“Celebremos con alegría el nacimiento del Niño Dios.
No olvidemos a quienes menos tienen y demostremos que somos hijos de Dios, por
tanto, sus hermanos: acerquémonos a ellos para compartir lo que tenemos y
hacerles sentir la fuerza amorosa de nuestra solidaridad.”
Mensaje de Navidad 2008, Mons. Mario del Valle Moronta, obispo de San
Cristóbal.
Iº lectura: 2Sam 7,1-5.8-11,16; Salmo: 89; IIº lectura: Rom 16, 25-27; Evangelio: Lc 1,26-38
El camino que nos lleva a la Navidad es un itinerario de paz, alegría y esperanza. La alegría y la paz son temas propicios que encaminan al hombre de hoy a vivir con sencillez y este aspecto es primordial en la liturgia de este día. En ella, Dios muestra el deseo de vivir en el corazón del hombre y ser parte del amor que se debe practicar en el prójimo y en cada uno de nosotros.
TIEMPO
DE PAZ Y JUSTICIA
Dios
nos pide caminar en su presencia, ser verdaderos discípulos, testigos y
misioneros de su palabra. Él desea habitar en el corazón del hombre y que todos
seamos constructores del templo de nuestras vidas, en nuestras familias, en
nuestra sociedad. Ser constructores significa caminar por sendas de paz y
justicia, que permitan descubrir cada día más el insondable amor de Dios que
nos da la fuerza en la preparación del corazón de hombre para su llegada.
Es
por ello que proclamamos el Evangelio de la verdad, el Evangelio de la vida, el
mensaje de Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, presente por siempre en nuestra
vida. Se nos invita a prepararnos bien en el Adviento para “hacer de esta Navidad un tiempo oportuno para la gracia de Dios: que
nos llenemos de ella para fortalecernos a fin de reafirmar nuestra vocación de
discípulos y misioneros” -Mensaje de Navidad 2008, Mons. Mario del Valle
Moronta Rodríguez-.
Con
esto debemos, en primer lugar, ser
templos del Espíritu Santo; luego,
vivir según la voluntad de Dios y en
tercer lugar, reconocer en el amor de Dios el modo de cumplir su voluntad
para creer, vivir y anunciar el Evangelio. Nos uniremos a Dios como discípulos
de Jesús si creemos cada vez en su presencia en medio de todos, sin exclusión,
sabiendo que todos somos parte de Él y de la Iglesia.
En
este tiempo de Adviento, y en el de Navidad que se avecina, estamos llamados a
unirnos con convicción al plan salvífico de Dios para con su pueblo: un plan de
amor, paz y justicia.
SENCILLOS
Y HUMILDES CON MARÍA
Dios
nos anuncia el mensaje de paz presente en su Hijo a través del poder del
Altísimo y en el “fiat” -hágase- de
María Santísima. Ella nos da el ejemplo para cumplir con humildad y sencillez
la voluntad de Dios, que no es otra cosa sino vivir de corazón su amor hacia
Él, el prójimo y nosotros mismos. María, nuestra madre nos guía a Jesús, ella
nos da la posibilidad de estar junto a Él, junto a la Sagrada Familia, junto al
amor de Dios hecho hombre. Así sea.
José Lucio León
Duque
joselucio70@gmail.com