José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 28 de diciembre de 2017

Domingo 31 de diciembre de 2017, La Sagrada Familia

¡GRACIAS A DIOS POR LA FAMILIA!
“En los pasos de José y María se esconden tantos pasos. Vemos las huellas de familias enteras que hoy se ven obligadas a marchar. Vemos las huellas de millones de personas que no eligen irse sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra. En muchos de los casos esa marcha está cargada de esperanza, cargada de futuro; en muchos otros, esa marcha tiene solo un nombre: sobrevivencia. Sobrevivir a los Herodes de turno que para imponer su poder y acrecentar sus riquezas no tienen ningún problema en cobrar sangre inocente.” (Papa Francisco, Homilía en la noche de Navidad, 24 de diciembre de 2017)

I° lectura: Eclo 3, 2-6. 12-14; Salmo: 127; II° lectura: Col 3,12-21; Evangelio: Lc 2, 41-52

Este día es la continuación del itinerario que todo cristiano debe cultivar y construir: la vida en familia como don de Dios pidiendo para ella y para el mundo la luz de Dios y la paz. Las lecturas de este día nos preparan para comprender no sólo lo que es una familia, sino lo que en la vida cotidiana debemos hacer: honrar los padres, sobrellevarse mutuamente, perdonarse, ser luz y fomentar la unidad. Así mismo, se nos exhorta a reflexionar sobre la actual situación de la familia.

UN MENSAJE DE PAZ PARA LA FAMILIA Y EL MUNDO

La vida de todos y cada uno de nosotros debe ser testimonio de paz, de unidad, de armonía. Ello se logra si vivimos en el respeto, con educación, ayudando a quien lo necesita y fortaleciendo nuestra fe. En medio del desinterés de muchos, tenemos el amor de Jesús que nos hace parte de su familia con un amor total, aún en medio de las dificultades que se puedan presentar.

La paz es el signo que acompaña la existencia de tantas almas necesitadas de Dios; tantos hombres y mujeres sedientos de su amor, deseosos de tranquilidad y de armonía; tantos niños que más que un juguete necesitan cariño y ternura; tantos jóvenes que más allá de vicios cargados de curiosidad, necesitan una mano amiga, que les acompañen a ser auténticos portadores de esperanza. Esa es la realidad que estamos llamados a ver con claridad: la situación de la familia hoy que se ve manchada de corrupción, deshonestidad y carencia de valores, en medio del llamado a tener esperanza y fe mirando con ilusión a Jesús que nace por nosotros.

La paz es signo de amor en la familia, cuando cada hombre y cada mujer asumen sus propios retos y sus propias responsabilidades recordando el rol que tienen y el don que Dios les ha regalado; cuando quienes gobiernan los pueblos se adhieren a vivir en unidad y trabajar por ella y no se dejan llevar por intereses personales que, lejos de ayudar al bien común, acercan al pueblo a la destrucción y a la desesperanza; cuando quienes la predicamos, trabajamos y luchamos por ella, sin miedo y sin temor, confiados en la presencia de Dios.

En este día se nos invita a valorar lo que tenemos: nuestros padres, hermanos, amigos. Se nos pide ser testigos en espíritu y verdad del amor de Dios, reflejado concretamente en el rostro de tantos hermanos y hermanas nuestros, que mirando al cielo claman a Dios para así poder mirar a la tierra y encontrar quien les ayude. No dejemos que este fin de año sea uno más de tantos en los cuales el protagonismo lo tienen las cosas materiales, las actitudes deshonestas, las acciones que hunden al pueblo en la desesperanza. Estamos llamados a ser portavoces del protagonismo que Jesús niño posee, no por deseos de poder sino con el mensaje evangélico del amor real que solo Él nos puede dar.

CON LA SAGRADA FAMILIA

No dejemos apagar la llama que la Navidad encendió en nuestros corazones; seamos esa luz que camina hacia los sitios más recónditos dónde necesiten de ella. Llevémosla junto a Jesús, José y María, a todas las familias, a todos los hogares, a nuestro hogar, y si a alguno de ellos no podemos llegar, dejemos que se extienda gracias a los sentimientos de unidad, de fe y de hermandad que existen en nuestras comunidades, cultivando aún más el deseo de evangelizar en espíritu y verdad sin excluir a nadie, siendo testigos de la verdad y la justicia.

“Sin Jesús no hay Navidad. Y si en el centro está Él, entonces todo lo de alrededor: las luces, los sonidos, las tradiciones locales, incluidas las comidas características, crean la atmósfera de la fiesta. Pero si le quitamos a Él, la luz se apaga y todo se convierte en algo falso, en solo apariencia”. (Papa Francisco, Audiencia del Miércoles, 27 de diciembre de 2017).

Para todos nuestros lectores el más sincero deseo de paz. Que de ella se desprendan los más hermosos sentimientos para todos sin distinción de raza o credo o condición social. Luchemos para que nadie impida la entrada de la acción misericordiosa y plena del amor de Dios en nuestros corazones, que nadie nos robe la paz y que tengamos la valentía de llevar el mensaje del Evangelio de la Verdad. Dios y la Virgen les bendigan. Así sea.

José Lucio León Duque
josélucio70@gmail.com




miércoles, 27 de diciembre de 2017

CARTA A HERODES, 28 de diciembre de 2017

CARTA A HERODES
Por Mons. Mario del Valle Moronta, Obispo de San Cristóbal

Te extrañará esta carta. Es costumbre hacerla al Niño Jesús y a los Reyes Magos. Pero no a ti. Te escribo no para felicitarte por lo que hiciste. La historia ha sido dura por tus acciones nada bonitas por cierto. Fue horrible la matanza de los inocentes allá en Belén. Y sólo porque tenías miedo de que surgiera un nuevo Rey. Pero Dios te hizo el juego y el Rey que de verdad había nacido fue llevado a Egipto. Mataste a muchos inocentes por soberbia, ambición, odio y miedo. 

Una cosa terrible es que tu figura no ha pasado desapercibida a lo largo de los siglos. No sólo porque nadie te ha olvidado sino porque sirves de rostro para muchos que han obrado en contra de tantos inocentes. 

Hoy mismo tu cara refleja a tantos hombres y mujeres que atacan la dignidad de no pocos hermanos que sufren. Por eso decimos que hay muchos HERODES. Incluso en nuestro país tan golpeado por una grave crisis. 

Hoy tu rostro se ve reflejado en todos aquellos que defienden y practican el aborto. Ellos olvidan que no son los dueños de la vida  y que pueden hoy hacer esa barbarie porque no murieron abortados. Junto a ellos también están los que comercian con el material orgánico producto de los abortos para hacer cosméticos y medicamentos. 

Hoy tu rostro se deja ver en quienes desarrollan el comercio de la pornografía infantil, la pederastia, la venta y tráfico de niños. 

Hoy tu rostro se ve en quienes trafican con personas y las esclavizan de variadas formas y de los que practican la trata de mujeres y hombres también para la prostitución. Si no lo crees échate una pasadita por algunos de los pasos fronterizos entre Venezuela y Colombia

Hoy tu rostro se ve en quienes juegan con la dignidad de la gente y menosprecian a los migrantes o se burlan de quienes tienen discapacidades o van creando condiciones desfavorables para la gente que sufre hambre y escasez de medicinas. 

Hoy tu rostro sirve de máscara para quienes delinquen o para quienes juegan con La Paz de la gente o para "bachaquear" y contrabandear. 

Hoy tu rostro sirve de máscara para quienes impiden que niños se reencuentren con sus padres que están fuera del país. 

Hoy tu rostro y nombre sirven de disfraz para muchos que al sentarse a dialogar sólo buscan sus propios intereses y no el de los demás hermanos. 

Hoy tu rostro sirve de escondite para quienes no quieren dar la cara ante la situación que atemoriza y desespera a muchas familias. 

Hoy tu rostro sirve de mampara para tantos católicos de toda condición social que prefieren el derroche antes que la solidaridad ¡cuántas fiestas, sobre todo de bodas, con derroches millonarios! ¡y cuánta gente necesitada de verdad!

Cuando vemos la multitud de personas que salen por nuestras fronteras para buscar mejores condiciones de vida fuera de Venezuela, pienso en las peripecias de José al llevar a María y Jesús escapando de tu odio y revancha. ¿Acaso no les está pasando lo mismo a ellos? Al verlos nos damos cuenta de la cantidad de HERODES que hay detrás y que están destrozando ilusiones y esperanzas de una vida digna. 

Cuando vemos a tanta gente necesitada de insumos de salud y pasando hambres es muy difícil no pensar que todo está originado por quienes juegan a ser como tú. 

Hoy sigue habiendo mucha gente que se aprovecha de tu figura para fortalecer su egoísmo e individualismo. 

Hoy tu rostro lo conseguimos en tantos lugares como tú no te imaginas. 

¿Por qué te escribo? Por varios motivos pero uno en particular. Porque al creer en Dios que se hizo hombre para salvarnos creo en la conversión y uno al contenido de esta carta mi oración para que tantos HERODES de hoy se conviertan. Están a tiempo. Esta carta de seguro les llegará a muchos de ellos. Ojalá pueda ser un instrumento para su conversión. 

Espero le llegue a todos los que le hacen la corte a esos nuevos HERODES: y ellos son los que se creen más que los demás, los acaparadores y especuladores y los que sacan partido de toda la maldad que se practica. Algunos pretenden castigar a los del gobierno y terminan poniéndoles cargas pesadas al pueblo. Otros buscan castigar a la oposición y también colocan fardos pesados en los hombros del pueblo. Y todos hablan de democracia. Como tú al verte sorprendido por los reyes magos y su búsqueda del nuevo rey se sienten obligados a mantener el estatus de dirigentes para no perder su cuota y afán de poder  y se olvidan del pueblo, único protagonista y sujeto social de la democracia. Por eso todos los días son 28 de diciembre.

Ojalá esta carta ayude a la conversión de quienes juegan a ser como tu HERODES. Pero si de algo puedes estar seguro tú y ellos es que el MESÍAS sí nació e inauguró el reino de justicia, verdad y paz. Y que muchos, en la Iglesia y personas de buena voluntad estamos dispuestos a hacerlo realidad. Y verás que con la fuerza del Señor se impondrá La Paz y la verdad que vienen del amor de Dios. 

Te saludo.

+Mario del Valle Moronta
Obispo de San Cristóbal


domingo, 24 de diciembre de 2017

25 de diciembre, Natividad el Señor

¡VIVAMOS LA NAVIDAD!

“¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia…” (Is 52, 7)

Cada año nos encontramos para celebrar la Navidad. Es una celebración de Navidad no como las otras, es una Navidad diferente y tal vez más en sintonía con lo que Dios quiere de nosotros. Durante estos días hemos podido experimentar con algunas actividades y celebraciones la cercanía al Pueblo de Dios, la necesidad que él tiene de sentir su Palabra y encontrar respuesta a lo que cada uno de nosotros pueda cuestionar. Visitamos los ancianatos, la  cárcel, el psiquiátrico, escuelas y liceos, así como se han verificado situaciones en las que la crisis se evidencia de una manera notable. Hemos vivido de una manera muy especial la Novena y las Misas de Aguinaldo, contando con la participación de los fieles, colocando en el Niño Dios la esperanza y el deseo de estar bien.

Es Navidad, ha nacido el Salvador y en nuestras casas hemos hecho el pesebre, hemos adornado, en la medida de las posibilidades, con el árbol y muchas cosas más. Aún así sentimos el peso de la crisis moral y de otra índole, que tanto hemos denunciado, que estamos viviendo en el día a día y que aún pareciera no saber cómo canalizar.

La situación del país, la situación familiar y personal de todos nosotros tiene una mirada común: el pesebre y más concretamente el Niño Jesús, hoy representado en tantos hermanos nuestros que sufren el peso de este momento histórico que estamos viviendo. Dios nos indica el camino, anunciando el nacimiento de Cristo a los más sencillos y humildes de corazón, y hoy, en nuestros Templos y en medio del Pueblo de Dios, deseamos que ese anuncio se materialice en la inclusión de todos aquellos que de un cierto modo son alejados por las condiciones en las que viven o las situaciones que tienen.

Las palabras del papa Francisco el año pasado (2016), en la Santa Misa de Navidad resuenan en la actualidad y son palabras que se convierten en un llamado urgente -hoy más que nunca necesario-: “debemos liberar la Navidad”, liberarla de tanto materialismo, del pensar que con un regalo se compra a alguien, liberarla del gasto desenfrenado, del aprovechamiento de quienes confunden lo material con el verdadero sentido de la Navidad. Debemos retornar a la Navidad - nacimiento de Jesús, esa Navidad donde podamos alegrarnos como los Pastores al escuchar el anuncio de la llegada del Salvador, donde encontremos de nuevo el camino de la Paz, de la reconciliación y de la Esperanza y a la vez podamos tener la valentía de denunciar sin miedo lo que no está bien.
 
Vivir la Navidad con convicción es el eco del llamado de Juan el Bautista: “preparen el camino del Señor” (Mc 1, 1-3). Es encontrarse con un camino que se perfila como un reto ante las situaciones difíciles que nos encontramos día a día.
Vivir la Navidad es “hacerse uno” con aquellos que claman justicia, con los pobres y excluidos de la sociedad, con quienes lloran cada día su propia desgracia y no poseen los medios necesarios para salir de la situación en que se hallan.
Vivir la Navidad es compartir sin reserva no solo lo material, sino las virtudes y los valores que son parte fundamental en el mensaje de Jesucristo, que viene a salvarnos y a hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos.
Vivir la Navidad es comprender la necesidad de ver más allá de lo que normalmente vemos. Darnos cuenta, con sinceridad y objetividad, que no estamos solos en el mundo, sino que son millones los seres humanos que esperan una luz en su camino como signo de una vida mejor.
Vivir la Navidad es mirar alrededor y ver que la indiferencia y la falta de tolerancia, se hacen eco de pensamientos inertes que buscan menospreciar y degradar lo bueno que pueda existir.
Vivir la Navidad es centrarnos en el misterio de Dios hecho hombre, en quien creemos, “vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28).
Vivir la Navidad es dar sentido a cada gesto, cada don, cada detalle que se ofrece no por ser una fiesta más ni un periodo de vacaciones, sino la presencia viva de Dios hecho hombre que se manifiesta en la caridad con hechos concretos.
Vivir la Navidad es orar por quienes no creen en Dios, por quienes usan su forma de pensar para dañar a los demás, olvidando que Dios es padre de todos y para todos y que no excluye a nadie de su corazón.
Vivir la Navidad es saber reconocer los propios errores y pedir perdón. Tendremos la oportunidad de reconocernos débiles y pecadores sabiendo que la misericordia se vive desde lo profundo del corazón haciendo gestos de caridad con sinceridad y no para salir del paso.
Vivir la Navidad es meditar y discernir sobre la situación que vive el mundo de hoy, donde el relativismo ético se presenta como un tema al cual se debe dar una respuesta con el testimonio y el ejemplo de vida cristiana.
Vivir la Navidad es dar lo que tenemos, no lo que nos sobra, recordando que Cristo viene “para servir y no para ser servido” (Mc 10, 45). Este es un detalle que debemos practicar siempre, no solo en Navidad.

La invitación es clara: debemos vivir la Navidad con esperanza, como aquello que –con palabras del Papa Francisco-  “va más allá de nuestras fuerzas y nuestra mirada.” Junto a la esperanza que nos da vida, debemos también pedir perdón a quien o quienes pudiésemos haber ofendido.  “Miramos a María, Madre de la esperanza. Con su “si” abrió a Dios la puerta de nuestro mundo: su corazón de joven estaba lleno de esperanza, completamente animada por la fe; y así Dios la ha elegido y ella ha creído en su palabra." S.S. Papa Francisco (2016).


FELIZ NAVIDAD PARA TODOS, que el niño Dios nazca en cada uno de nosotros y que la sinceridad, la justicia y el respeto sean signo del testimonio que debemos ofrecer hoy y siempre. Dios y la Virgen les bendigan. Así sea.

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com


IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...