Nacimiento de Juan el
Bautista
Juan, el precursor…
“A
ti niño te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a
preparar sus caminos.”
Iº lectura: Is 49, 1-6; Salmo:
138; IIº lectura: Hch 13,
22-26; Evangelio: Lc 1,
57-66.80
Confiar en el amor, la bondad y la sabiduría de
Dios, es fundamental para poder caminar en su nombre y hacer crecer la
esperanza que viene de Él. Juan el Bautista es al único al que se le reconoce
el título de Precursor de Cristo, el único al quien se le celebran dos fiestas
litúrgicas: la Natividad y el Martirio. San Agustín nos dice: “La Iglesia
celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado y él es el único de los santos
cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo.
Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no
alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar
esfuerzo para profundizarlo, y sacar provecho de él.”
Precursor, testigo, hombre de Dios
La fuerza profética de Juan el Bautista es
esta: no se debe jugar con medias tintas ni conformarse con lo mínimo. Estamos
llamados a la vivir la verdad, de corazón y en la vida cotidiana. Ser
transparentes en nuestra actitud, con aquellos que nos rodean, en nuestro
trabajo, en donde nos desenvolvemos. En su proyecto, Dios confió a Juan la
misión de ser precursor inmediato del Mesías, encargado de reconocerlo como tal
y señalar su presencia en medio del pueblo. “He aquí el Cordero de Dios, el que
quita el pecado del mundo”. Juan indica quién es Jesús, así como los profetas
anuncian el mensaje de Dios preparando el camino al Mesías. Surge la grandeza
de Juan, el más grande entre los nacidos de mujer. Él tiene la certeza que la
verdad que lo hace anunciar y dar testimonio se identifica con Cristo mismo y
es por ello que se nos invita a ser portadores de la palabra de Dios con
nuestro ejemplo y con la vida misma, una vida que conlleva a ser transparentes
y sinceros en medio de las vicisitudes que se puedan presentar.
Con el ejemplo de María
María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en
esperanza; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como
se debe. Confiemos en que ella siempre nos acompaña y nos muestra la vía que
nos lleva a Jesús. Que nadie sienta que en su vida falta el amor de Dios, ya
que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo la unión y el
amor que todos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación.
Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a
todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo.
Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com