José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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viernes, 8 de julio de 2016

XV° Domingo del Tiempo Ordinario, 10 de julio de 2016

“ANDA, HAZ TÚ LO MISMO…”
“Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.”

Iº lectura: Dt 30, 10-14; Salmo: 68; IIº lectura: Col 1, 15-20; Evangelio: Lc 10, 25-37

Ser cristianos no es que sea difícil, lo difícil es darnos cuenta el deber que tenemos de practicar la justicia y la misericordia como elementos fundamentales para vivir como sinceros y verdaderos discípulos de Jesús. Actualmente son muchos los caminos equivocados que se presentan y la actitud inerte de muchos ante las necesidades del prójimo, debe hacernos reflexionar cada vez más.

EL CAMINO DE LA CARIDAD

Jesús no da rodeos ante la pregunta del legista. Jesús da una enseñanza precisa y las pautas a seguir. La dignidad humana vale más que los títulos, que las culturas o las razas. El hombre, imagen y semejanza de Dios, es el espejo donde cada uno debe mirarse para darse cuenta el camino que se debe seguir. ¿Qué debemos hacer? La respuesta la encontramos en lo que hizo el samaritano: mirar más allá de cualquier uso social u otras situaciones o condiciones. Tres gestos concretos del buen samaritano nos interpelan en este día: ver, detenerse y tocar, son los que nos dan la fuerza para practicar la misericordia.

VER: “al verlo tuvo compasión”. El samaritano vio las heridas de aquel hombre que son reflejo de las que posee el mundo, la sociedad de hoy, que se vuelven invisibles a los ojos del mundo, del corazón del hombre que no quiere ver la realidad. Para Jesús mirar y amar se unen en una misma acción ya que Él es la mirada misma de Dios que usa misericordia para con nosotros.

DETENERSE: “se le acercó”, interrumpió su andar, sus proyectos, lo que tenía pensado hacer y deja que el prójimo fuese quien le dictara lo que realmente debía hacer. Detenerse ante la vida de quien gime y sufre, de quien necesita de ayuda ante una situación difícil es una de las acciones que en la actualidad estamos llamados a vivir con convicción.  

TOCAR: “le vendó las heridas”, el buen samaritano se acerca, lo toca, lo cura, lo carga y lo cuida. Tocar es una palabra que puede ser dura en ciertas circunstancias ya que es una prueba que se nos presenta ante ciertas situaciones. Nos da asco tocar al enfermo, al indigente, al pobre. Pero en el Evangelio Jesús nos da ejemplo de compasión, donde se detiene ante el que necesita y practica misericordia con él. Amar no es un hecho emotivo sin más, es un hecho en el que todo se convierte en un acto tangible, real, verdadero.

Por encima de todo está el deber de ayudar, colaborar, usar misericordia para quien la necesita, ser verdaderos discípulos de Jesús. Hoy día hay muchos heridos en las calles de la vida; hay muchas personas (podemos ser nosotros mismos), golpeadas y dejadas en peligro de la muerte inminente causada por los golpes mortales de una sociedad carente de respeto hacia la dignidad del ser humano.

No seamos partícipes de las injusticias que puedan formar parte de la sociedad, seamos portavoces de tranquilidad, de equidad, de armonía, de paz. La justicia y la misericordia se viven en la medida que estemos convencidos que Jesús es maestro de amor, no dejemos perder ni pasar esta oportunidad en el camino de la vida en la que estamos inmersos.

MARÍA, MADRE DE TODOS

María Santísima nos enseña a caminar de la mano con Jesús y a transmitir el evangelio a todos. Seamos discípulos y misioneros, no teniendo miedo a los que, burlándose del mismo Dios, dañan la dignidad de los hombres, olvidando que todos somos imagen y semejanza de Dios. Así sea.

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com


IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...