Aquí está Jesús…
“Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al
que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea…”
Este día, Bautismo del Señor, se nos ofrece como motivación para participar más de los sacramentos, de la vida activa de la Iglesia. La liturgia de este domingo nos lleva de la mano a aquel que es maestro de paz, de tranquilidad; de aquel que “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Jesús, el hijo predilecto, es anunciado por Juan el Bautista y reconocido ante todos por Dios.
Momento de gracia y de bendiciones
Hoy concluye el tiempo de Navidad, pero no concluye el
itinerario de esperanza que estamos viviendo. El Bautismo de Jesús nos da
algunos puntos de reflexión importantes.
Ante
todo, se nos da la certeza que todos estamos llamados a participar de la
vida en Cristo. Él recibe el bautismo de Juan, para enseñarnos que también
nosotros podemos y debemos acercarnos a la purificación que Dios nos da.
En segundo lugar, tenemos la esperanza
de ser lavados y salvados en el amor de Dios. Dar este paso implica abandonarse
en sus manos, colocarse en su corazón y manifestar con convicción que el amor
de Dios es para todos sin exclusión.
En
tercer lugar, quien se coloca en las manos y en el corazón de Dios, es
reconocido por Él, así mismo como el Padre da a conocer a su Hijo ante todos
para que todos nos demos cuenta el rol que todos y cada uno de nosotros estamos
llamados a cumplir.
Finalmente,
somos enviados por Dios a llevar el mensaje de la Buena Nueva a todos,
transmitir con el testimonio de vida que Dios quiere salvarnos y que camina
junto a cada hijo e hija suyos, para dar plenitud al amor total que solo viene
de Él.
En este momento en el cual debemos comunicar en el mejor de los modos el
Evangelio de la verdad, Dios nos pide reconocer a su Hijo y ser fieles
discípulos, sin mentiras, sin apariencias, sin falsedades, sino con la bandera
de la verdad, del amor y de la paz que se refleja en la vida cotidiana,
cumpliendo nuestros compromisos como cristianos con esperanza y justicia en
medio del mundo.
María nos enseña el camino de la paz y del amor
Es el momento de colocar nuestra vida en manos de
María, nuestra Madre Santísima. Es el momento de abrazarnos a nuestra Madre del
Cielo y pedirle por la paz. Coloquemos en sus manos la vida de todos los que
tratamos de vivir como verdaderos cristianos y de aquellos que piensan seguir
abusando de lo que tienen para incrementar la violencia, la guerra, la injusticia.
Así sea.
P. José Lucio
León Duque