Jesús: ¡entra en nuestro corazón!
“El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás”.
I° lectura: Is 50, 4-7; Salmo 21; II° lectura: Fil 2, 6-11;
Evangelio: Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo
El itinerario cuaresmal nos conduce a la salvación que, a través de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, se revela parte fundamental de nuestra vida cristiana. Los cristianos, de todo tiempo, de toda la historia, somos llamados a mirar este itinerario con esperanza. Esa esperanza nos enseña que Jesús, entrando en Jerusalén, entra igualmente en nuestra vida y en nuestro corazón.
El itinerario cuaresmal: un camino de vida
Durante esta cuaresma, se nos ha mostrado la misericordia de Dios en varias perspectivas y su luz ilumina nuestra vida dejando fe que su amor es más grande de lo que podamos pensar o sentir. Jesús quiere entrar en nuestro corazón y se hace realidad al realizar una gran procesión: no sólo la del domingo de ramos o la del itinerario cuaresmal; una procesión que se presenta como la prolongación de la vida en Cristo, de su amor al pueblo que clama justicia y que, a su vez, desea no perder la esperanza. Escuchemos a Cristo, no podemos echarnos para atrás. Es fundamental ver este camino de vida como un despertar ante la pasividad y la falta de amor que se presenta en el mundo. Cuando Jesús entra en Jerusalén, entra en cada una de nuestras vidas, entra en la vida de la Iglesia y ello nos lleva a ayudar a los demás a entrar en la justicia, en el diálogo, en la paz, en la unidad. Jerusalén se viste de gala, se llena de gozo, es privilegiada ante la presencia del maestro. Hoy Jerusalén representa todo el mundo, todos aquellos lugares donde, viviendo de nuevo ese momento triunfal, colocan alfombras de vida y gritan de júbilo y alegría ante la presencia de Jesús. El hombre de hoy es iluminado por el paso del maestro; las palmas y los ramos se mueven y se agitan gracias a la oración y la misericordia que vienen de Dios; los cantos de alabanza son la voz de tantos hombres y mujeres que claman la tranquilidad en un mundo lleno de materialismo y superficialidad y que no pierde la esperanza de una renovación plena.
María nos acompaña
En la gran procesión de la vida, del itinerario cristiano de todos y cada uno de nosotros, está la presencia maternal de María. Ella nos acompaña y nos guía a la participación de la pasión, muerte y resurrección de su hijo, quien con su amor infinito da su vida por cada hombre y cada mujer. Como discípulos y misioneros, unámonos más a Cristo y participemos en las ceremonias de Semana Santa de nuestras comunidades llevando el mensaje del evangelio, mensaje de paz, de esperanza, de justicia. Así sea.
P. José Lucio León Duque