LIBERAR DEL MAL, SEMBRAR EL BIEN
“Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra.” (Sal 84,10)
“Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra.” (Sal 84,10)
Iº lectura: Am 7,12-15; Salmo: 84; IIº lectura:
Ef 1,3-14; Evangelio: Mc 6, 7 - 13
La
Iglesia católica, una y santa, Iglesia fundada por Jesucristo, nuestro Maestro
y Señor, nos da la posibilidad de encontrar en ella la fuente de paz, de amor,
de esperanza que todos necesitamos. La alabanza que cada cristiano
debe expresar y experimentar para con Dios, es una manifestación clara y
precisa del amor, el conocimiento y la vida en Dios de quien siente su
presencia verdadera y real en el corazón del hombre y en medio de su pueblo.
Todos nosotros, bautizados, podemos y debemos
sentirnos partícipes de la liturgia que hoy nos hace un llamado y nos hace
participar del sacrificio de Jesús con el cual obtenemos la Salvación.
DESTINADOS POR DIOS A SER FELICES
La
liturgia de hoy nos llama a vivir el Evangelio con el corazón, como
miembros de la Iglesia que buscan la justicia, la verdad, la esperanza. Jesús
escoge los Apóstoles como sus representantes personales, como testigos y
profetas, no como simples portadores de un mensaje nada más. La identidad del
cristiano se debe manifestar en una vida austera y santa, en dedicación
incondicionada para con los demás. El Evangelio de este domingo nos refiere que
Jesús les dio “autoridad sobre los
espíritus inmundos” (Mc 6, 7).
Les mandó que no llevaran nada para el viaje, sólo
un bastón: ni pan, ni mochila, ni dinero en la bolsa. Dios da unas indicaciones
precisas que mueven el corazón y la vida del hombre a sentir su llamada, como
símbolo del amor que tiene para con todos. La Palabra de Dios tiene connotación
universal, es para todos y en todos debe ser manifestación de salvación, de
liberación, de superación de obstáculos, de purificación de nuestros corazones,
de destrucción del maligno que muchas veces se encarga de dañar la vida de
quienes deseamos caminar en el amor de Jesús.
MARÍA SANTÍSIMA NOS ACOMPAÑA
En este
itinerario de vida y de amor, María Santísima nos guía y nos lleva de la mano. Debemos
insistir en el amor y devoción que todo cristiano le debe profesar, como
verdaderos hijos suyos. Nuestra madre es la luz, la esperanza, el pilar del
amor que nos lleva a Jesús. Ella nos enseña la sencillez que falta en tantos
sitios, la humildad de la que carecen muchos corazones y las grandezas y
maravillas que Dios nos regala a cada momento.
“María actúa.
Las palabras «Hagan lo que Él les diga», dirigidas a los que servían, son una
invitación también a nosotros, a ponernos a disposición de Jesús, que vino a
servir y no a ser servido. El servicio es el criterio del verdadero amor. El
que ama sirve, se pone al servicio de los demás. Y esto se aprende especialmente en la familia,
donde nos hacemos, por amor, servidores unos de otros” (Papa Francisco, Homilía del Papa
sobre la familia en el Parque Samanes en Guayaquil, 7 de julio de 2015). Así
sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com