¡GRACIAS
A DIOS POR LA FAMILIA!
Este día es la continuación del itinerario que todo cristiano debe cultivar y construir: la vida en familia como don de Dios pidiendo para ella y para el mundo la luz de Dios y la paz. Las lecturas de este día nos preparan para comprender no sólo lo que es una familia, sino lo que en la vida cotidiana debemos hacer: honrar los padres, sobrellevarse mutuamente, perdonarse, ser luz y fomentar la unidad…
UN MENSAJE DE PAZ PARA LA FAMILIA Y EL MUNDO
La vida de todos
y cada uno de nosotros debe ser testimonio de paz, de unidad, de armonía.
Ello se consigue si vivimos en el respeto, con educación, ayudando a quien lo
necesita y fortaleciendo nuestra fe. En medio del desinterés de muchos, tenemos
el total amor de Jesús que nos hace parte de su familia, aún en medio de las
dificultades que se nos puedan presentar. Es necesario seguir pidiendo por ella
a fin que sea fuente de la vida que experimentamos gracias a la presencia de
Dios.
La paz debe ser
el signo y el símbolo que acompañen la existencia de tantas almas necesitadas
de Dios; tantos hombres y mujeres sedientos de su amor,
deseosos de tranquilidad y de armonía; tantos niños que más que un juguete
necesitan cariño y ternura; tantos jóvenes que más allá de vicios cargados de
curiosidad, necesitan una mano amiga, que les acompañe a ser auténticos
portadores de esperanza.
La paz es signo
de amor en la familia de la humanidad cuando
cada hombre y cada mujer asumen sus propios retos y sus propias
responsabilidades; cuando quienes gobiernan los pueblos del mundo se adhieren a
vivir en unidad y trabajar por ella; cuando quienes la predicamos, trabajamos y
luchamos por ella teniéndola en alto como el gran valioso tesoro que es. Este
domingo se nos invita a que cada día valoremos lo que tenemos: nuestros padres,
hermanos, amigos. Se nos pide ser testigos en espíritu y verdad del amor de
Dios, reflejado concretamente en el rostro de tantos hermanos y hermanas
nuestros, que mirando al cielo claman a Dios para así poder mirar a la tierra y
encontrar quien les ayude.
No permitamos
que este fin de año sea uno más de tantos en los cuales el protagonismo lo
tienen las cosas materiales, seamos portavoces del protagonismo que Jesús niño
posee, no por deseos de poder sino con el poder de amar y compartir con los
corazones y las almas sedientas de paz y hermandad.
CAMINEMOS JUNTOS CON LA SAGRADA FAMILIA
No dejemos
apagar la llama que la Navidad encendió en nuestros corazones;
seamos esa luz que camina hacia los sitios más recónditos dónde necesiten de
ella. Llevémosla junto a Jesús, José y María, a todas las familias, a todos los
hogares y si a alguno de ellos no podemos llegar, dejemos que se extienda
gracias a los sentimientos de unidad, de fe y de hermandad que existen en
nuestras comunidades, cultivando aún más el deseo de evangelizar en espíritu y
verdad sin excluir a nadie, siendo testigos de la verdad y la justicia.
Para todos nuestros lectores el más sincero deseo de paz. Que de ella se desprendan los más hermosos sentimientos para todos sin distinción de raza o credo o condición social. Luchemos para que nadie impida la entrada de la acción misericordiosa y plena del amor de Dios en nuestros corazones. Dios les bendiga a todos.
José Lucio León Duque