José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 14 de mayo de 2016

Solemnidad de Pentecostés, 15 de mayo de 2016

TESTIGOS DEL ESPÍRITU
“Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo”

I° lectura: Hch 2,1-11; Salmo: 103; II° lectura: 1Co 12, 3b-7. 12-13; Evangelio: Jn 20,19-23

El esplendor de la liturgia cristiana acompaña esta gran Solemnidad de Pentecostés, donde la alegría de Dios se refleja en la renovación que en la tierra y en cada uno de nosotros realiza el Espíritu. Estamos aquí para reflexionar sobre el significado verdadero de la venida del Espíritu Santo a María Santísima y los apóstoles en el Cenáculo del amor y del perdón.

El canto del Paráclito es entonado por tres voces: la primera voz es la de Jesús con la promesa del Espíritu Santo que se hace realidad en los discípulos que lo reciben para ser testigos en el anuncio del Evangelio. Jesús presenta el Espíritu Santo como el Consolador, el defensor de la Iglesia y de aquellos que se encuentran inmersos en las dificultades que la actualidad presenta. 

Una segunda voz la encontramos en San Pablo, quien exalta la acción del Espíritu Santo en la vida del fiel que vive en plenitud el amor de Dios. El Espíritu hace salir al hombre del pecado en el cual ha encontrado muerte, transformando con la resurrección su existencia interior. El Espíritu hace del hombre un ser capaz de llamar y decirle a Dios, con convicción y total amor, “Abbà” (papá). Pentecostés hace de esto un canto sublime en la tercera voz, que transforma radicalmente la vida de quien vive en el Espíritu. 

Las lenguas de fuego que descienden, el hablar en diversos idiomas, en fin, toda la simbología de Pentecostés, borra la Babel de las lenguas, del pecado, de la confusión y abre las puertas a la nueva Jerusalén de la comunión. El don del Espíritu Santo, hace que cada uno de nosotros tenga la oportunidad de vivir en unidad, armonía y paz…si alguien no ha vivido aún esta dimensión del Espíritu, es hora de unirse a Dios y a su amor, dejándose guiar por su acción, que es vida en medio del corazón del pueblo.

En este mes, dedicado de manera especial a la Virgen María, nos encontramos como testigos de la presencia del Espíritu Santo y ello nos debe hacer meditar sobre nuestro rol de discípulos quienes, caminando juntos con Cristo, nos dejamos guiar por su luz, su fuego, su presencia en medio de todos, ya que somos hijos de Dios y anunciadores del Evangelio de la verdad a todos sin excepción. Así sea.

José Lucio León Duque


IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...