“¡Ábrete!”
“Queridos hermanos, escuchen: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los le aman?”
“Queridos hermanos, escuchen: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los le aman?”
Iº lectura: Is 35, 4-7ª; Salmo: 145; IIº lectura: St 2, 1-5; Evangelio:
Mc 7, 31-37
La palabra de Dios en este XXIII domingo del tiempo ordinario, nos
manifiesta nuevamente la invitación de Jesús a través de lo que su mensaje
propone: ser fuertes, no temer, no excluir a nadie y abrir el corazón a la
acción misericordiosa y liberadora que Jesús realiza en todos y cada uno de
nosotros.
“Todo lo ha hecho bien”
Encontramos detalles de amor y misericordia por parte de Jesús hacia los
demás. Son gestos y actitudes que denotan claramente lo que desea el maestro
para quienes le siguen, para aquellos que encuentran en Él paz y tranquilidad.
La curación del sordo que nos relata el Evangelio es una demostración, no solo
de lo que hace Jesús, sino de lo que en cada corazón quiere hacer crecer. De
todo lo que encontramos en el Evangelio de hoy, podemos reflexionar sobre tres
aspectos, veamos. En primer lugar,
hay un acercamiento por parte de un sordo que ante la oración de Jesús queda
curado. Esto nos enseña que debemos acercarnos al maestro, sólo Él puede
curarnos de la sordera que presentamos ante la cantidad de palabras inertes y
superficiales que oímos a diario. En
segundo lugar, Jesús cura al sordo “mirando al cielo” y tocándolo
diciéndole “ábrete”; dos acciones que pueden y deben ser tomadas en cuenta cada
vez que estamos en presencia de Dios. Mirando al cielo junto a Jesús, podemos
decir “ábrete”, haciendo alusión a la disponibilidad que cada uno de nosotros
debemos tener ante la invitación que nos hace Dios a seguirlo y vivir el
Evangelio. En tercer lugar, la
gente al ver a Jesús decía de Él que todo lo hacía bien, y ello deja entrever
la satisfacción y la plenitud que proporciona la presencia y la acción
salvadora de Dios en nuestra vida. Dejarnos amar por Él es hacer de nuestras
vidas un testimonio vivo de lo que Dios hace continuamente en nosotros. Seamos agradecidos con Jesús, quien abre
nuestros corazones a su palabra y en quien vemos que todo lo hace bien, sin
excluir a nadie, ofreciendo a todos la grandeza de su amor.
María nos ayuda a abrir el corazón a Dios
Nuestra Madre del Cielo nos guía, nos acompaña y nos lleva de la mano.
Ella es fiel y nos enseña a serlo también nosotros. Sigamos su ejemplo y
dejémonos inundar del amor infinito y misericordioso de Dios que, como nos dice
el Salmo de hoy, “…liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el
Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor
guarda a los peregrinos”. Así sea.
En este mes, en el cual celebramos a María bajo la
advocación de Nuestra Señora de Coromoto, pedimos de todo corazón que nuestras
vidas estén disponibles a abrirse cada vez más a la acción liberadora de Dios,
siendo fieles discípulos y testigos de la verdad, tolerantes y comprensivos, a
fin de ser testimonio en el mundo de la palabra de vida que nos regala el
Señor.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
joselucio70@gmail.com