“Entonces
escuché la voz del Señor que decía: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?
Contesté: Aquí estoy, mándame.”
Iº lectura: Is 6, 1-2a.3-8; Salmo: 137; IIº lectura:
1Cor 15, 1-11; Evangelio: Lc 5,
1-11
Jesús sube en la barca de Simón Pedro,
entra en la vida y en la historia de este pescador. El maestro ya había estado
en su casa para curar a su suegra, y ahora en la barca, en su realidad de
pescador para cambiar su visión de la vida y de los hombres. La narración
sugiere acciones que crean cambios en el corazón y en las relaciones entre
personas.
Al inicio Jesús reconoce a Simón como
el propietario de las barcas, como el jefe de ese grupo de pescadores y le pide
alejarse un poco de la orilla. Allí, con esa autoridad y ternura que le
caracteriza, ordena a Simón remar mar adentro y lanzar las redes…lo hizo,
escuchó a Jesús y su palabra fue determinante para el cambio de vida.
“…POR TU PALABRA, ECHARÉ LAS REDES.”
Simón llama a Jesús: maestro, es
decir, aquel que está derecho delante de otro, la verdadera posición del jefe y
del maestro. Simón reconoce a Jesús como el que enseña y como el que manda;
cede voluntariamente ante el mandato del maestro y su palabra: “echa las redes”
a pesar de las dificultades encontradas por aquellos hombres, cuyo oficio era
justamente ese y del cual eran grandes conocedores.
San Lucas subraya la acción obediente
de Simón y de los otros pescadores, “y,
puestos a la obra”, es decir, hicieron lo que Jesús les mandaba. La fe al
inicio se manifiesta en una historia concreta, acogiendo la palabra que pide el
abandono en Dios, más que en cualquier otra cosa. La dos barcas se llenaron
casi hasta hundirse…la palabra de Jesús da como fruto la abundancia, la
plenitud, el significado de la confianza total en Dios.
En este contexto Simón llama a Jesús Señor y Jesús llama a Simón piedra, en un primer momento un nombre
que expresa la dureza y en un segundo momento el fundamento de la Iglesia.
Nosotros estamos ante la palabra de Jesús, quien desea de nosotros que seamos
fundamento, pilares, buenos hijos de Dios y no personas de dura cerviz, que
viven en la testarudez y no dan espacio a su presencia en la vida de cada
quien.
Si decimos SI, quiere decir que
estamos entendiendo lo que debemos hacer. Si la actitud en cambio es de
ambigüedad, es señal de que hay que luchar aún más por encontrar en Dios el
verdadero rumbo que nos lleva al justo equilibrio y a vivir en sintonía con Él.
MARÍA, MAESTRA DE DISPONIBILIDAD PARA ESCUCHAR
En
Nuestra Madre del cielo encontramos el ejemplo para ser libres y decididos a
seguir a Jesús. Ella nos enseña que, aceptando la voluntad de Dios a ejemplo de
su “fiat”, es posible dar testimonio de la sabiduría de Dios, predicando
con el ejemplo, siguiendo el camino de la libertad con decisión firme, como
discípulos y misioneros del Evangelio de la verdad. Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com