“Hace tanto
que estoy con ustedes, ¿y no me conoces…? Quien me ha visto a mí ha visto al
Padre”
I° lectura: Hch 6,1-7, Salmo: 32, II° lectura: 1 Pe 2,4-9, Evangelio: Jn 14, 1-12
En la Iglesia de los primeros
siglos, modelo
para todos aunque no siempre haya vivido tiempos fáciles, la fe se difundía, la
palabra de Dios se extendía y contagiaba a todos creciendo el número de los
discípulos; de las dificultades se llega a la oración y la imposición de manos
(I° lectura). Es por ello que el cristiano, el discípulo de Jesús, pide
misericordia para los que esperan en Él (Salmo). La fuerza que nos viene de
Dios, como piedras vivas de su Espíritu, nos ayuda a los bautizados, ungidos y
escogidos por el Señor, a ser testigos de sus maravillas y proclamarlas a todos
(II° lectura).
“YO SOY EL CAMINO, Y LA VERDAD, Y LA VIDA”
Desde siempre Jesús está a
nuestro lado y nos ayuda a ser parte de su amor y de su misericordia. Se nos recuerda algo fundamental: viendo a Jesús,
vemos al Padre; creyendo en Él no tendremos temor y no nos temblará el corazón
ante nada. La Iglesia nos permite cumplir con ciertos deberes de los que, como
cristianos, no podemos prescindir. En los primeros siglos se presentaban preocupaciones
-tal como sucede en la actualidad- y siempre se confió en Dios y se buscó la
solución necesaria para seguir adelante en su nombre.
Las dificultades nunca han
faltado, aún así más grande es la misericordia de Dios y ello conlleva a ver en
Jesús, la vía que debemos seguir. Caminar junto a Jesús implica darse cuenta de los pasos que damos junto
a Él. Hace algunos días escuchaba con gran tristeza a alguien que decía, con
una supuesta seguridad, que en la Iglesia no existe participación, que nadie sabe
lo que en ella se hace y otras cosas más; definitivamente esa persona no camina
junto a Jesús, no conoce el Evangelio y se quedó sin saber que el Señor
resucitó.
No debemos tener miedo ni temblar ante los ataques que se puedan
presentar; el maligno siempre está acechando buscando la caída del hombre, pero
Jesús camino, verdad y vida, no nos abandona y nos impulsa a seguirle, optar
por Él, optar por el servicio a los pobres y excluidos y ser sus discípulos.
MARÍA NOS GUÍA EN EL CAMINO
Nuestra Madre del cielo nos
acompaña siempre. Ella nos
guía hacia la verdad que nos enseña Jesús, al camino que debemos seguir y a la
vida que debemos experimentar en espíritu y verdad. Seamos responsables del
compromiso asumido y fieles discípulos del mensaje de verdad y fuerza que el
Señor nos da uniéndonos más a Él. Así
sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com