“Les
aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de
mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la
puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y, salir…”
Iº lectura: Hch
2, 14 a.36-41;
Salmo: 22; IIº lectura: 1Pe
2, 20b-25;
Evangelio: Jn 10, 1-10
Hoy
celebramos el día del Buen Pastor. En el Evangelio de San Juan, Él usa esta imagen
refiriéndose a Él mismo ya que es la puerta por la cual todos estamos invitados
a pasar. Él es el Buen Pastor que conduce a sus ovejas por senderos tranquilos
hacia los mejores pastos. Los que no permiten esto son ladrones y matan las
ovejas sin ninguna compasión.
COMPORTARNOS COMO PASTORES
En
este domingo, como cada domingo de Pascua, se nos habla del impacto que la
presencia de Cristo, resucitado de la muerte, tiene en cada uno de nosotros. Los católicos hacemos vida
en esta experiencia con la cual se promueven, se aprenden y se viven las
características sencillas de la vida cristiana: la oración y la Eucaristía, la instrucción en la fe y la adhesión al
Evangelio. Cada uno de nosotros debemos configurarnos al Buen Pastor,
siguiendo sus enseñanzas, su ejemplo y su presencia en nuestros corazones.
Es necesario, junto con
San Juan, encontrar en Dios el sentido de nuestra vida cristiana, ya que somos
hijos de Dios y debemos luchar siempre por mostrarnos como tal. “Cristo es el
verdadero pastor, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él
dispone libremente de su vida, nadie se la quita, sino que la dona a favor de
las ovejas. En abierta oposición a los falsos pastores, Jesús se presenta como
el verdadero y único pastor del pueblo: el mal pastor piensa en sí mismo y
explota a las ovejas; el pastor bueno piensa en sus ovejas y se dona a sí
mismo. A diferencia del mercenario, Cristo pastor es un guía pensativo que
participa en la vida de su rebaño, no busca otro interés, no tiene otra
ambición que la de guiar, alimentar y proteger a sus ovejas. Y todo esto al
precio más alto, el del sacrificio de la propia vida. (Papa Francisco). Si el reflejo
de nuestra vida es lo que vivimos en nombre de Dios, podremos entonces
sentirnos configurados a Él y junto a ello, seremos testigos de la verdad,
extendiendo el Evangelio a todos sin exclusión en medio de la crisis moral que
estamos viviendo en la actualidad en nuestro país.
MARÍA, MADRE DEL BUEN
PASTOR
La
vida y el ministerio de María, es único e irrepetible, ya que es modelo de cada
vocación cristiana.
María debe contar en la vida cotidiana de todos y cada uno de nosotros, pues
ella nos invita a seguir su ejemplo: “hagan
lo que Él les diga” (Jn 2,5). Se nos invita, por tanto, a pedir su
intercesión por todos los pastores de nuestra Iglesia, por todos y cada uno de
aquellos que viven en Dios y a través de Él, se esfuerzan por ser verdaderos
discípulos del resucitado. Así sea.
“Les aseguro que estoy siguiendo con gran
preocupación la situación del querido pueblo venezolano ante los graves
problemas que le aquejan, y que siento un profundo dolor por los
enfrentamientos y la violencia de estos días, que han causado numerosos muertos
y heridos, y que no ayudan a solucionar los problemas, sino que únicamente
provocan más sufrimiento y dolor…Queridos hermanos, deseo animarles que no permitan que los amados hijos de Venezuela se
dejen vencer por la desconfianza o la desesperación, pues estos son males que
penetran en el corazón de las personas cuando no ven perspectivas de futuro”. Papa Francisco a los Obispos de Venezuela, 5 de
mayo de 2017
José Lucio León
Duque
joselucio70@gmail.com