CARGAR CON
LA CRUZ, NO LLEVARLA A RATOS
“Quien no lleve su cruz detrás de mi
no puede ser discípulo mío”
Iº lectura: Sb 9, 13-19; Salmo: 89; IIº
lectura: Flm vv 9-10.12-17; Evangelio: Lc 14, 25-33
El
discurso que hace Jesús sobre el tema de la Cruz es motivo de escándalo para
los que escuchan en aquel momento histórico, pero que ciertamente sigue vigente
y toca a los hombres de hoy de una manera directa y personal. ¿Qué desea Jesús
de sus discípulos? que nos acerquemos más a Él!; lo cual hace necesario preferirlo
a Él, renunciando incluso a sí mismo, para así tomar la cruz y seguirlo…no
a ratos, sino siempre.
LA
CRUZ AYER Y HOY
Al observar una imagen de Jesús en la cruz
imaginamos los momentos difíciles y de dolor padecidos por Él y se nos
achica
el corazón ante las expresiones del rostro sufriente del hijo de Dios. Logramos por unos momentos, meditar sobre el
sufrimiento que debió haber sentido por los azotes; por los clavos, por los
insultos. Nos colocamos por unos instantes en el lugar de Jesús y podremos
sentir además del dolor físico, uno igual o incluso más fuerte, que es el dolor
de su corazón al sentirse abandonado por sus amigos e incluso traicionado por
uno de ellos; por la humillación de la que fue objeto cuando lo escupieron y lo
trataron mal; por la tristeza que debió haber sentido al ver que sus hermanos
no creían en él. En ocasiones, nos volcamos en devociones ante una imagen de
Cristo, pero no vemos la cantidad de crucificados que viven en la actualidad.
Madre Teresa de Calcuta |
Muchas personas son víctimas de la falta de
amor que se traduce en faltas de respeto a los más simples y elementales
derechos humanos. Tales transgresiones
sólo pueden ser impartidas por quienes carecen de vida en Dios, ya que sólo así
un ser humano podría convertirse en protagonista de secuestros, chantaje,
violencia física, verbal y psicológica; calumnias, chismes, etc., en la que en
último término se va deteriorando el rostro y la dignidad.
En el
cristiano, entran en conflicto dos realidades - la fe, la lealtad en Dios, por
un lado; y la hipocresía, la maldad en su corazón, por otro - que son motivo de
reflexión para muchos, que como testigos del amor de Dios, dirigen su mirada al
mundo y manifiestan su solidaridad ante la gran cantidad de crucificados del
mundo de hoy y asumen la responsabilidad de ser personas con deseos de reflejar
el verdadero rostro de Dios.
MARÍA
NOS ACOMPAÑA
En el
Calvario estuvo presente María, nuestra madre. Ella también lo acompañó en los
momentos de dolor, nunca lo abandonó, y por ello se nos enseña seguir el via
crucis cotidiano de la realidad que cada uno vive. Con María, seamos
testigos de la renovación del mundo, seamos apoyo de los crucificados de
hoy, ayudemos a construir de nuevo la dignidad perdida y el dolor permanente de
muchos hermanos nuestros. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com