Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Cristo está aquí…
“El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.”
I° lectura: Dt 8, 2-3. 14b - 16a; Salmo: 147; II° lectura: I Cor 10, 16-17; Evangelio: Jn 6, 51-58
Celebramos la fiesta del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, y su presencia en la vida del hombre. Hoy, vivimos junto a Jesús esa presencia eucarística, siendo ella, certeza para todos nosotros de vida, esperanza y salvación. Debemos, como verdaderos cristianos, recordar siempre a Dios, nunca olvidarnos de los dones y gracias que nos concede (I° lectura), glorificar su nombre (Salmo) y participar del banquete eucarístico, del Cuerpo y la Sangre de Jesús (II° lectura).
Presencia Real
En la historia de la salvación, en la cual cada uno de nosotros somos partícipes, encontramos un itinerario de la presencia de Dios en el corazón de sus hijos. Esa presencia eucarística es real, verdadera, cierta, que se hace vida en cada hombre y mujer, en la medida que la reconocemos como "fuente y cima de toda la vida cristiana" (LG 11). En el año 2003, el entonces Card. Ratzinger (Benedicto XVI), decía lo siguiente: “La Eucaristía nos une al Señor y en ese sentido nos une entre nosotros. Es vinculante, en el sentido de que nos hace miembros del Cuerpo de Cristo, cuya unidad se constituye en los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión". La presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento nos lleva a reflexionar sobre los siguientes puntos: en primer lugar, es sacrificio que nos redime, nos salva, nos purifica. En segundo lugar, es misterio por el cual cada cristiano, creyente y amante de la Eucaristía, siente admiración plena. En tercer lugar, es sacramento, en el cual nos deleitamos y participamos sin cesar. San Agustín en el Comentario al Evangelio de San Juan, habla de la Eucaristía como "¡Sacramento de piedad, signo de unidad y vínculo de caridad!". La nueva Evangelización debe llevar como bandera nuestro amor a Jesús Eucaristía y a la Santísima Virgen María. Ello conlleva a creer y vivir la fraternidad, la unión y el amor, si esto falta, la evangelización decae y no produce fruto. Seamos amantes de la Eucaristía y fieles al mensaje del Evangelio: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.” (Evangelio del Corpus Christi).
María, mujer de la Eucaristía
La presencia de María Santísima, nuestra madre, es permanente y sincera. Ella, conservando y guardando todo en su corazón, se convierte en discípula fiel que nos enseña el camino que debemos seguir para ser adoradores en Espíritu y Verdad de la Eucaristía. Sigamos a Cristo, estemos junto a él y confiemos plenamente en su presencia en medio de nosotros.
“Si conociéramos el valor de La Santa Misa nos moriríamos de alegría”.
San Juan María Vianney
Dr. Pbro. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
Cristo está aquí…
“El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.”
I° lectura: Dt 8, 2-3. 14b - 16a; Salmo: 147; II° lectura: I Cor 10, 16-17; Evangelio: Jn 6, 51-58
Celebramos la fiesta del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, y su presencia en la vida del hombre. Hoy, vivimos junto a Jesús esa presencia eucarística, siendo ella, certeza para todos nosotros de vida, esperanza y salvación. Debemos, como verdaderos cristianos, recordar siempre a Dios, nunca olvidarnos de los dones y gracias que nos concede (I° lectura), glorificar su nombre (Salmo) y participar del banquete eucarístico, del Cuerpo y la Sangre de Jesús (II° lectura).
Presencia Real
En la historia de la salvación, en la cual cada uno de nosotros somos partícipes, encontramos un itinerario de la presencia de Dios en el corazón de sus hijos. Esa presencia eucarística es real, verdadera, cierta, que se hace vida en cada hombre y mujer, en la medida que la reconocemos como "fuente y cima de toda la vida cristiana" (LG 11). En el año 2003, el entonces Card. Ratzinger (Benedicto XVI), decía lo siguiente: “La Eucaristía nos une al Señor y en ese sentido nos une entre nosotros. Es vinculante, en el sentido de que nos hace miembros del Cuerpo de Cristo, cuya unidad se constituye en los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión". La presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento nos lleva a reflexionar sobre los siguientes puntos: en primer lugar, es sacrificio que nos redime, nos salva, nos purifica. En segundo lugar, es misterio por el cual cada cristiano, creyente y amante de la Eucaristía, siente admiración plena. En tercer lugar, es sacramento, en el cual nos deleitamos y participamos sin cesar. San Agustín en el Comentario al Evangelio de San Juan, habla de la Eucaristía como "¡Sacramento de piedad, signo de unidad y vínculo de caridad!". La nueva Evangelización debe llevar como bandera nuestro amor a Jesús Eucaristía y a la Santísima Virgen María. Ello conlleva a creer y vivir la fraternidad, la unión y el amor, si esto falta, la evangelización decae y no produce fruto. Seamos amantes de la Eucaristía y fieles al mensaje del Evangelio: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.” (Evangelio del Corpus Christi).
María, mujer de la Eucaristía
La presencia de María Santísima, nuestra madre, es permanente y sincera. Ella, conservando y guardando todo en su corazón, se convierte en discípula fiel que nos enseña el camino que debemos seguir para ser adoradores en Espíritu y Verdad de la Eucaristía. Sigamos a Cristo, estemos junto a él y confiemos plenamente en su presencia en medio de nosotros.
“Si conociéramos el valor de La Santa Misa nos moriríamos de alegría”.
San Juan María Vianney
Dr. Pbro. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com