José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 10 de diciembre de 2016

III° Domingo de Adviento, 11 de diciembre de 2016

CON FIRMEZA Y SIN TEMOR
“Tengan paciencia también ustedes, manténganse firmes, porque la venida del Señor está cerca.”…

Iº lectura: Is 35,1-6a.10; Salmo: 145; IIº lectura: St 5, 7-10; Evangelio: Mt 11, 2-11

Alegría, regocijo y gran expectativa nos produce la venida del Señor. El profeta Isaías deja ver la imagen fructífera del desierto que florece en nuestra vida, subrayando la alegría de poder cambiar o mejorar siempre más; se subraya la paciencia y el buen trato que debe existir entre todos, ya que el Señor está cerca, ratificando el inmenso amor de Jesús para los suyos resaltando la grandeza de Juan el Bautista, el precursor, indicándonos así lo que cada uno de nosotros debemos poner en práctica.

JUAN EL BAUTISTA, EL MAYOR ENTRE LOS NACIDOS DE MUJER…

El itinerario del Adviento nos presenta a Juan el Bautista como ejemplo de lo que la liturgia de hoy nos ofrece: regocijo, alegría, fortaleza, fidelidad, justicia, paciencia. Juan es quien anuncia y denuncia, es quien sin miedo habla de Dios como guía de nuestra vida; es aquel que prepara no solo a los de su tiempo, sino también a nosotros en la vida cotidiana para perfeccionar nuestra adhesión a Dios y al mensaje del Evangelio. Él predica en el desierto y justo allí florecen las esperanzas, es en el desierto donde germina el deseo de encontrar a Dios y seguir sus pasos.

¡Cuánto desierto encontramos en nuestra vida! ¡Cuántos momentos de tristeza, de dolor, de angustia! ¡Cuánta impotencia ante la injusticia que reina en ciertas situaciones que parecen no tener vía de salida! Ante todo esto se asoma una luz que nos ilumina desde lo más profundo de nuestro ser: la llegada de Jesús. Ante la duda de muchos y el asombro de otros, ¡Él es quien debe venir!, Él es quien nos salva, quien nos ilumina, quien nos da la fuerza para cultivar aún más el regocijo de su venida, la alegría de su presencia y la fidelidad a su mensaje.

Quien está lejos de la palabra del Señor, quien no vive en Dios sino que usa y abusa de la vida misma en desprestigio del hombre, se acerca más a la experiencia del mal y por ende, al pecado. Juan, el mayor entre los nacidos de mujer, nos motiva para ser testigos de lo que nos anuncia el Evangelio de la verdad...

MARÍA NOS ENSEÑA Y AYUDA A ESPERAR…

La presencia de María, Madre del Adviento, nos ayuda a caminar hacia la Luz verdadera que nos regala el nacimiento de Jesús. Estamos caminando con esperanza y fe, pidiendo la fuerza y la convicción para ser testigos del mensaje del Evangelio. Reconciliémonos con Dios y con nuestros hermanos, para que la Navidad que se avecina sea un momento de encuentro verdadero y consciente de lo que realmente debemos hacer como cristianos. Así sea.

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com


lunes, 5 de diciembre de 2016

II° Domingo de Adviento, 4 de diciembre de 2016

CAMINEMOS HACIA DIOS SIN MIEDO Y CON ALEGRÍA
“La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz”

Iº lectura: Is 2,1-5; Salmo: 121; IIº lectura: Rom 13, 11-14; Evangelio: Mt 24, 37-44

Una vez más las puertas de la esperanza reflejadas en el Adviento, se abren a todos lii°os hombres y mujeres que desean formar parte de este itinerario que lleva a comprender una vez más que estamos llamados a ser luz en medio de la oscuridad. Somos obra salida de la mano de Dios, obra que pide el amor del padre amoroso y en el cual confiamos plenamente a pesar de nuestras debilidades. En el camino de la fe, el Señor no nos deja ni abandona. Él nos acompaña y nos enriquece en todo, “en el hablar y el saber” y no nos falta nada porque Dios nos da la gracia y los dones que necesitamos para dar testimonio de vida ante el mundo y en medio de él.

SALIR AL ENCUENTRO DEL SEÑOR CON GOZO

El tiempo de Adviento es un momento favorable en el cual la Iglesia nos muestra su riqueza y su amor para con nosotros. Nos invita a dar pasos importantes respecto a la presencia de Dios en nuestra vida, e igualmente se nos indica la segunda venida de Jesucristo al final de los tiempos. No veamos esto como una amenaza, como algo que mientras más lejos esté o menos se hable de ello es mejor, pues aunque parezca como una situación con lo que terminará nuestra existencia, no es así.

La presencia de Dios es alegría, es gozo; encontrarnos con Él es vivir con sinceridad la unidad, es dar una luz de esperanza a quien la necesita con la certeza que Dios está ahí, junto a nosotros, guiándonos con su luz. Este día y este tiempo, se presenta como una señal pues se nos invita con garantía y seguridad a caminar hacia el encuentro del Señor; se nos motiva a decir con el salmista: “¡qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!

La luz es guía, es lo que se opone a la oscuridad y a las obras que nos alejan de Dios, es lo que se opone a la maldad que entra en el corazón de quien vive sin Él, a las injusticias cometidas por falta de amor, de honestidad, de decisión. San Pablo nos exhorta claramente a despertar, y así darnos cuenta del momento en el que vivimos; nos invita a revestirnos del amor de Jesús para alejar todo aquello que nos aparta de la verdadera vía.

LA MADRE DE LA LUZ

María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida tal como debe ser. Confiemos en que ella siempre nos acompaña y nos muestra la vía que nos lleva a Jesús. Que nadie sienta que en su vida falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo como discípulos y misioneros, la unión y el amor que todos los pueblos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo. Así sea.

José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...