas veces hemos sido testigos de la Palabra de Dios en cuanto somos parte de
la Iglesia, pero aún así no ha sido suficiente para poder decir con Pedro: “qué
bien se está aquí”. La expresión del apóstol es la de quien, viendo a Jesús
y la plenitud de su compañía, no tiene necesidad de más nada. Los discípulos
que ven a Jesús transfigurado se dan cuenta que la luz que irradia el maestro
está por encima de todos los problemas y vicisitudes de la vida, ellos no lo
piensan dos veces, saben perfectamente que en Dios y con Él se está bien.
Después de
esa manifestación vuelve la vida cotidiana, lo que debemos experimentar y
peregrinar para lograr estar en Dios y saber que podemos estar con Él y cumplir
su voluntad para ayudar a quien lo necesite, incluso nosotros. Estar bien con
Jesús no es algo mágico, no confundamos las expresiones. Es algo real y
concreto, verdadero y preciso, un toque de fe en nuestra vida para hacerla
crecer en medio del ambiente donde nos desenvolvemos.
La vida en
Cristo implica también reconocerlo como parte fundamental de ella en nuestros
corazones; si la vivimos, podremos repetir sin cansarnos: estamos bien con
Jesús, no nos falta nada, no nos importa tanta superficialidad ni ambigüedades
pues Él nos da la fuerza necesaria para caminar en su nombre y llevar la
esperanza a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
MARÍA,
TESTIGO DE LA LUZ Y DEL AMOR DE DIOS
María Santísima nos enseña a caminar
en Dios, confiar en Él y donarnos totalmente
para descubrir a cada momento la transfiguración que realiza todos los días en
nuestros corazones. Seamos testigos, portadores de paz y dispongámonos a servir
al Señor llevando su mensaje de amor y esperanza, con obras concretas, en este
tiempo de cuaresma. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com