José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 26 de diciembre de 2020

Fiesta de La Sagrada Familia, domingo 27 de diciembre de 2020

¡GRACIAS A DIOS POR LA FAMILIA!
“Una fraternidad basada en el amor real, capaz de encontrar al otro que es diferente a mí, de compadecerse de su sufrimiento, de acercarse y de cuidarlo, aunque no sea de mi familia, de mi etnia, de mi religión; es diferente a mí pero es mi hermano, es mi hermana”. (Papa Francisco, Bendición Urbi et Orbi, 25 de diciembre de 2020) 

I° lectura: Gen 15, 1-6; 21, 1-3; Salmo: 104; II° lectura: Heb 11, 8. 11-12. 17-19; Evangelio: Lc 2, 22. 39-40

Este día es la continuación del itinerario que todo cristiano debe cultivar y construir: la vida en familia como don de Dios pidiendo para ella y para el mundo la luz de Dios y la paz. La situación actual del mundo es una intención universal y que unifica el deseo de la humanidad de estar bien. La liturgia de la Palabra de este día nos preparan para comprender no sólo lo que es una familia, sino lo que en la vida cotidiana debemos hacer: honrar los padres, sobrellevarse mutuamente, perdonarse, ser luz y fomentar la unidad. Así mismo, se nos exhorta a reflexionar sobre la actual situación de la familia.

UN MENSAJE DE PAZ PARA LA FAMILIA Y EL MUNDO

 
La vida de todos y cada uno de nosotros debe ser testimonio de paz, de unidad, de armonía. Ello se logra si vivimos en el respeto, con educación, ayudando a quien lo necesita y fortaleciendo nuestra fe. En medio del desinterés de muchos, tenemos el amor de Jesús que nos hace parte de su familia con un amor total, aún en medio de las dificultades que se puedan presentar.
 
La paz es el signo que acompaña la existencia de tantas almas necesitadas de Dios; tantos hombres y mujeres sedientos de su amor, deseosos de tranquilidad y de armonía; tantos niños que más que un juguete necesitan cariño y ternura; tantos jóvenes que más allá de vicios cargados de curiosidad, necesitan una mano amiga, que les acompañen a ser auténticos portadores de esperanza. Esa es la realidad que estamos llamados a ver con claridad: la situación de la familia hoy que se ve manchada de corrupción, deshonestidad y carencia de valores, en medio del llamado a tener esperanza y fe mirando con ilusión a Jesús que nace por nosotros.
 
La paz es signo de amor en la familia, cuando cada hombre y cada mujer asumen sus propios retos y sus propias responsabilidades recordando el rol que tienen y el don que Dios les ha regalado; cuando quienes gobiernan los pueblos se adhieren a vivir en unidad y trabajar por ella y no se dejan llevar por intereses personales que, lejos de ayudar al bien común, acercan al pueblo a la destrucción y a la desesperanza; cuando quienes la predicamos, trabajamos y luchamos por ella, sin miedo y sin temor, confiados en la presencia de Dios.
 
En este día se nos invita a valorar lo que tenemos: nuestros padres, hermanos, amigos. Se nos pide ser testigos en espíritu y verdad del amor de Dios, reflejado concretamente en el rostro de tantos hermanos y hermanas nuestros, que mirando al cielo claman a Dios para así poder mirar a la tierra y encontrar quien les ayude. No dejemos que este fin de año sea uno más de tantos en los cuales el protagonismo lo tienen las cosas materiales, las actitudes deshonestas, las acciones que hunden al pueblo en la desesperanza. Estamos llamados a ser portavoces del protagonismo que Jesús niño posee, no por deseos de poder sino con el mensaje evangélico del amor real que solo Él nos puede dar.

CON LA SAGRADA FAMILIA
 
No dejemos apagar la llama que la Navidad encendió en nuestros corazones; seamos esa luz que camina hacia los sitios más recónditos dónde necesiten de ella. Llevémosla junto a Jesús, José y María, a todas las familias, a todos los hogares, a nuestro hogar, y si a alguno de ellos no podemos llegar, dejemos que se extienda gracias a los sentimientos de unidad, de fe y de hermandad que existen en nuestras comunidades, cultivando aún más el deseo de evangelizar en espíritu y verdad sin excluir a nadie, siendo testigos de la verdad y la justicia.

Para todos nuestros lectores el más sincero deseo de paz. Que de ella se desprendan los más hermosos sentimientos para todos sin distinción de raza o credo o condición social. Luchemos para que nadie impida la entrada de la acción misericordiosa y plena del amor de Dios en nuestros corazones, que nadie nos robe la paz y que tengamos la valentía de llevar el mensaje del Evangelio de la Verdad. Dios y la Virgen les bendigan. Así sea.

Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, que te haces niño en medio de tu pueblo, te pedimos en esta Navidad 2020, por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado. Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea. 

#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
 
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal

miércoles, 23 de diciembre de 2020

La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, 25 de diciembre de 2020

NACE PARA TODOS…
"El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció. Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría." (Is 9, 1)

Cada año que pasa, cada momento que vivimos, es el reflejo de la experiencia que todos estamos llamados a compartir. "Contar algo" es sinónimo de transmitir, decir, hacer partícipe a los demás de aquello que ha sucedido. Este año, tan particular para todos, tan especial para muchos, tan triste para otros, hemos podido constatar la necesidad de ayudarnos siempre más. Es un año atípico, lleno de incertidumbre, de zozobra, de esperanza por un lado y de derrumbe por otro.

Un niño nos ha nacido...envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Palabras que nos llenan de esperanza en medio de las lágrimas de tantos hermanos nuestros que lamentan profundamente la situación en que se encuentran.

La Navidad de este año es LA NAVIDAD. José y María, como tantos migrantes amigos y desconocidos, estaban de un lado para otro buscando donde alojarse. ¿Respuesta? No. Como la respuesta de aquellos que hoy dicen a tantos hombres y mujeres: ¡NO! ante el clamor de justicia y de solidaridad.

La Navidad de este año
es la expresión de un hombre justo que hace todo lo posible por hacer agradable y cómodo el parto de su esposa, como es el caso de José y de todos los "José y María" presentes en el mundo. Es el ejemplo de la sinceridad, el silencio, la prudencia y la honestidad de quien cree plenamente en aquel que hace nuevas todas las cosas.


La Navidad de este año se ve empañada por la falta de caridad y de conciencia de quienes piensan poder desafiar el daño que ocasiona la enfermedad, los problemas, las dificultades. En ello se constata que el mundo no escucha, sino que va detrás del consumismo y del materialismo que tanto corroe el alma del hombre de hoy.

La Navidad de este año no está a los pies del Coronavirus o de la crisis mundial; no está en lo que solemos pensamos pues deberíamos proponernos ser mejores y ayudarnos los unos a los otros, y esto, lamentablemente, en muchos queda solo en palabras.

La Navidad de este año es paciencia, constancia, perseverancia, transparencia, docilidad y obediencia. Es la Navidad del 2020 que se convierte en fe y esperanza, después de tanto tropiezo, de tanto dolor y tristeza.
 
Es la Navidad también de los medios de comunicación, con los cuales hemos podido escuchar, ver y compartir todo lo que la Iglesia nos ha regalado (y sigue haciéndolo). Es la Navidad de la soledad para muchos, de la distancia física / social que se nos pide; la Navidad del que lucha entre la vida y la muerte en un centro de salud; la Navidad de los migrantes que sin rumbo fijo son humillados por quienes creen tener poder para ello; la Navidad de los ancianos, niños, jóvenes y adultos que cada día ponen su confianza en Dios y saben que siempre está allí, presente y lleno de amor y ternura.

Los Ángeles entonaron el canto del Gloria y con ellos nos animan para que cada uno de nosotros, allí donde estemos, levantemos nuestra voz para alabar y bendecir a Dios que se hace hombre para salvarnos y, al mismo tiempo, ser testigos de la liberación que viene de Él, siguiendo lo que en este itinerario de preparación se nos ha enseñado para hoy: ser voz que grita en el desierto.

Hoy, aquí y ahora, a ti hermano, a ti hermana, protagonista de las situaciones que surgen cada día, conscientes de la condición de cristianos que debemos manifestar como testimonio de vida, la invitación es clara: abrir el corazón y la mente a la acción misericordiosa de Dios.

María Santísima nos da detalles para vivir esta Navidad como debe ser. Ella desde el anuncio recibido se colocó en manos del Padre; ella se entregó en cuerpo y alma a vivir su maternidad con servicio y entrega; ella nos enseña a ser dóciles y dar la propia vida por los demás, y siguiendo su ejemplo, podemos dar testimonio de la presencia de Dios en cada uno de nosotros. Así sea.
 
Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, que te haces niño en medio de tu pueblo, te pedimos en esta Navidad 2020, por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti consagrado. Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.
Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que nunca. Así sea.
 
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
#FelizNavidad2020
 
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal


El tamborilero

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...