“Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de
Dios; conviértanse y crean en el Evangelio.” (Mc 1,15)
Iº lectura: Gen 9,8-15; Salmo: 24; IIº lectura:
1Pe 3, 18-22; Evangelio: Mc 1, 12-15
Hemos
iniciado el tiempo favorable de la Cuaresma, en el cual se nos invita a
recordar de manera particular, el sentido que debemos darle como cristiano que
somos. El Papa Francisco nos invita en su mensaje para la Cuaresma del año 2015, a
vivir este tiempo con la certeza de que “Dios no es indiferente
al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de
cada hombre”.
DIOS HACE UN PACTO Y NOS SEDUCE
No
podemos ver la esperanza como un sentimiento lejano; la esperanza es algo
concreto, va más allá de lo que humanamente podamos sentir o pensar. Es un pacto
que establece Dios, desde el inicio de la vida hasta el corazón de todos y cada
uno de nosotros. Es un camino de ayuno, de reconciliación y penitencia, de
esperanza y oración.
Es la
presencia de Dios que nos permite ver y constatar que cada uno de sus hijos, no
caerán en las manos del demonio. Esto nos da la oportunidad de conocer una
nueva modalidad: en Jesús, en su amor y
su misericordia, podemos evitar las tentaciones. Del diluvio, que destruye
la maldad del hombre, llegamos al Bautismo que purifica y libera nuestra
condición de pecadores. Del hombre pecador, Dios hace un regalo al corazón
mismo de la humanidad: la conversión como remedio saludable e instrumento
perenne de salvación. El mensaje se nos da para extenderlo, para llevarlo a los
corazones de todos aquellos que poseen la disponibilidad de recibir a Dios.
Esta cuaresma, este tiempo de gozo y de
penitencia, de reconciliación y esperanza, es un momento en el cual estamos
llamados a ser testigos, discípulos de Cristo que nos lleva de la mano a la
verdadera salvación.
El Papa
Francisco nos recuerda: “Tener un corazón
misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser
misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero
abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por
los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva,
un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.” (Mensaje para la Cuaresma 2015). Hagamos vida lo que Dios nos
enseña, lo que nos transmite, lo que nos invita a vivir.
MARÍA NOS ACOMPAÑA EN LA CUARESMA
Nuestra
Madre del Cielo es garantía de salvación. Ella y su compañía son itinerarios
seguros, amor sincero, confianza plena. Si deseamos vivir este tiempo,
dejémonos llevar por ella de la mano, luz de nuestros corazones, madre de todos
los hombres y estrella que nos conduce al mismo corazón de Jesús. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com