Escudo Episcopal de Mons. Mario Moronta |
“SERVIDOR Y TESTIGO”
"Tengan cuidado de ustedes y de toda
la grey, en medio de la cual les ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes
para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con la sangre de Su
propio Hijo". (Hch 20,28)
La vida del
sacerdote es un itinerario de servicio y de testimonio. La llamada que Jesús
hace a cada sacerdote es un signo del amor infinito que tiene para con quien,
dejándolo todo por amor a Dios, sigue las huellas del Sumo y Eterno Sacerdote.
Hace 21 años, Mons. Mario del Valle, llegaba al Táchira, a la Diócesis de San
Cristóbal, y desde ese momento su camino en servicio del Pueblo de Dios en esta
grey se proyecta como un reflejo de la vocación que se hace vida, servicio y
testimonio.
San Juan
XXII, el papa bueno, nos dice: “Toda
la santificación personal del sacerdote ha de modelarse sobre el sacrificio que
celebra, según la invitación del Pontifical Romano: “Conoce lo que haces, imita
lo que tratas”. Más aún cedamos aquí la palabra a Nuestro, inolvidable
predecesor en su exhortación Menti Nostrae: “Como toda la vida del Salvador
estuvo orientada al sacrificio de sí mismo, así también la vida del sacerdote
-que debe reproducir en sí mismo la imagen de Cristo-, debe ser con El, por El
y en El un sacrificio aceptable…Por lo tanto, no se contentará con celebrar la
Santa Misa, sino que la vivirá íntimamente; sólo de esta manera podrá alcanzar
la fuerza sobrenatural que le transformará y le hará participar en cierto modo
de la vida de expiación del mismo Divino Redentor” (San Juan XXIII,
Encíclica Sacerdotii nostra primordia, 1955).
Mons. Mario y el Papa Francisco |
El Obispo,
ministro de Jesucristo, vive y participa de la misión encomendada como servidor
y testigo, no como un funcionario sino como un Pastor, que guía y conoce a sus
ovejas, llevándolas por caminos de fe, esperanza y caridad. Es una invitación a
ver la Iglesia como la propia casa, donde cada uno de nosotros forma parte, sin
exclusión y donde se experimenta cada día el gozo y la alegría del don
recibido.
San Pablo VI, en ocasión de la Ordenación de Presbíteros y Diáconos en
Bogotá, el 2 de agosto de 1968, nos exhorta: “Dios tiene en nosotros su instrumento vivo, su
ministro y por tanto su intérprete, el eco de su voz; su tabernáculo, el signo
histórico y social de su presencia en la humanidad, el hogar ardiente de
irradiación de su amor hacia los hombres. (Cf. S. Greg., Regula Pastoralis
I: contemplatione suspensus).”
La acción pastoral de Mons. Mario del Valle, se ha manifestado en
el fortalecimiento de la fraternidad sacerdotal y la cercanía al presbiterio,
así como la dedicación y servicio en cada aspecto pastoral que la Diócesis ha
necesitado. Las visitas pastorales, la convocación y realización del IIº Sínodo
Diocesano, el fortalecimiento de las Parroquias, la atención a aquellas
comunidades más necesitadas. El amor al Seminario y la preocupación por
las vocaciones, así como también su dedicación en la enseñanza y, actualmente,
a través de las redes sociales y la tecnología que permite llegar, a pesar de
las dificultades y la crisis, a la mayoría de fieles -en todo el mundo- con la
Santa Misa, las charlas, cursos y reflexiones diarias.
Monseñor Mario, nuestro Obispo, servidor y testigo, hace 21 años el
Señor Jesús le encomendó una misión importante: ser Pastor de los tachirenses,
de este pueblo fecundo, generoso y profundamente devoto. Desde ese día le confirió
una misión para guiar el Pueblo de Dios por caminos de esperanza, servicio y
testimonio. Ese día marcó una huella imborrable que le ha acompañado durante
este camino: el amor al sacerdocio y la fraternidad hacia el Pueblo de Dios y
los sacerdotes. Dios le sigue confiando la tarea de ser SERVIDOR Y TESTIGO en
cada instante de su vida y le da a cada momento la fuerza, la fe y el ánimo
para seguir cultivando en medio de esta grey el Evangelio de Cristo quien le
recuerda siempre: “ánimo,
soy yo, no tengan miedo” (Mt 14, 27).
Nos unimos
en oración, como Iglesia Diocesana del Táchira, como presbiterio, como Seminario,
como pueblo, al gozo del ministerio episcopal de Mons. Mario del Valle, quien a
través de estos años, ha sabido Configurarse a Cristo, Buen Pastor, en el que
siempre ha confiado y a quien siempre ha encomendado su ministerio. Pedimos a
María del Táchira, nuestra Madre de la Consolación, y al Santo Cristo de los
milagros de la Grita le guíe en todo momento. Así sea.
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis
de San Cristóbal