José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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viernes, 7 de agosto de 2015

XIX° Domingo del Tiempo Ordinario, 9 de agosto de 2015

EL PAN VIVO ENTRE SU PUEBLO
“Destierren de ustedes la aspereza, la ira, la indignación, los insultos, la maledicencia y toda clase de maldad. Sean buenos y comprensivos y perdónense los unos a los otros, como Dios los perdonó, por medio de Cristo.” (Ef 4,31-32)

Iº lectura: 1Re 19, 4-8; Salmo: 33; IIº lectura: Ef 4,30-5,2; Evangelio: Jn 6, 41 - 51

“Vengan a la Eucaristía, vengan…”. Con estas palabras el Santo Cura de Ars nos recuerda que, aún siendo frágiles y débiles, necesitamos acercarnos a Jesús Eucaristía de manera frecuente y sincera. “Yo soy el pan de vida” (Jn 6,48), nos dice el Señor en el Evangelio y se nos recuerda con fuerza la necesidad de recibirlo en la Comunión y de esta manera, participar en la vida divina y así salir victoriosos del pecado y las tentaciones, corroborando aún más nuestra condición de cristianos.

“YO SOY EL PAN VIVO BAJADO DEL CIELO…”

Las palabras de Jesús están llenas de amor y confianza. Su palabra es alimento que da la vida, y su vida es alimento para el hombre. Jesús hace de su Palabra alimento en cuanto habla de Dios, de su relación con el Padre y de cómo debemos estar unidos íntimamente con Él para poder sentirnos y vivir como verdaderos hijos de la luz, amantes de la Eucaristía. 

La vida cotidiana es reflejo de la esperanza que tenemos en Dios. Los detalles que podamos practicar hacia los demás, son la muestra de lo que podemos y debemos hacer y de lo que Dios nos tiene preparado. Recibir al Señor en su Palabra y en la Sagrada Eucaristía, nos hace fuertes y fieles creyentes.

Él tiene lo que nos falta y lo que necesitamos; cerca de Él encontraremos la paz, la fortaleza para hacer bien nuestro trabajo y el gozo en el servicio al prójimo. El Pan Vivo bajado del cielo, nos guía por el camino de la vida y seguirá siendo para nuestra alma, no sólo un punto de referencia, sino la plenitud de la vida en Dios.

El Santo Cura de Ars nos recuerda: “Dios mío, concédeme la gracia de amarte tanto cuanto yo sea capaz”. La oración, el sacrificio y el servicio serán fundamentales para caminar juntos, unidos al Señor, aceptando su invitación y agradeciéndole por su presencia real y verdadera en la Sagrada Eucaristía.

MARÍA NOS ENSEÑA A AMAR A SU HIJO


María Santísima, nuestra madre de la Consolación, nos da ejemplo para amar, llevar y compartir el pan vivo bajado del cielo. Ella es mujer y madre que ama, que da la fuerza necesaria a todos aquellos que se encuentran en dificultades, en problemas, en medio de zozobra y de falta de amor. Ella nos muestra el camino que en nombre de Jesús debemos recorrer, sin exclusión y con plena confianza en Él. Así sea.

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

lunes, 3 de agosto de 2015

La Transfiguración del Señor / Santo Cristo de La Grita, 6 de agosto de 2015


“¡QUÉ BIEN SE ESTÁ AQUÍ!”
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono.(Sal 96,1-2)

Iª lectura: Dan 7, 9-10. 13-14; Salmo: 96; IIª lectura: 2Pe 1, 16-19; Evangelio: Mc 9, 2-10


En la fiesta de la Transfiguración del Señor, recordamos el rostro sereno de nuestro patrono: el Santo Cristo de la Grita. Sus facciones, su dolor, su serenidad, se muestran a cada fiel como un signo de lo que cada devoto busca en Él. Nuestra vida se centra en lo que significa para cada uno la presencia de Cristo crucificado y glorificado; su vida, su rostro, su ejemplo, son reglas de vida para seguir con convicción

CON JESÚS ESTAMOS BIEN

Una de las páginas más hermosas del Evangelio es esta: la Transfiguración de Jesús en presencia de Pedro, Santiago y Juan. Sin duda, muchas veces hemos sido testigos de la Palabra de Dios en cuanto somos parte de la Iglesia, pero aún así no ha sido suficiente para poder decir con Pedro: “qué bien se está aquí” (Mc 9,5).

Santo Cristo de los milagros de La Grita
La expresión del Apóstol es la de quien, viendo a Jesús y la plenitud de su compañía, no tiene necesidad de más nada. Los discípulos que ven a Jesús transfigurado se dan cuenta que la luz que irradia el Maestro está por encima de todos los problemas y vicisitudes de la vida, ellos no lo piensan dos veces, saben perfectamente que en Dios y con Él se está bien. Después de esa manifestación vuelve la vida cotidiana, lo que debemos experimentar y peregrinar para lograr estar en Dios y saber que podemos estar con Él y cumplir su voluntad para ayudar a quien lo necesite, incluso nosotros.

Estar bien con Jesús no es algo mágico, no confundamos las expresiones. Es algo real y concreto, verdadero y preciso, un toque de fe en nuestra vida para hacerla crecer en medio del ambiente donde nos desenvolvemos. La vida en Cristo implica también reconocerlo como parte fundamental de ella en nuestros corazones; si la vivimos, podremos repetir sin cansarnos: estamos bien con Jesús, no nos falta nada, no nos importa tanta superficialidad ni ambigüedades pues Él nos da la fuerza necesaria para caminar en su nombre y llevar la esperanza a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

MARÍA, TESTIGO DE LA LUZ

María Santísima nos enseña a caminar con Dios, confiar en Él y donarnos totalmente para descubrir a cada momento la transfiguración que realiza todos los días en nuestros corazones. Seamos testigos, portadores de paz y dispongámonos a servir al Señor llevando su mensaje de amor y esperanza, con obras concretas, pidiendo al Cristo del rostro sereno nos guíe a cada momento.

“Cristo amoroso que en la cruz clavado, tu pecho muestras por mi amor herido.
Lava en tu sangre con eterno olvido la mancha torpe de mi vil pecado.
Por ser fuente de bienes me has amado, y con muerte afrentosa redimido
Por serlo yo de males te he ofendido y tus santos preceptos quebrantado.
Tu real palabra has obligado a darme los bienes cuando yo te los pidiera,
¡Con tan gran caridad llegaste a amarme! ¡Oye, Señor mi petición postrera!
Pues moriste por solo perdonarme. ¡Perdóname, Señor antes que muera! Así sea.”

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com


IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...