¡GRACIAS
A DIOS POR LA FAMILIA!“Una fraternidad basada en el amor real, capaz
de encontrar al otro que es diferente a mí, de compadecerse de su sufrimiento,
de acercarse y de cuidarlo, aunque no sea de mi familia, de mi etnia, de mi
religión; es diferente a mí pero es mi hermano, es mi hermana”. (Papa
Francisco, Bendición Urbi et Orbi, 25
de diciembre de 2020)
I° lectura: Gen 15, 1-6; 21, 1-3; Salmo: 104; II°
lectura: Heb 11, 8. 11-12. 17-19; Evangelio: Lc 2, 22.
39-40
Este día es la continuación del itinerario que todo cristiano debe cultivar y
construir: la vida en familia como don de Dios pidiendo para ella y para el
mundo la luz de Dios y la paz. La situación actual del mundo es una intención
universal y que unifica el deseo de la humanidad de estar bien. La liturgia de
la Palabra de este día nos preparan para comprender no sólo lo que es una
familia, sino lo que en la vida cotidiana debemos hacer: honrar los padres,
sobrellevarse mutuamente, perdonarse, ser luz y fomentar la unidad. Así mismo,
se nos exhorta a reflexionar sobre la actual situación de la familia.UN MENSAJE DE PAZ PARA LA FAMILIA Y EL MUNDO
La vida de
todos y cada uno de nosotros debe ser testimonio de paz, de unidad, de armonía. Ello se logra si vivimos en el respeto, con educación, ayudando a
quien lo necesita y fortaleciendo nuestra fe. En medio del desinterés de
muchos, tenemos el amor de Jesús que nos hace parte de su familia con un amor
total, aún en medio de las dificultades que se puedan presentar. La paz es
el signo que acompaña la existencia de tantas almas necesitadas de Dios; tantos hombres y mujeres sedientos de su amor, deseosos de
tranquilidad y de armonía; tantos niños que más que un juguete necesitan cariño
y ternura; tantos jóvenes que más allá de vicios cargados de curiosidad,
necesitan una mano amiga, que les acompañen a ser auténticos portadores de
esperanza. Esa es la realidad que estamos llamados a ver con claridad: la
situación de la familia hoy que se ve manchada de corrupción, deshonestidad y
carencia de valores, en medio del llamado a tener esperanza y fe mirando con
ilusión a Jesús que nace por nosotros. La paz es
signo de amor en la familia, cuando
cada hombre y cada mujer asumen sus propios retos y sus propias
responsabilidades recordando el rol que tienen y el don que Dios les ha
regalado; cuando quienes gobiernan los pueblos se adhieren a vivir en unidad y
trabajar por ella y no se dejan llevar por intereses personales que, lejos de
ayudar al bien común, acercan al pueblo a la destrucción y a la desesperanza;
cuando quienes la predicamos, trabajamos y luchamos por ella, sin miedo y sin
temor, confiados en la presencia de Dios. En este
día se nos invita a valorar lo que tenemos: nuestros
padres, hermanos, amigos. Se nos pide ser testigos en espíritu y verdad del
amor de Dios, reflejado concretamente en el rostro de tantos hermanos y
hermanas nuestros, que mirando al cielo claman a Dios para así poder mirar a la
tierra y encontrar quien les ayude. No dejemos que este fin de año sea uno más
de tantos en los cuales el protagonismo lo tienen las cosas materiales, las
actitudes deshonestas, las acciones que hunden al pueblo en la desesperanza.
Estamos llamados a ser portavoces del protagonismo que Jesús niño posee, no por
deseos de poder sino con el mensaje evangélico del amor real que solo Él nos
puede dar.
CON LA SAGRADA FAMILIA
No dejemos
apagar la llama que la Navidad encendió en nuestros corazones; seamos esa luz que camina hacia los sitios más recónditos dónde
necesiten de ella. Llevémosla junto a Jesús, José y María, a todas las
familias, a todos los hogares, a nuestro hogar, y si a alguno de ellos no
podemos llegar, dejemos que se extienda gracias a los sentimientos de unidad,
de fe y de hermandad que existen en nuestras comunidades, cultivando aún más el
deseo de evangelizar en espíritu y verdad sin excluir a nadie, siendo testigos
de la verdad y la justicia.
Para todos nuestros lectores el más
sincero deseo de paz. Que de ella se desprendan los más
hermosos sentimientos para todos sin distinción de raza o credo o condición
social. Luchemos para que nadie impida la entrada de la acción misericordiosa y
plena del amor de Dios en nuestros corazones, que nadie nos robe la paz y que
tengamos la valentía de llevar el mensaje del Evangelio de la Verdad. Dios y la
Virgen les bendigan. Así sea.
Señor
Jesús, Maestro del amor y de la vida, que te haces niño en medio de tu pueblo, te pedimos en esta Navidad 2020, por
el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado. Estamos en tus manos y en
ellas tenemos la confianza de recibir la sanación y la liberación que necesitamos.Estamos
ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la
Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.Te
pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y
nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.Te
encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.Confiamos
en ti y nos refugiamos en tu amor.Señor de la paz, de la
salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la
que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
José
Lucio León Duque Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal
I° lectura: Gen 15, 1-6; 21, 1-3; Salmo: 104; II°
lectura: Heb 11, 8. 11-12. 17-19; Evangelio: Lc 2, 22.
39-40
La vida de
todos y cada uno de nosotros debe ser testimonio de paz, de unidad, de armonía. Ello se logra si vivimos en el respeto, con educación, ayudando a
quien lo necesita y fortaleciendo nuestra fe. En medio del desinterés de
muchos, tenemos el amor de Jesús que nos hace parte de su familia con un amor
total, aún en medio de las dificultades que se puedan presentar.
No dejemos
apagar la llama que la Navidad encendió en nuestros corazones; seamos esa luz que camina hacia los sitios más recónditos dónde
necesiten de ella. Llevémosla junto a Jesús, José y María, a todas las
familias, a todos los hogares, a nuestro hogar, y si a alguno de ellos no
podemos llegar, dejemos que se extienda gracias a los sentimientos de unidad,
de fe y de hermandad que existen en nuestras comunidades, cultivando aún más el
deseo de evangelizar en espíritu y verdad sin excluir a nadie, siendo testigos
de la verdad y la justicia.
Para todos nuestros lectores el más
sincero deseo de paz. Que de ella se desprendan los más
hermosos sentimientos para todos sin distinción de raza o credo o condición
social. Luchemos para que nadie impida la entrada de la acción misericordiosa y
plena del amor de Dios en nuestros corazones, que nadie nos robe la paz y que
tengamos la valentía de llevar el mensaje del Evangelio de la Verdad. Dios y la
Virgen les bendigan. Así sea.
Señor
Jesús, Maestro del amor y de la vida, que te haces niño en medio de tu pueblo, te pedimos en esta Navidad 2020, por
el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado. Estamos en tus manos y en
ellas tenemos la confianza de recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos
ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la
Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te
pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y
nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.Te
encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.Confiamos
en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la
salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la
que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.
#YoMeQUedoEnCasa
José
Lucio León Duque