José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 5 de septiembre de 2020

XXIIIº Domingo del Tiempo Ordinario, 6 de septiembre de 2020


SABER CORREGIR, SABER ACEPTAR
"Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos"

Primera lectura: Ez 33,7-9; Salmo: 94; Segunda lectura: Rm 13, 8-10; Evangelio: Mt 18, 15-20

El Señor nos invita en este domingo, ayudar a corregir a quien no está en el camino correcto. Nos propone ser centinelas, cuidadosos hombres y mujeres que buscan de la mejor manera ser fieles a la palabra del Señor, a su mensaje (1° lectura). Solo si escuchamos la voz de Dios, acercándonos a Él, adorándolo y siendo dóciles a su voluntad, podremos caminar en la vía de la paz (Salmo). En este camino de paz, encontramos que todo se resume en el amor a Dios, al prójimo y a sí mismo, con ello es que cumplimos a plenitud toda la ley, todo aquello que estamos llamados a cumplir (2° lectura).

CORREGIR ES AYUDAR, NO MALTRATAR…

El Evangelio de hoy es una enseñanza fundamental en el caminar cotidiano del cristiano. Cada vez que cumplimos la voluntad de Dios, estamos dando pasos importantes en el itinerario personal de la salvación. El Señor nos pide tener caridad al momento de corregir. Hacerlo de tal modo, que quien recibe la corrección sienta la misericordia que proporciona el infinito amor de Dios. Corregir es sinónimo de rectificar, enmendar, advertir, amonestar; es por ello que se nos pide tener misericordia al momento de llevarla a cabo.

Lamentablemente, muchos asumen actitudes tan incoherentes, que piensan que para reprender, es necesario usar la violencia como uno de los medios más eficaces para que alguien rectifique los errores. Cotidianamente vemos cómo muchas personas se encargan de propagar con las propias obras, el maltrato, la indisciplina, la falta de amor de los cuales sufren tantos corazones y tantas personas son víctimas. Quien ama, sabe corregir, sabe ayudar a quien se equivoca, sabe guiar con caridad, sabe ayudar al prójimo a canalizar su vida por las vías del bien.

En esta jornada se nos enseña a practicar la "corrección fraterna", la verdadera, la que se hace en nombre de Dios, la que busca ser testimonio de honestidad, fraternidad, transparencia, la que es parte fundamental del plan de vida de todo cristiano. La corrección nos ayuda a encontrar el amor que viene de Dios a través de la aceptación de nuestra condición de seres humanos. Actualmente podemos poner por obra el hecho mismo de ser cristianos como una de las opciones más hermosas y que conllevan sinceramente a configurarse con Cristo. 

Tal vez en la vida se nos ha presentado alguien a quien hemos debido corregir o seguramente nos han corregido, ¿nos hemos comportado como verdaderos discípulos de Cristo? ¿Hemos sabido corregir? ¿Hemos sabido aceptar? Junto a nuestros hermanos, miremos al cielo y pidamos al buen Dios siga derramando sus bendiciones sobre todos y cada uno de nosotros, para saber reconocer lo que hacemos.

PIDAMOS COMO HERMANOS A TRAVÉS DE MARÍA SANTÍSIMA

De la mano con María, todos y cada uno de nosotros podemos pedir a Dios ser fieles, disponibles y sinceros con Él y con nosotros mismos. Muchas personas desean de nosotros el testimonio y la ayuda necesarios para poder encontrar la paz, la armonía y la solidaridad. La situación mundial en la que la presencia del COVID19 involucra hombres y mujeres de todas las naciones, debe ser uno de los motivos para no perder la ilusión, la esperanza y la confianza en Dios, siempre de la mano con nuestra Madre del Cielo, con su ayuda surgiremos y nos levantaremos para seguir adelante en el nombre del Señor. Así sea.

¡Oh, Santísima Virgen María de Coromoto, Madre de Misericordia!, confiamos a nuestra amada patria Venezuela a Tu Amoroso cuidado. Madre querida, te suplicamos reclames como tuya esta Tierra de Gracia, para Gloria de Tu Divino Hijo Jesucristo, verdaderamente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Santísimo y Divinísimo Sacramento del Altar, a quien Venezuela le ha sido consagrada.

Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María de Coromoto!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección e implorado tu socorro, haya sido desamparado, de Ti: Yo pecador, animado con tal confianza, acudo a Ti, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, a Ti vengo, delante de Ti me presento gimiendo. No desprecies, oh Madre del Verbo Encarnado, mis humildes súplicas; antes bien, óyelas y despáchalas favorablemente. Amén.

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José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal

jueves, 3 de septiembre de 2020

XXIIº Domingo del Tiempo Ordinario, 30 de agosto de 2020


DEJARSE SEDUCIR POR DIOS…
“Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?”

I° lectura: Jer 20, 7-9; Salmo: 62, II° lectura: Rom 12, 1-2; Evangelio: Mt 16, 21-27

“Tú eres Pedro”, decía Jesús el domingo pasado. Hoy dice, “aléjate de mi Satanás”. ¿Es incoherencia? ¡En absoluto! Jesús nos reafirma que Dios nos ilumina y nos inspira. Él nos revela a su hijo y nos permite tomar y llevar junto a Él, la propia cruz, aquella que nos corresponde, solo así podremos salvar nuestra vida en el nombre de Dios. Dejarse seducir por Dios, es enamorarse del Evangelio de la verdad, es ser capaces de proclamar su nombre sin temor, es tener la valentía de llevar esa cruz junto a Jesús y con Él.

PENSAR COMO DIOS Y EN SU NOMBRE, NO COMO LOS HOMBRES…

La liturgia de la palabra es un camino que nos exhorta a seguir luchando por el Evangelio y el mensaje que transmite. Hoy tenemos un esquema que podríamos tomar como parte de nuestro plan de vida. En primer lugar, Dios nos seduce, nos regala su palabra y a pesar de nuestra condición o situación, (I° lectura) nos invita a seguir adelante y sentir en nuestra vida su amor total. En segundo lugarsi nos dejamos seducir, podremos cumplir en plenitud la voluntad de Dios, entregándonos en cuerpo y alma, dando lo mejor de cada uno “como hostia viva, santa y agradable a Dios” (II° lectura). En tercer lugar“cargar la cruz” es la consecuencia de enamorarse de Dios. Quien ama de verdad y de corazón, carga sinceramente con el peso que se presenta en la vida, con la alegría que proporciona el amor vivido en Dios. Dicho amor se hace realidad en la medida en que existe un acercamiento profundo al pueblo, al hombre de hoy, al prójimo, a aquellos que piden justicia, solidaridad, paz.

Una vez más se nos ratifica que Dios es quien nos hace capaces de vivir en el amor, es quien nos da la fuerza para caminar en un mundo lleno de inseguridad, de injusticia y de desamor. En medio de esa falta de valores, está la presencia de Dios, quien junto a todos y cada uno de nosotros, sus discípulos, llena los vacios que existen y que sí son posibles colmar.

¡Esa es nuestra cruz! Así es que empecemos a pensar como Dios, no como los materialistas, los soberbios, los autosuficientes y quienes, con ideologías absurdas, pretenden en muchas ocasiones, hacernos creer que lejos de Dios estaremos bien.

MARÍA NOS ENSEÑA A CARGAR LA CRUZ

María Santísima, nuestra madre de la Consolación, nos da ejemplo para amar, llevar y compartir la cruz de cada día. Ella es mujer y madre que ama, que da la fuerza necesaria a todos aquellos que se encuentran en dificultades, en problemas, en medio de zozobra y de falta de amor. Ella nos muestra el camino que en nombre de Jesús debemos recorrer, sin exclusión y con plena confianza en Él. Así sea.

Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, Santo Cristo del Rostro Sereno,
te pedimos por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado.
Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de
recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.
Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.

#YoMeQUedoEnCasa
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José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal

XXIº Domingo del Tiempo Ordinario, 23 de agosto de 2020


TÚ ERES EL MESÍAS, TÚ ERES PEDRO
“Todo proviene de Dios, todo ha sido hecho por Él y todo está orientado hacia Él”

I° lectura: Is 22,19-23; Salmo: 137; II° lectura: Rom 11,33-36; Evangelio: Mt 16,13-20

Conocer a Dios es uno de los temas que se presenta interesante y fundamental para algunos, incompresibles para otros. Dios se muestra al hombre cuando confía una misión específica a uno de sus hijos (I° lectura). Esto conlleva a ver que la presencia de Dios es eterna, que su amor perdura por siempre y por ello debemos alabarlo sin cesar (Salmo). Sentir esto, nos lleva a conocer y experimentar la riqueza de Dios a través de su sabiduría y sus obras, ya que, todo proviene de Él y se dirige a Él (II° lectura).

¿QUIÉN ES JESÚS PARA NOSOTROS?

El binomio, Mesías - Pedro, denota la relación de Jesús para con sus discípulos y la estrecha unión que existe, que lleva a participar de una labor específica. Jesús es el Mesías, el ungido, y Pedro es la base donde se edifica la Iglesia. La afirmación de Pedro recibe una respuesta por parte de Jesús, una recompensa por parte del Mesías.

En medio de un mundo en el cual la indiferencia está entrando en el corazón de muchos, se encuentra la decisión de quién es discípulo y desea dar testimonio del Evangelio, por ello la pregunta de Jesús a sus discípulos es la misma que nos hace hoy a todos.

Dos aspectos podemos meditar al respecto: en primer lugar, Jesús pregunta quién es Él para nosotros. Eso denota un claro amor por sus discípulos, sus hermanos, a fin de que nos interesemos cada vez más por conocerlo, amarlo y vivir junto a Él. En segundo lugar, Dios nos revela su misericordia y su amor en la sencillez de un corazón puro, es decir, en la vida de quien sigue con fe el camino que nos enseña Jesús.

Cada uno de nosotros, consciente de su condición de discípulo, debe manifestar el gozo y la alegría que se siente servir al prójimo, a los pobres y excluidos de la sociedad, a todos aquellos que necesitan de justicia y de paz, de solidaridad y fraternidad. Es sentir y vivir con convicción que estamos llamados a demostrar que Cristo es nuestro Maestro, que es el Mesías, que es el hijo de Dios y que en el prójimo, Él está presente, ¿sabemos identificarlo con sincero corazón y sin exclusión?

CON AMOR A LOS PIES DE MARÍA

En este tiempo que estamos viviendo, en medio de la crisis que nos envuelve y nos involucra a todos, ante la constante presencia del COVID 19 que nos azota, acudamos piadosos ante el amor de María, nuestra madre de la Consolación; presentémonos humildes a pedir a Nuestra Madre, las gracias que necesitamos, los favores que cada uno de nosotros desea y proclamemos, tal como ella lo hizo, las maravillas que Dios hace para con todos y cada uno de sus hijos. Confiar en Dios, recibir su amor y su misericordia, es garantía de ser verdaderos discípulos, testigos de la resurrección e hijos fieles de María Santísima. Así sea.

Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, Santo Cristo del Rostro Sereno,
te pedimos por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado.
Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de
recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.
Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.

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José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...