José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 21 de junio de 2012


Nacimiento de Juan el Bautista
Juan, el precursor…
“A ti niño te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.”

Iº lectura: Is 49, 1-6; Salmo: 138; IIº lectura: Hch 13, 22-26; Evangelio: Lc 1, 57-66.80

Confiar en el amor, la bondad y la sabiduría de Dios, es fundamental para poder caminar en su nombre y hacer crecer la esperanza que viene de Él. Juan el Bautista es al único al que se le reconoce el título de Precursor de Cristo, el único al quien se le celebran dos fiestas litúrgicas: la Natividad y el Martirio. San Agustín nos dice: “La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo. Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo, y sacar provecho de él.”

Precursor, testigo, hombre de Dios
La fuerza profética de Juan el Bautista es esta: no se debe jugar con medias tintas ni conformarse con lo mínimo. Estamos llamados a la vivir la verdad, de corazón y en la vida cotidiana. Ser transparentes en nuestra actitud, con aquellos que nos rodean, en nuestro trabajo, en donde nos desenvolvemos. En su proyecto, Dios confió a Juan la misión de ser precursor inmediato del Mesías, encargado de reconocerlo como tal y señalar su presencia en medio del pueblo. “He aquí el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”. Juan indica quién es Jesús, así como los profetas anuncian el mensaje de Dios preparando el camino al Mesías. Surge la grandeza de Juan, el más grande entre los nacidos de mujer. Él tiene la certeza que la verdad que lo hace anunciar y dar testimonio se identifica con Cristo mismo y es por ello que se nos invita a ser portadores de la palabra de Dios con nuestro ejemplo y con la vida misma, una vida que conlleva a ser transparentes y sinceros en medio de las vicisitudes que se puedan presentar.

Con el ejemplo de María
María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como se debe. Confiemos en que ella siempre nos acompaña y nos muestra la vía que nos lleva a Jesús. Que nadie sienta que en su vida falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo la unión y el amor que todos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo. Así sea.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...