José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
En Sintonía con Jesús Radio

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viernes, 16 de mayo de 2008


La Santísima Trinidad
Fuente de paz y de amor…
“Hermanos: Alégrense, enmiéndense, anímense;
tengan un mismo sentir y vivan en paz.”


I°lectura: Ex 34,3b-6.8-9; Salmo: Dn 3,52-56; II°lectura: 2Co13,11-13; Evangelio: Jn 3,16-18

Una gran fiesta se nos presenta en este domingo. La Pascua no termina, Emaús continua haciéndose vida cada día; la presencia de Jesús en el cenáculo del corazón del hombre es símbolo constante en la espiritualidad de todos los cristianos. Cada celebración inicia invocando la Trinidad: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Es así que, nombrando con el corazón y los labios a Dios, somos testigos de su vida en nosotros. En este domingo se nos invita a alabar a Dios y admirarlo en sus obras y acciones; pidiendo constantemente su amor y su misericordia para que, creyendo en Él, seamos partícipes de la salvación.

La comunión con la Trinidad es amor y paz
La liturgia de la palabra, nos propone tener paz y vivir en ella. Ella es parte fundamental del comportamiento del cristiano, que desea cumplir la voluntad de Dios. A través de los siglos, se ha dado importancia suma a la presencia de la Trinidad en la vida del hombre y ello conlleva a meditar sobre las tres personas divinas. El padre, creador y rico en misericordia, nos muestra la grandeza de cada ser creado, de cada cosa que existe, de todo aquello que nos hace alabar su nombre y glorificarlo por siempre. El Hijo, salvador y hermano nuestro, por quien todo existe y en quien debemos confiar, escuchar su palabra y seguirlo como fieles discípulos. El Espíritu Santo, el santificador, que nos consuela, nos anima y dirige nuestros corazones a estar convencidos de su presencia en medio de todos. Dios, uno y trino, se hace vida en cada hombre y en cada mujer; se hace vida en lo cotidiano, se hace justicia cuando se presenta lo contrario; se hace amor cuando existe rencor; se hace realidad y verdad cuando la mentira y la desesperanza inundan el ambiente. En cierta ocasión, con motivo de la fiesta de la Santísima Trinidad, meditaba esta frase: “Oh misterio incomprensible, del cual todos se maravillan y en el cual se asombran sin cesar todas las gentes”. No se trata aquí de pensar en el misterio como algo que no se entiende, es maravillarse de aquello que, aún mostrándose como incomprensible, es real, verdadero y se presenta como el modelo que debemos seguir.

La Virgen María en la Trinidad
Cada día tiene momentos concretos en los cuales la mirada al cielo debe ir acompañada de una jaculatoria u oración a la Santísima Trinidad. Ella está en nuestras vidas y junto a ella, contamos con la presencia maternal de María Santísima. Nuestra madre del cielo nos guía hacia la convicción de la presencia constante de Dios quien nos hace discípulos de su Hijo y, con la protección del Espíritu Santo, nos da la fuerza para unirnos a la Nueva Evangelización a la que todos estamos llamados como mensajeros de la paz.

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

jueves, 15 de mayo de 2008

Diario Católico, 84 años de luz al mundo
Luz y esperanza de la evangelización

Hace 84 años inició un camino que respondía a una necesidad: evangelizar. Hoy, durante la celebración de un nuevo aniversario del Diario Católico, la necesidad se hace más fuerte, más concreta, más decidida. Esa voz evangelizadora que en la diócesis de San Cristóbal se imprime como un periódico, es la voz de Jesús que nos invita a llevar un mensaje de paz, de esperanza y de amor a todos los hogares, a los corazones de todas aquellas personas de buena voluntad que creen en la evangelización. En la actualidad, donde la fe debe ser cultivada aún más, estamos llamados a transmitir, comunicar y extender sin miedo, el mensaje del evangelio de Jesús con el entusiasmo y la verdad que debe caracterizar a todo cristiano… Una felicitación a todo el equipo del DIARIO CATÓLICO, nuestro diario, así como también el agradecimiento a todos aquellos que hacen posible la propagación del evangelio. Estamos viviendo un momento favorable en el cual deseamos llegar a todas las personas y lugares siendo testigos y partícipes de la nueva evangelización. Podemos lograrlo si cada uno se hace discípulo y comunicador del evangelio. Hay que temer ser esclavos del miedo, de la injusticia y de la mentira. Todos aquellos que participamos en y como Iglesia, estamos llamados a ser discípulos, optar por Cristo y llevar su mensaje, para ser comunicadores sociales y espirituales, capaces de llenar la vida de aquellos que necesitan del amor de Dios. Seamos amigos de Jesús, discípulos del evangelio y colaboradores de nuestro Diario, llevando el mensaje Católico a todos los hogares del Táchira, de Venezuela y el mundo.

Encomendamos a la protección de María Santísima de la Consolación
los esfuerzos de quienes trabajan cada día en la propagación
del mensaje del Evangelio…



José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

martes, 13 de mayo de 2008

Solemnidad de Pentecostés
Testigos del Espíritu…
“Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo”

I°lectura: Hch 2,1-11; Salmo: 104; II°lectura: 1Co 12, 3b-7. 12-13; Evangelio: Jn 20,19-23

En este domingo se nos da la oportunidad de meditar, celebrar y vivir una gran fiesta: Pentecostés, la venida del Espíritu Santo. Son diversos los aspectos que podemos meditar: la espera de los apóstoles, las lenguas de fuego, el estruendo, el cenáculo y cómo no reflexionar sobre el rol de María en la vida de la Iglesia a la luz de Pentecostés. Todo esto forma parte de la solemnidad que tiene como punto central la presencia del Espíritu Santo en el corazón del hombre, en la vida de la Iglesia. La narración en la que la primera lectura nos cuenta lo que sucedió ese día, está llena de símbolos y signos propios de la vida del hombre. Entre ellos tenemos la presencia del Espíritu que penetra en la vida de los que estaban allí -y también en nosotros- y las consecuencias del sentirla en la propia vida. El espíritu que desciende y se posa en los apóstoles es quien nos hace proclamar la grandeza de la vida en nombre de Jesús, quien fundando la Iglesia, nos deja el Paráclito para que seamos testigos del Evangelio. ¿Estamos preparados para recibirlo?

María, mujer y madre en el Espíritu
Debemos tener en cuenta que este domingo es del todo particular. No celebramos un día comercial recordando a la Madre, todo lo contrario: en Jesús, que nos envía el Espíritu tenemos la compañía de María Santísima quien nos invita, como Madre y Mujer, a considerar temas fundamentales para vivir el día de Pentecostés y nuestra vida cristiana, como verdaderos discípulos de Cristo. El día de la anunciación del ángel a María nos muestra la presencia del Espíritu en su vida y desde allí, cómo se da una relación clave entre ella, la Trinidad y todos y cada uno de nosotros. La vida de María está llena de gracia, es testigo fiel del Espíritu como signo fundamental de la salvación que nos da el Señor. Hoy tenemos el deber de caminar juntos como discípulos de Jesús, hijos de María y herederos de la gracia que, en el Espíritu, se nos otorga para dar testimonio de ello. Cada corazón es protagonista de la bondad de Dios pero, al mismo tiempo, se presenta la ausencia del bien por parte de aquellos que pretenden quitar el soplo del Espíritu de la vida del hombre. Estamos llamados a poner en práctica lo que la Sagrada Escritura nos dice: “hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo” (II° lectura). Seamos testigos de la unión, de la solidaridad, de la fraternidad, no del odio, el rencor y de la división, esto último no es obra de Dios sino del maligno. Como testigos del Espíritu, sigamos el ejemplo que nos da María Santísima, ya que “ella conservaba las cosas en el corazón” (Lc 2, 51), siendo partícipes de los carismas y dones que se nos da.

En Espíritu y verdad…
En este mes, dedicado de manera especial a la Virgen María, nos encontramos como testigos de la presencia del Espíritu Santo y ello nos debe hacer meditar sobre nuestro rol de discípulos quienes, caminando juntos con Cristo, nos dejamos guiar por su luz, su fuego, su presencia en medio de todos, ya que somos hijos de Dios y anunciadores, en medio del pueblo, del evangelio de liberación y unidad.

"Ven Espíritu Santo, ilumina nuestras vidas para unirnos más a Dios
y así ser testigos de la nueva evangelización."



Por: José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
¿Quiénes somos?
¿Hombres y mujeres de hoy que claman justicia y llaman la paz?
(Artículo de opinión – 28 de enero de 2008)

La situación actual de Venezuela debe llevarnos a reflexionar sobre el rol de cada uno y cómo puede contribuir al crecimiento y fortalecimiento de los valores, de la paz, de la justicia. Las discusiones y los rencores no llevan a ninguna parte, es más, nos desvían del verdadero camino y nos convierten en seres aislados en buscan de sus propios intereses.

Muchas veces nuestras vidas se muestran como un ventilador, van de un lado para otro. La mañana se levanta triste cuando el día no se perfila tal como es su naturaleza y las voces que se oyen de tantas partes quieren y pretenden hacer olvidar la grandeza de Dios como fuerza y fundamento de nuestra vida. No podemos por ningún motivo permitir que se use el nombre de Dios para justificar acciones contrarias a la vida. Hoy día son muchos los que “hablan” y pocos los que de verdad “hacen”. ¿Hasta cuándo vamos a seguir escuchando injurias, insultos, calumnias? ¿Por qué se pierde tiempo en denigrar al hombre sea cual fuere su condición social, cultural o religiosa? El hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, merecen respeto y consideración. La antropología busca dar respuesta a preguntas tan evidentes y a la vez tan necesarias: ¿qué es el hombre?, ¿quién soy yo? Hoy día se mezclan conceptos e ideas según la propia conveniencia y no se respeta la opinión del prójimo. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde llegarán aquellos que vestidos de corderos devoran a los demás como lobos? Dios se hizo hombre y ese verdadero hombre, verdadero Dios murió por todos, para salvarnos y ello gracias a su bondad. Se piensa que el cristiano, quien cree en Dios, deseoso de seguir y practicar su mensaje, debe ser igualado a la designación de idiota o bobo, colocando estas palabras al mismo nivel de la bondad. Jesucristo murió por bueno, no por otra cosa y de esa bondad se desprende la salvación para toda la humanidad, aquí, ahora y a través de los siglos y la historia. No se puede tolerar la pretensión, cualquiera fuese su remitente, de apagar la luz de la vida ni dañar la paz que tanto se necesita, nadie tiene derecho a destruir la dignidad del hombre y de la mujer con ningún tipo de violencia; por tanto, en nombre de Dios, se pide a quienes se dedican a imponer sin dialogar y a abusar de su propia autoridad, que hagan presente en sus vidas el respeto que conlleva a la paz ya que ella hace crecer el amor, el cual es el verdadero camino.

Por: José Lucio León Duque

lunes, 12 de mayo de 2008

¿La vida es un deporte?

Una de las noticias que últimamente nos está atrayendo y absorbe nuestro interés es, sin duda, la Copa América 2007. De esto podemos hablar y escribir mucho, podemos ahondar miles y miles de temas y de ello nos encargaremos poco a poco, sin prisas.
¿Tiene que ver la religión, la vida y el deporte algo que ver entre sí? Para muchos esto es algo obvio, ya que es necesario hacer ejercicio para mantenerse en forma y ayudar al alma a un equilibrio mejor en la vida.
Viendo los diferentes itinerarios que el deporte ha dejado en la historia, sabiendo la importancia que tiene el deporte en la vida del hombre de hoy, trataremos de dar una respuesta más o menos a la mano para todos, pequeños y grandes, fanáticos y no.
¿La vida es un deporte? “El deporte -en definición tomada de la web- es una actividad física generalmente sujeta a determinados reglamentos. Tiene la doble vertiente del ejercicio y de la competición”. Si esta definición nos acerca a la realidad podemos decir que la vida debe ser ejercitada, entrenada y puesta en práctica. No se está buscando darle una connotación competitiva en cuanto se debe ser egoísta, sino se trata de ver lo que podemos hacer con nuestra vida y cómo debo también cuidarla a través de ejercicios.
Buscando definiciones al respecto encontramos que “el ejercicio puede significar varias cosas, generalmente actividades físicas o mentales consistentes en la repetición de ciertas rutinas, con el fin de desarrollar una determinada habilidad”. Esto, aunque no se presenta como un modelo de vida en sí, nos empieza a dar algunas pautas para que el itinerario en el que estamos nos de una respuesta buena y positiva.
Es necesario ver el deporte y el ejercicio. El deporte en la vida se puede complementar con el ejercicio personal de cada uno. Los expertos nos pueden dar las normas necesarias para poder ejercitar nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
En la vida cristiana se nos presenta la oportunidad para realizar ejercicios espirituales, es decir, entrenarnos para esta “en forma” en las cosas de Dios. En ello tiene que ver mucho el deporte, pues es necesario que exista una disposición corporal para ello.
Diciendo que la vida es un deporte, estamos afirmando que es posible conjugar la actividad física con la actividad espiritual y ello puede darse si entendiéramos el valor de estar bien en el cuerpo y en el alma.
En el camino de la vida tenemos la oportunidad de ver que el deporte sí puede darse en la vida de una manera limpia, sincera y sin prejuicios. La vida del hombre de hoy, que se entrega a tanto materialismo y superficialidad debe ser objeto de entrenamiento, y este se debe dar en la medida que nos dediquemos en nuestro lugar de misión a ser verdaderos portadores del mensaje de Jesús quien nos recuerda que, cuando nos sintamos cansados y agobiados, en Él encontramos el alivio necesario y el consuelo para nuestras debilidades y así renovarnos cada día más en espíritu y verdad.

"Quizá el músculo del corazón, en el que nadie repara, es el que más habría que ejercitar."

Por José Lucio León Duque
joselucio70@hotmail.com

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...