“La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que Él mismo nos ha dado...”
Iº lectura: Ex 17, 3-7; Salmo: 94; IIº lectura: Rom 5, 1-2. 5-8; Evangelio: Jn 4, 5-42
El itinerario cuaresmal nos invita a discernir cada instante de nuestra vida como un encuentro particular y especial con Jesús, el cual nos motiva nuevamente a ir más allá de nuestro pensamiento y encontrar en Él la vía que nos anima a seguir adelante.
Encontrarnos con Jesús…
El hermoso episodio que se nos presenta en este día es la clara demostración de la unión y la intención que debemos ofrecer cada vez que nos encontramos con alguien y pensamos, tal vez, no sea la persona más indicada para evangelizar. El encuentro de Jesús con la Samaritana, junto a toda la belleza del diálogo como tal, nos enseña algunos puntos fundamentales de reflexión. En primer lugar, nos da la posibilidad de conocer la intención de Jesús: Él se acerca a cada hombre y a cada mujer, sin ver su condición social, cultural, política o religiosa. En segundo lugar, la Samaritana, al igual que nosotros, reta a Jesús, le hace preguntas, lo indaga y Él no se queda atrás; se une a este diálogo de manera tan perfecta, que ninguna pregunta queda sin respuesta. En tercer lugar se nos invita a reconocer en Jesús al profeta, al Mesías y a quien nos da la pauta a seguir para adorar a Dios: debemos adorarlo en espíritu y verdad. Este es el modo de conocer a Jesús, de indagar en la vida la insondable muestra de su amor y el modo como debemos seguirlo. Jesús nos dice hoy y siempre: “soy yo, quien te habla” y en los ojos de la Samaritana se refleja la sorpresa, el asombro y el deseo que ese momento no termine ahí. El hecho de pedir agua por la sed producida en el camino, lleva a reflejarnos en la frescura de esa agua que, por el Bautismo, nos ha hecho cristianos, hijos de Dios. ¡Qué grandeza y misericordia la de nuestro buen Dios! Es algo que nos enseña que su presencia es fundamental en nuestros corazones, en nuestras almas, en todo nuestro ser. En la nueva evangelización debemos recordar a cada momento que Jesús se acerca al pozo de nuestras vidas y nos pide lo mejor de cada uno, ¿qué le vamos a responder?, ¿cuál será la decisión?
María, madre de quien nos habla siempre
Nuestra Madre del cielo, María Santísima, nos da ejemplo de cómo seguir los pasos de Jesús: hagamos lo que Él nos diga. La Misión Diocesana en la que todos estamos llamados a participar, nos encamina a vivir en espíritu y verdad el deseo de llevar la palabra de Jesús a todos. Seamos portavoces del mensaje que escuchamos en el pozo: “Soy yo, el que habla contigo”. Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@hotmail.com